Muchas cosas me fueron agotando la paciencia”, dijo Gustavito, el muchacho de 26 años detenido por un crimen descubierto este verano, cuando fueron hallados restos humanos en una casa de barrio Santa Rosa de Lima.
La paciencia de Gustavito, para ocultar un crimen ocurrido el año pasado en una casa de Santa Rosa de Lima, se agotó esta semana, cuando efectivos de la Sección Homicidios de la capital provincial lo atraparon en Alto Verde, tras nueve meses de investigación. El reo de 26 años no tuvo reparos en decirlo todo ante la Policía y ratificar su culpa en los tribunales, donde fue indagado por la Justicia.
“Muchas cosas me fueron agotando la paciencia”, reconoció ante el juez de Instrucción Primera, Jorge Pegassano, que fue quien lo indagó por el crimen de Juan Ramón Bustos, un hombre de 61 años cuyo cadáver apareció debajo de un asador, en el patio de una casa de calle Estrada al 2000.
Gustavito, sobrino del antiguo propietario del inmueble, contó que la víctima “me utilizaba la ropa” y que la noche que lo mató a golpes con una barra de hierro “me había pedido que le fuera a comprar un vino”. Como se negó, “sin motivos comenzó a insultarme”, dijo.
“Nunca quise matarlo, no fue mi intención” lamentó el limpiavidrios del puerto, que se quedó en la casa hasta un mes después de cometido el crimen y después abandonó el lugar para ir a vivir a la calle.
Golpe mortal
La noche de la pelea fatal, Gustavito había llegado algo ofuscado a la casa y escuchó a su tío discutir con Bustos, no recuerda por qué motivos. Y todo comenzó cuando camino a la cocina tomó un fierro que estaba detrás de la puerta y le asestó un golpe en la cabeza al viejo, que lo seguía por detrás.
Contó que Bustos tenía un buzo gris, pantalón marrón y zapatillas negras; que usaba un bastón y un rosario blanco de plástico, elementos que coinciden con los hallados en el lugar.
Si bien el preso asegura que todo ocurrió a principios de 2010, la autopsia revela que habrían transcurrido entre 60 y 90 días desde el día de la muerte.
Con la limpieza
El cuerpo fue hallado el 15 de febrero de este año, cuando el nuevo propietario de la vivienda, también familiar de su antiguo morador, realizaba tareas de limpieza para luego habitarla.
El hombre, que pretendía comenzar por sacar la basura que había debajo del asador, comenzó a sentir un fuerte olor nauseabundo en ese sitio, que lo hizo pensar que se trataba de algún animal muerto. Removió los escombros y se encontró con huesos, hasta que al romper una bolsa de plástico, vísceras y huesos se derramaron sobre el suelo.
Tanto él como un sobrino del dueño original quedaron demorados por averiguación del hecho, pero nada surgía en su contra y rápidamente recuperaron la libertad.
Pasaron varios meses hasta que quienes investigan dieron con la identidad de la víctima. Aparecieron dos hijas de Bustos, que reconocieron una mala relación con su padre, y que no mantenían contacto desde hacía años. Una de ellas dijo que sabía que vivía en un cañaveral, y que supo verlo en las inmediaciones de calle Estrada, donde fueron hallados los restos.
Casa de reuniones
Con esos datos y un análisis de los restos cadavéricos se pudo cotejar que efectivamente se trataba de Bustos y que varios vecinos reconocieron como uno de los moradores de esa casa de reunión, donde abundaba el alcohol y las peleas.
Cada vez mejor encaminados, los investigadores lograron el testimonio de un hombre mayor que no tuvo reparos en decir que Gustavito lo había matado, que incluso él lo contaba a quien estuviera dispuesto a escucharlo. Con algunas referencias más del acusado, la policía logró su arresto el lunes feriado y luego le arrancó una confesión.
Lo mismo que le dijo a la policía lo ratificó en tribunales, donde agregó algunos detalles, como por ejemplo, que tras golpearlo una vez en la cabeza después le pegó dos veces más. Recordó que empezó a sangrar por la boca y la nariz y que cuando se dio cuenta que estaba muerto lo envolvió en dos bolsas de consorcio y lo puso en el patio, debajo de un asador. Lo tapó con un colchón y después arrojó algunos escombros.
Actualmente la causa pasó al Juzgado de Instrucción Tercera, del Dr. Néstor Troncoso, con intervención del fiscal N° 6, Rubén Díaz. Con el crimen confeso y muchos elementos que llevan a pensar que la historia que cuenta Gustavito es verídica, les resta confirmar cuáles fueron los motivos, ya que existen sospechas de que lo mataron para quedarse con su pensión y malgastar el poco dinero que todos los meses recibía.
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