A horas de recordar la página más triste que vivimos los santafesinos, aquel 29 de abril de 2003, donde el río Salado dejó bajo el agua a una parte de la ciudad, el testimonio de los vecinos y los retratos, 10 años después.
El agua forma parte de la historia santafesina desde su origen, porque le dio motivo a su ubicación pero también le robó vidas y dejó cicatrices perpetuas en muchas otras.
Ocurrió hace exactamente diez años. El río Salado ingresó por una brecha no cerrada de la defensa del cordón oeste de la ciudad, en la avenida de Circunvalación, provocando la inundación más grande de Santa Fe. Desbordó los límites previstos –aunque hablar de previsión en este caso en particular no tiene correlato con lo ocurrido– y ocupó un tercio de la capital provincial. Unas 100.000 personas personas se refugiaron en los centros de evacuados y otras tantas permanecieron arriba de los techos de sus casas inundadas ya sea para proteger sus pertenencias o por la imposibilidad de escapar de la situación.
Hoy es un día en donde se recuerda con tristeza una tragedia que podría haberse evitado, pero también se recuerda con mucho aprecio la solidaridad que mostró todo el pueblo argentino, ya sea los mismos habitantes de la ciudad que solidariamente durante semanas enteras brindaron su tiempo para hacer lo que fuese necesario sin esperar nada a cambio, o todas las personas, que desde todas las partes del país brindaron desinteresadamente todo tipo de ayuda.
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