El Arzobispo de Rosario, José Luis Mollaghan, llamó a defender la cultura del trabajo, la familia y la educación para prevenir el delito. En la plaza hubo menos fieles que otros años, pero el templo estuvo repleto durante toda la jornada.
Bajo el lema "por la fe, por el pan y por el trabajo", miles de rosarinos participaron ayer de la tradicional procesión de San Cayetano que culminó con una misa en la plaza Libertad, de Mitre y Pasco. Desde ese escenario el arzobispo José Luis Mollaghan advirtió sobre "la inseguridad que se vive en los barrios y en el centro", y pidió por "planes que valoren y defiendan la cultura del trabajo".
Entre esos dos tópicos pivoteó la homilía que el máximo referente de la Iglesia local ofreció a los fieles que participaron de la celebración del Patrono del Trabajo. "Cada 7 de agosto nos acercamos para pedir y agradecer la intercesión de San Cayetano por el pan y el trabajo", sostuvo, y agregó: "Este año vamos a confiarle la inseguridad que se está viviendo en los barrios y en el centro", a la que consideró como "un mal globalizado".
"No se puede vivir encerrado desconfiando de los otros", sostuvo y, en cambio, llamó a "encontrar el camino en el amor, la prevención y la cultura del trabajo", a lo que sumó después la contención de la familia y la labor de los educadores para "acompañar a los niños y jóvenes que pueden vivir situaciones de riesgo".
En tono enfático, destacó que "el trabajo debe alcanzar para llevar el pan a la mesa" y pidió por "planes que valoren y defiendan la cultura del trabajo". Los fieles que se concentraron en el centro de la plaza Libertad y llenaron los caminos laterales del espacio verde lo siguieron con atención. Una concurrencia que muchos advirtieron menor que otros años, aunque con la frecuente intención de "agradecer", según los testimonios recogidos por LaCapital.
Un día particular. Que la celebración haya coincidido con un hermoso domingo soleado le imprimió otro ritmo. Hubo menos gente que en otras oportunidades en la procesión y en la plaza, sin embargo durante toda la jornada los fieles hicieron cola para entrar a la iglesia de Buenos Aires al 2100.
Desde las primeras horas del día, en las puertas del templo ya había gente esperando para ingresar. Colaboradores de la parroquia señalaron que, como nunca, la iglesia estuvo llena de fieles durante todo el día. Y apuntaron que desde la primera misa, la de las 6, hasta la última, de las 22, las celebraciones tuvieron asistencia completa.
En los alrededores del templo se dispusieron, cómodos, los 200 puestos de vendedores ambulantes que había habilitado el municipio. Estaban los que ofrecían las clásicas espigas de trigo con estampitas (tres por dos pesos), pancitos con imán para pegar en la heladera (3 pesos) o velas (dos pesos), pero también otros diseños más osados como billetes de un dólar con el rostro de San Cayetano (1 peso) o brillantes remeras con la imagen del santo.
Y, como siempre, a estos souvenirs se sumaron otros puestos no tan católicos: salames, productos de panificación y choripanes, entre los comestibles, y muchos que anunciaban la previa del Día del Niño, como juguetes y almohadones con estampas infantiles.
“Se vende bien. Tres o cuatro años atrás había más gente, pero compraban menos”, comentó Andrea, una de los vendedoras que desde hace varios años monta su puesto en la esquina de Pasco y Buenos Aires.
Martha lleva también mucho tiempo al frente del quiosco de diarios de Cerrito y Buenos Aires. Para la mujer, la de ayer “fue una celebración particular”, ya que la gente “no se agolpó, sino que se fue acercando durante todo el día”. Y, como Andrea, Martha destacó el rédito que le dejó la jornada. “Se vendió muchísimo”, aseguró.
Un beneficio colateral que arrojó la celebración del Día de San Cayetano.
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