La madre de un nene de siete años que asiste al Colegio Alemán denunció ante el Ministerio de Educación de la provincia que su hijo fue atado a una silla por un directivo de la institución, a lo largo de una hora de clase, porque el chico no se quedaba quieto.
La mamá del alumno mantuvo una reunión con autoridades del establecimiento en la cual le plantearon que no se trató de un castigo para inmovilizarlo, sino de una "práctica pedagógica" sobre el uso del cinturón de seguridad. Como esa respuesta no se ajusta al relato del niño, pidió a través de una carta documento que el profesor en cuestión sea removido.
En medio de esas voces contrapuestas, la cartera educativa de la provincia se volcó al caso y pautó una serie de entrevistas para abordar el conflicto. "Estamos haciendo una investigación pero no hay una posición tomada. El tema tiene muchas aristas y es complejo", dijo con cautela a este diario el responsable del Servicio Provincial de Enseñanza Privada, Germán Falo, y remarcó que "se está tratando de aclarar lo que sucedió. El objetivo es resolver el problema".
La versión del Colegio Alemán sólo se conoce a partir de la respuesta que, según la denunciante, le brindaron los directivos. LaCapital intentó ayer con insistencia conocer la posición institucional de la escuela, pero ninguna autoridad aceptó pronunciarse. El docente denunciado es un directivo del departamento de idiomas con vasta trayectoria en el colegio.
La presentación fue realizada la semana pasada por Cristine Coelho, la mamá de un nene de siete años que va a segundo grado y desde 2009 estudia en la Escuela Goethe Rosario, de España 440, adonde también acude su hijo más chico. "No me interesa provocarle un daño al colegio. Nunca me enfrenté a una institución. Pero quiero proteger a mis hijos y a los otros nenes para que no vuelva a pasar lo mismo", contó angustiada ante una consulta de este diario. Es brasilera, tiene 37 años y desde la muerte de su esposo quedó a cargo de sus dos hijos.
El relato. La primera vez que su hijo mayor mencionó haber sido atado en el aula, contó Coelho, fue en las vacaciones de invierno durante una cena familiar. "Estaban conversando sobre las travesuras que todos hacían de chicos en la escuela y él dijo, como al pasar, que lo habían amarrado para que se quedara quieto. Pensé que lo estaba inventando", confió la mujer.
El asunto quedó en el olvido hasta que se reiniciaron las clases. El jueves 21 de julio, cuando fue a buscarlo al cumpleaños de un compañerito, otras madres se acercaron y le revelaron que varios chicos habían comentado el incidente. "¿Qué pasó con tu nene que lo ataron a una silla? ¿Qué iniciativa tomaste?", contó Coelho que le preguntaron las otras mamás. "Mi primera reacción fue quedar en shock", añadió.
Esa noche, en una charla más profunda con su hijo, según indicó, el nene le contó que la situación había ocurrido mientras una maestra reemplazante les daba clase de lengua. "En el colegio ya saben que él es un chico hiperactivo, rebelde, charlatán y muy inquieto. Ese día, como no se quedaba sentado, entró un directivo que estaba supervisando la clase y lo ató con una soga al respaldo de la silla", detalló Coelho. Según su relato, al nene le quedaron los brazos libres y permaneció así el resto de la hora: "Los otros compañeritos se acercaban para ver si era cierto. Algunos lo miraban asustados, otros riéndose. El jura que cuenta la verdad y dice que se sintió muy invadido".
Al día siguiente, acompañada de un conocido que es abogado, Coelho fue al colegio y se reunió con la directora del nivel primario y una psicóloga de la institución. Le respondieron que el docente en cuestión había elevado un escrito a las autoridades donde explicaba lo sucedido. "Ellos dicen que no fue en una clase de lengua sino de idioma alemán —reprodujo Coelho—. Me explicaron que los chicos estaban conversando de las vacaciones y el profesor quiso enseñarles que tenían que viajar en el asiento de atrás. Y darles un ejemplo sobre cómo usar el cinturón de seguridad".
El chico, en cambio, contó que el docente mencionó que la soga era "como un cinturón de seguridad". Pero que no lo hizo en el contexto de una clase sino para impedir que siguiera moviéndose. Así, disconforme con la respuesta, el jueves de la semana pasada Coelho expuso el caso ante el Ministerio de Educación. Un día después elevó una carta documento a la Escuela Goethe en la que objeta la "actitud arbitraria y fuera de toda lógica institucional" de amarrar al niño.
Y, en nombre de la protección de los niños, requirió al directivo en cuestión que "de un paso al costado". "Si una persona trabaja con nenes tiene que estar lo más sana posible —expresó Coelho con preocupación—. Este hecho causó mucha desolación y angustia en mi familia, por eso no queremos dejarlo pasar", sentenció.
Pintadas nazis y folletos con las cabezas cuadradas
No es la primera vez que el Colegio Alemán de Rosario se convierte en noticia por algún suceso que sin dudas no es de los que más felices pone a sus directivos.
Es más, en febrero de 2001, la entidad llegó a las páginas de La Capital luego de que se descubrieron pintadas nazis en el patio del colegio de España 440. “Arbeit macht frei” (El trabajo nos hace libres) rezaba la frase pintada con aerosol. Se trata de la misma consigna que colgaba en el portal de ingreso del campo de concentración de Auschwitz.
Eso no era todo, al lado de la pintada había una enorme cruz esvástica con la inscripción “Die luftwaffe” (la fuerza aérea alemana). Por esos días, la rectora de la institución, Graciela Frattini, vinculó el hecho a “un acto de rebeldía” que nada tenía que ver con la educación que brinda el colegio.
El hecho fue repudiado por las autoridades del Instituto Nacional contra la Discriminación (Inadi). Días más tarde, la Daia, el colegio y el Inadi acordaron trabajar en forma conjunta un proyecto educativo orientado a luchar contra el antisemitismo, la xenofobia y la discriminación.
Siete meses más tarde volvió a ser noticia tras difundir un folleto con el objetivo de captar alumnos que fue considerado discriminatorio por el Inadi.
“Formálo distinto” rezaba la publicidad institucional que se ilustraba con un conjunto de chicos con cabezas cuadradas a excepción de uno que, vestido con el uniforme de la escuela Goethe, hacía la diferencia con su cabeza redonda.
El Inadi intimó al colegio a retirar esa publicidad y lo mismo hizo el Ministerio de Educación de Santa Fe. Es más, el por entonces titular del área, Alejandro Rébola, exigió que el colegio pidiera disculpas públicas, situación que finalmente sucedió.
Es más, en febrero de 2001, la entidad llegó a las páginas de La Capital luego de que se descubrieron pintadas nazis en el patio del colegio de España 440. “Arbeit macht frei” (El trabajo nos hace libres) rezaba la frase pintada con aerosol. Se trata de la misma consigna que colgaba en el portal de ingreso del campo de concentración de Auschwitz.
Eso no era todo, al lado de la pintada había una enorme cruz esvástica con la inscripción “Die luftwaffe” (la fuerza aérea alemana). Por esos días, la rectora de la institución, Graciela Frattini, vinculó el hecho a “un acto de rebeldía” que nada tenía que ver con la educación que brinda el colegio.
El hecho fue repudiado por las autoridades del Instituto Nacional contra la Discriminación (Inadi). Días más tarde, la Daia, el colegio y el Inadi acordaron trabajar en forma conjunta un proyecto educativo orientado a luchar contra el antisemitismo, la xenofobia y la discriminación.
Siete meses más tarde volvió a ser noticia tras difundir un folleto con el objetivo de captar alumnos que fue considerado discriminatorio por el Inadi.
“Formálo distinto” rezaba la publicidad institucional que se ilustraba con un conjunto de chicos con cabezas cuadradas a excepción de uno que, vestido con el uniforme de la escuela Goethe, hacía la diferencia con su cabeza redonda.
El Inadi intimó al colegio a retirar esa publicidad y lo mismo hizo el Ministerio de Educación de Santa Fe. Es más, el por entonces titular del área, Alejandro Rébola, exigió que el colegio pidiera disculpas públicas, situación que finalmente sucedió.
A cuestas
La mujer que denunció que su hijo fue atado a su banco en una sala de segundo grado del Colegio Alemán, reveló que el nene estuvo “amarrado toda la hora de clase”. Y que incluso el chico contó que “tuvo que arrastrarse con la silla a cuestas hasta el frente del aula para entregar una tarea”.
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