Un muchacho de 20 años murió al recibir un disparo de escopeta en la cabeza mientras cazaba en la zona de islas, frente a Rosario.
Foto ilustración web.
Un muchacho de 20 años murió al recibir un disparo de escopeta en la cabeza mientras cazaba en la zona de islas, frente a Rosario. Un amigo con quien estaba y el padre de la víctima lo trasladaron a Granadero Baigorria, donde viven, pero el joven llegó muerto. Aunque no se descarta ninguna hipótesis, para la Justicia la más fuerte es que se trató de un accidente.
El hecho ocurrió ayer, cerca del mediodía, en la zona de islas conocida como El Espinillo, frente a Rosario, cuando Jesús Mauricio Ereñú cruzó con su padre y un amigo —cuya identidad no trascendió— a pescar y cazar, y esto último fue lo que hicieron los dos jóvenes.
Por causas que se tratan de establecer, un disparo impactó en la frente de Jesús Mauricio cuando manipulaba el arma. Su amigo fue en búsqueda del padre a pedir ayuda y ambos lo cargaron y cruzaron hasta Granadero Baigorria, pero cuando llegó a tierra firme, la víctima ya estaba sin vida.
La fiscal que investiga la causa y que se hizo presente en en lugar, Mariana Prunotto, reconoció que aún no se conoce exactamente la mecánica del hecho, y que está a la espera de los resultados de la autopsia, así como los informes balísticos y todos los elementos necesarios para investigar la causa. No obstante, y por el relato de los testigos, la primera hipótesis sería la de un accidente.
Tal cual se publicó ayer en la edición on line de La Capital, Pablo —así se identificó— amigo del padre y padrino de Mauricio, contó que el muchacho medía dos metros de altura. El hombre calculó que probablemente el joven haya manipulado el arma “con cierta soberbia”, porque era muy baqueano. El hombre contó que los Ereñú son “una familia de laburantes, son nueve hermanos que dependen pura y exclusivamente de la caza y de la pesca. Fue un hecho desgraciado que en este caso le tocó atravesar a esta familia”, dijo.
El encargado de Islas de Victoria, Fabricio Villa, explicó que en esta época del año está permitida la caza de la nutria y del pato, aunque en ambos casos los cazadores deben pedir un permiso especial en la Oficina de Fiscalización de la ciudad entrerriana. A los cazadores habituales se les extiende una licencia que va de julio a septiembre, y un permiso con cupo definido. El funcionario calculó que quienes estuvieron involucrados en este episodio no tenían permiso para desarrollar la actividad, ya que “no se han presentado solicitudes en estas semanas”.
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