Referentes barriales alertan sobre el crecimiento del comercio de estupefacientes y piden medidas "urgentes" para aplacar la violencia. Es la principal demanda que llevarán los vecinos al Observatorio Ciudadano. Urbanizar y abrir calles, otros temas pendientes.
La Capital |
La primera edición del año del Observatorio de Seguridad Ciudadana, que se hará la semana próxima en Ludueña, encontrará al barrio movilizado detrás de una lista de demandas que tiene a la cabeza, de manera indiscutida, la cuestión del narcotráfico. Las disputas ente bandas, los búnkers de drogas que derriban a golpes los mismos vecinos y los casos de jóvenes y militantes sociales muertos por balas en pugna coparán el debate. En un territorio jaqueado por la violencia, también se pondrán sobre la mesa necesidades históricas como la apertura de calles cortadas por la vía, la urbanización de villas miseria y el aporte de recursos a la red de contención social de un barrio con más de 40 mil habitantes.
Con ese temario se encontrarán el 8 de mayo los concejales y funcionarios provinciales y municipales que se reunirán con los vecinos en el marco del Observatorio, una estrategia que comenzó en 2012 para analizar en terreno los problemas de seguridad barrial.
Este año, el espacio debuta en Ludueña, un barrio con heridas recientes por el crimen de la trabajadora comunitaria Mercedes Delgado, baleada en medio de una pelea de bandas en enero pasado, y el ataque a tiros por presuntos narcos a Aarón M., de 13 años, el 29 de abril.
En ese clima de altísima exposición conviven los más de 40 mil habitantes del barrio, según datos procesados en el Centro Municipal de Distrito (CMD) Noroeste en base al último censo y el padrón electoral. Es un territorio surcado por las vías del tren, donde se mezclan típicas casas de clase media, complejos de viviendas sociales y paupérrimas villas miseria. Los límites son difusos, aunque en la mesa social del distrito se consideran como fronteras Felipe Moré al este, Tucumán al sur, Provincias Unidas al oeste y French al norte.
"Lo más urgente es desarticular la red narco del barrio y después sí profundizar la contención, porque por algo la gente consume", definió Lucas Vilca, de 26 años e integrante del espacio cultural El Bodegón. El centro funciona en la casa de Gorriti 5559, donde vivió Pocho Lepratti, el militante asesinado por la policía en 2001. Ahí, los pibes siguen sus pasos en un contexto que se les representa más complejo y marcado a fuego por la extensión del tráfico de drogas.
"En los últimos tiempos vivimos muchísimos cambios. Cuando el Pocho empezó con este trabajo social el barrio estaba muy pobre. Pero ahora, además de la falta de educación, de trabajo y de expectativas, se acentuó el problema del narcotráfico. Es una red gigante y el barrio es de unos pocos", analizó Vilca, uno de los quince coordinadores de la entidad donde cincuenta chicos participan de una murga y talleres.
"Antes se disputaba el poder con los punteros, ahora con los transeros. La diferencia es que antes se podía hablar y hoy la palabra no sirve porque te tiran un tiro", comparó, en un descarnado balance que llevará al Observatorio. "Con talleres ya no alcanza. Ni con capacitar a los pibes para la oferta de empleo neoliberal. Ningún trabajo paga los 400 pesos por día que les dan los chicos por ser soldaditos, algo que además les da poder y protección".
Esa trama que ganó terreno en Ludueña, donde los vecinos llegaron a derrumbar tres quioscos de droga en una semana, se extiende en un barrio donde el 40 por ciento de los hogares no tiene cloacas y un tercio carece de gas natural. Una consolidada red institucional intenta hacerle frente a la pobreza y otras carencias (ver aparte). Los colectivos que llegan, con baja frecuencia por la noche, son el 101, el 112 rojo y negro, el 129 y el 141, el único que llega a Ludueña Sur.
"Sería importante que la reunión se haga realmente para ver qué hace falta", opinó el cura salesiano Edgardo Montaldo, de 83 años y con 45 de trabajo en Ludueña. Y no dudó en ubicar como tema central en esa agenda al tráfico de drogas, al que se directamente se refiere como "la epidemia" del barrio.
El religioso instó por profundizar el trabajo institucional y pidió evitar soluciones que sólo repriman a eslabones más débiles. "Con más policías estaremos inventando nuevas cosas para defendernos de los niños, en lugar de curar a los niños y atacar las enfermedades de las que son víctimas", recomendó, además de lamentar "cuántos chicos seguimos perdiendo" por el avance narco.
Desde la vecinal Ludueña Sur, de Pedro Lino Funes 550, Rubén Alos instala otro tema postergado: la urbanización de la villa que se levanta junto a las vías, desde Felipe Moré a Provincias Unidas. Unas 750 familias habían gestionado su participación en el plan Sueños Compartidos, pero la ilusión se apagó con el cierre del programa.
"Habrá que empezar de nuevo", dijo Alos, que realizó planteos ante la Defensoría del Pueblo porque el cartero no entra a ese sector y reclama la apertura de calle Campbell. Otras demandas que se suman a un temario candente.
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