Se bebe con gaseosas, jugos, agua, soda o bien con hielo. Lo revela un estudio de la Corporación Vitivinícola Argentina. El 50% de los consultados asegura que lo toman habitualmente y siete de cada diez lo compran al menos una vez al año.
Para la industria vitivinícola, que un estudio arroje que el vino sigue siendo la bebida más penetrante en los hogares argentinos siempre es buena noticia. Sin embargo, el hecho de que el 60% de los consumidores lo mezcle con otras bebidas como gaseosas, jugos, agua, soda, o bien con hielo genera cierta inquietud acerca de lo que se ofrece con relación a lo que el público desea.
El Fondo Vitivinícola de Mendoza, a pedido de la Corporación Vitivinícola Argentina (COVIAR), realizó un estudio de mercado sobre el consumo de vino en Argentina, su relación con las bebidas sustitutas y también dentro del mercado de bebidas.
El objetivo es entender al nuevo consumidor, que ya no es el mismo de otras décadas, para proponer alternativas modernas de tomar vino, de acuerdo con lo que otras bebidas hacen.
Entre algunos de los resultados más llamativos se destaca que 6 de cada 10 argentinos mezclan el vino: “Lo hace más del 60% de los consumidores, utilizando desde hielo, soda o agua y en algunas zonas del interior otras bebidas como jugo o gaseosas. En algunos casos porque gustan de un vino más dulce, y en otros, porque baja la graduación de alcohol”, explicó Sergio Villanueva, gerente general de la Unión Vitivinícola Argentina (UVA).
Esta es una tendencia que también la comparten otras bebidas alcohólicas como el Campari o el Fernet. Este último aparece con fuerza, no aún en los espacios del vino, pero sí después de la comida y compitiendo fuertemente con la cerveza el territorio de la juntada con amigos o las salidas.
Aunque eso puede resultar desalentador, otros datos como la estabilidad en el consumo en los últimos diez años y la presencia de un pequeño crecimiento en los desde 2012 a 2014, son positivos.
Además se afirmó la consolidación del vino como la bebida más penetrante en los hogares argentinos, ya que 7 de cada 10 personas lo compran por lo menos una vez al año y 5 de cada 10 lo consumen con regularidad. Esto lo convierte en la cuarta categoría masiva en cuanto a frecuencia, detrás de la leche, las galletas y los panificados.
Con esos y otros datos más, la industria vitivinícola tuvo una reunión en Buenos Aires, donde se buscaron conclusiones del estudio, se cruzó información y se analizaron tendencias mundiales, con el tema de la innovación como prioridad.
“Hay una fuerte lucha en el mundo y también en Argentina respecto de cómo se consume el vino. Ya no se busca tanta calidad sino que se eligen los momentos, y se cambiaron los hábitos de consumo. Antes se tomaba por tradición y ahora es por placer”, reflexionó Villanueva.
Otro ítem del informe dice que Argentina está entre los diez mercados del vino a nivel mundial y es octavo en consumo per cápita, aunque la mayoría de sus consumidores no son exclusivos. Según los expertos, esto ocurre por una evolución de la sociedad que ahora presenta más situaciones donde consumir bebidas además del almuerzo y la cena. Algunos ejemplos son las previas, luego de trabajar, o en una salida a cenar, donde hay varias alternativas y se utilizan.
“El desafío es no perder lo que ya se tiene como el vino con las comidas, que son espacios ganados y deben defenderse, pero no hay que perder de vista los posibles espacios a ganar”, aclaró Villanueva.
Uno de esos espacios es la llamada “refrescancia”, donde gran parte de los argentinos no la relaciona con el vino sino con la cerveza, jugos y gaseosas. Otro es el avance del rosado a nivel mundial, un vino más dulce y fresco que todavía no logra reconocimiento en Argentina.
Esta investigación la concretó Knack Argentina, una empresa dedicada a estudios de mercado, tomando en cuenta a 1.850 familias de todo el territorio nacional.
Los resultados se complementaron con datos obtenidos por otra empresa llamada Kantar Panel, que mide el consumo en hogares de distintos niveles socioeconómicos, a través de un escáner por el que pasan todos los productos que compran. A partir de eso se mide el comportamiento del vino y sus competencias.
Por último, Villanueva destacó que el consumidor de hoy “quiere menos reglas” y que se adapten más a su gusto, donde el placer esté antes que el saber.
Para eso es fundamental la comunicación genérica del vino, porque hay cosas que desde lo genérico se pueden comunicar y desde la marca cuestan. “Por ejemplo, que el vino se puede tomar con soda. Si lo dice una marca, se lo asocia con una baja calidad. Pero desde lo genérico, mostrando personas que lo toman con soda o hielo, se puede lograr”.
Compran calidad
Vinos de marca. Hace más de 10 años, el 80% consumía vino común de mesa. Aunque la cantidad de litros consumidos es estable, fue creciendo la facturación, dado que fue creciendo la escala de los vinos que se compran. Ahora se elige más calidad.
En números
14,6 millones de argentinos compran vino, al menos una vez por año. Y 5 de cada 10, lo consumen habitualmente.
6 de cada 10 lo mezclan con otra bebida, desde hielo, agua o soda, hasta jugos y gaseosas.
El vino es la 4° categoría masiva de consumo por la frecuencia después de los panificados, galletitas y leche.
Argentina está entre los diez mercados del vino a nivel mundial. Y es 8° en consumo per cápita.
82% del volumen que se vende en Argentina es de menos de $37, y este segmento representa el 65% de la facturación.
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