El desarrollo tecnológico, la aplicación de un software específico a un celular de última generación y la predisposición de los investigadores judiciales permitieron resolver en quince días el robo sufrido por un ingeniero electrónico que, mientras estaba en su auto frente a un semáforo de la zona noroeste de la ciudad, fue amenazado por un hombre armado que le sustrajo el aparato y algunos pesos que llevaba en su bolsillo.
La Capital |
La víctima del hecho fue Javier K., un ingeniero que el pasado 15 de septiembre regresaba a su casa a bordo de un Citroën Berlingo y en compañía de su hija de 6 años. Cuando se acercaba al cruce de avenida Travesía y pasaje 8 de Noviembre sonó su celular de última generación y él decidió atenderlo porque lo llamaba su padre, que no vive en la ciudad y con el que hacía varios días no se contactaba. Eran cerca de las 19 y hacía calor, por lo que llevaba las ventanillas bajas. Al detenerse para esperar la luz verde del semáforo en la esquina mencionada, un hombre se acercó a su puerta y tras amenazarlo con un arma de fuego le exigió la entrega del celular y el dinero que llevaba.
Javier K. no se resistió y entregó sus pertenencias. Tras ello llamó al 911 y "en menos de cinco minutos la policía llegó al lugar", dijo el ingeniero en diálogo con La Capital. La denuncia quedó radicada en la comisaría 10ª y luego fue derivada a la Fiscalía de Causas con Autores No Identificados de los Tribunales, a cargo de Marcelo Vienna.
Lo que tanto el ladrón como el fiscal no sabían por entonces es que el aparato que le robaron a Javier K., un Samsung Galaxy SII valuado en unos 2.500 pesos, contaba con un sistema de software que facilitó las tareas investigativas hasta dar con el poseedor del celular, quien fue detenido la mañana del miércoles en una obra pública en la que se desempeñaba como empleado jerarquizado.
En carne propia. "Por mi trabajo específico estoy en permanente contacto con el desarrollo de redes y de software así que, después de que a mi hija de 15 años le robaron el celular un par de meses atrás, apliqué un software que se denomina Serberus a mi aparato para probar cómo funcionaba y ver si luego podía aplicarlo a otros servicios que desarrollo. Lo que nunca imaginé es que la utilidad del sistema la iba a tener que comprobar en carne propia", dijo Javier.
Lo cierto es que el sistema en cuestión permite que el propietario del celular robado haga un seguimiento del aparato desde su propia computadora, aún si el ladrón le saca el chip original. "Cada vez que el aparato está en una zona donde hay wi-fi se conectá y manda un mensaje a la computadora a la que está vinculado. Así, mediante el sistema de seguimiento satelital o GPS se detecta el lugar preciso en el cual se encuentra el teléfono. Pero, además, cuando al aparato le cambian el chip, que es lo que hace cualquier ladrón, el teléfono detecta ese movimiento y también da aviso", explicó Javier K. en un lenguaje lo más apropiado para el lector común.
Asimismo, dijo el ingeniero, "si al teléfono no le ponen chip y lo utilizan como una tablet, el aparato también es posible de rastrear y, como en el caso anterior, se puede activar desde la computadora personal las otras funciones que tiene el aparato como es sacar fotos, filmar o grabar sonido ambiente".
A pesar de todo ese desarrollo, durante los 15 días que transcurrieron entre el robo y la detención de quien tenía en su poder el aparato, Javier K. sólo pudo tener datos aislados de dónde estaba su teléfono. "Siempre aparecía en el mismo barrio, un lugar cercano a donde me lo robaron. Incluso, el martes 18 de septiembre se activó en la estación de servicios de Casiano Casas y Sorrento. Pero cuando llegó la policía ya no había nada allí y sólo se incautaron las filmaciones de seguridad del negocio para ver si se detectaba a quien lo tenía", agregó.
Detectado. Así pasaron los días hasta que el martes pasado el tenedor del celular "se engolosinó y empezó a usarlo sin tapujos para acceder a internet. Entonces empecé a sacarle fotos con las dos cámaras que tiene el aparato (adelante y atrás), pude grabar el lugar dónde estaba e incluso el vehículo en el que se movilizaba, y hasta registrar el sonido ambiente de ese lugar", dijo Javier.
Con todos esos datos, la Brigada Operativa de Tribunales, al mando del fiscal Marcelo Vienna llegó el mismo martes a una obra en construcción pública donde el sospechoso trabajaba. Pero la lluvia había hecho que ese día el personal fuera desafectado temprano. No obstante, los pesquisas pudieron comprobar que el lugar era el filmado por el aparato y el vehículo usado por el sospechoso estaba estacionado allí. Un día más tarde el aparato volvió a activarse en ese mismo lugar y entonces sí, los policías volvieron y apresaron al hombre.
Según fuentes judiciales, el detenido sólo identificado como D.I.I., de 30 años y empleado jerarquizado de una empresa constructora, declaró que "había comprado el aparato de buena fe y a un precio accesible", lo que lo desvincularía del robo calificado que sufrió Javier K. en su carácter de autor pero quedaría implicado por el encubrimiento del hecho.
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