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viernes, 24 de octubre de 2014

SANTA FE: Sigue el robo de materiales en el barrio Nueva Esperanza Este

Los delincuentes se llevan herramientas, perfiles y ladrillos; y convierten el sueño de la casa propia en una pesadilla financiera. La falta de iluminación dificulta la seguridad en estas obras.

El Litoral

A las dificultades que supone construir una casa, un desafío muy estresante en cualquier parte, en la Argentina hay que sumar la escalada inflacionaria, que dispara los costos y genera sobreprecios, y en algunos barrios de Santa Fe hay que agregar la “rapiña” de los delincuentes, como les sucede desde hace meses a los beneficiarios del programa “Mi tierra, mi casa” y Procrear en el barrio Nueva Esperanza Este.

La gente que está construyendo en esta zona del norte de la ciudad cuenta que les roban los ladrillos, los perfiles de hierro y todas las herramientas, desde la hormigonera hasta las palas. “Te soy honesto, ya no se a quien recurrir, todo el proyecto perdió la alegría que tenía. No podemos avanzar”, aseguró uno de los vecinos que se comunicó con El Litoral (los vecinos pidieron reserva de su identidad por cuestiones de seguridad).

A otra familia le robaron 500 ladrillos y le vienen intentando forzar el obrador —que tiene candado— desde hace semanas. Algunos acordaron con el arquitecto sólo comprar los materiales justos para cada día, pero esta situación genera demoras y dificultades para avanzar con los plazos de certificación que tiene el Procrear.

Anoche, unas 30 familias que están construyendo en el loteo, que gestionan en forma conjunta la provincia y el municipio en el marco del programa “Mi tierra, mi casa”, se reunieron en General Paz al 8100 para analizar medidas para proteger las obras. Los futuros vecinos coincidieron en un punto: la falta de iluminación facilita los robos. En la oscuridad, los delincuentes pueden llevarse los materiales con tranquilidad y algunos hasta encontraron el tiempo para sacar y robar perfiles que ya estaban amurados. 

En realidad, la empresa que ganó la licitación y ejecuta las obras de infraestructura colocó las columnas de iluminación pero todavía no se terminó el cableado y otros trabajos necesarios para que comiencen a iluminar el sector durante la noche. “Lo que le pedimos al municipio es que hasta que comience a funcionar el alumbrado público se destine un móvil de la Guardia de Seguridad Institucional (GSI) para cuidar la zona”, explicó uno de los vecinos que se reunieron anoche, quien contó que también se pidieron medidas de seguridad a la Secretaria de Estado de Hábitat de la provincia. “Nosotros ya pagamos el costo de estos terrenos, que se nos vendieron con determinados servicios, como el alumbrado, que todavía no funciona”, argumentó el vecino. 

El municipio les propuso ceder un terreno en forma temporaria para hacer un obrador común que pueda ser custodiado por un sereno. Desde la Municipalidad también se explicó que se decidió ofrecer estos terrenos a beneficiarios de Procrear, a pesar de que no están terminadas las obras de infraestructura, para que pudieran conseguir un terreno a un costo accesible y no perdieran la oportunidad que supone el crédito.

El problema podría agravarse en el último tramo de la obras porque el riesgo es que los delincuentes roben —si no se mejora la seguridad en la zona— aberturas, puertas, sanitarios, grifería e instalaciones eléctricas, un problema que ya sufrieron otros beneficiarios de Procrear. Son todos materiales de alto costo y que pueden demorar la mudanza a la nueva vivienda. 

Medidas de seguridad especiales

En la entrega de cuatro nuevas casas del barrio a familias reubicadas, El Litoral le consultó este tema al intendente José Corral.

— Beneficiarios del programa “Mi tierra, mi casa” reclaman por robos de materiales en sus casas en construcción.

— Efectivamente. Como es una zona todavía descampada hay que tener medidas de seguridad especiales. Nosotros les ofrecimos en cada una de las manzanas un terreno en préstamo para que puedan reunir los materiales allí y tener entre varios de los vecinos una estrategia de cuidado con un sereno o con lo que haga falta porque efectivamente es una zona muy abierta.

El problema, en la visión de los vecinos, es que es complicado afrontar el costo de un sereno en el marco de la construcción de una casa. Ellos estiman que les costaría entre 10.000 y 12.000 pesos por mes, un costo fijo que aunque se comparta entre cuatro familias puede ser difícil de amortiguar en un contexto de obra.

“Me quedo a dormir en el auto”

Martín está construyendo su casa cerca del aeropuerto, en Sauce Viejo, y para evitar las complicaciones con los robos literalmente puso el cuerpo: “Cada vez que tuve materiales importantes en la obra me quedé a la noche a dormir en mi auto”, contó, en diálogo con El Litoral.

En los noches más frías del invierno, Martín tiraba para atrás el asiento de su Gol Trend, se tapaba con una frazada y aguantaba hasta que llegaban los albañiles a la obra. “Por suerte no tuve robos importantes, sólo se llevaron el motor de una de las hormigoneras y algunas herramientas”, contó.

No es una decisión fácil de tomar, como saben muchos beneficiarios del Procrear. Por un lado está la propia seguridad en juego —el argumento de mayor peso— y después hay que seguir con la rutina laboral del día, cansado y mal dormido por la noche en vela en el auto. Pero las dificultades financieras que plantea una obra pueden inclinar la balanza hacia el improvisado rol de sereno. 

En la recta final de la construcción de su casa, con un crédito Procrear, Martín ahora tiene previsto colocar una alarma con monitoreo para poder dormir tranquilo y no tener que quedarse de guardia en la obra.

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