La víctima creyó que le iban a instalar un medidor y les abrió la puerta. Le robaron 7.500 pesos destinados a pagar el alquiler de su casa de barrio Las Delicias.
La Capital |
"Me parece que nos equivocamos de casa". Así le dijo a su cómplice uno de los dos hombres que ayer a la mañana y ataviados con mamelucos de trabajo de la Empresa Provincial de la Energía (EPE) engañaron a una ama de casa en barrio Las Delicias y le robaron a punta de pistola los 7.500 pesos que la familia tenía destinado para pagar el alquiler y equipar la casa con sillas y una mesa de comedor nueva.
Mientras sus tres hijos dormían y su marido trabajaba, Mariela López se preparaba ayer a las 9.30 para salir de su casa a cumplir con obligaciones típicas de una familia que pelea día a día por el sustento. Había separado en una cartera los casi 4.000 pesos para abonar el alquiler y un resto del aguinaldo que destinaría a la renovación de algunos muebles
Al voleo. La casa que ayer fue blanco de los delincuentes está ubicada en una zona que aparenta ser tranquila, en Madre Cabrini al 2400 (Oroño al 5800), una arteria angosta y asfaltada con cunetas de desagüe a los costados en pleno barrio Las Delicias. La vivienda tiene un frente con revoque sin terminar, una reja que separa la puerta de ingreso y forma una especie de retiro.
"Creo que fue una casualidad, un robo al voleo. Como estábamos esperando que la EPE nos reconectara el medidor que habían retirado por una deuda que tenía el inquilino anterior y mi mujer vio desde adentro de la casa que por la vereda pasaban esas dos personas, pensó que habían llegado los operarios. Entonces salió al cruce y los llamó", describió ayer al mediodía Pablo Muñoz, el marido de Marcela, quien relató a LaCapital los pormenores del atraco.
Planilla. "En el momento que mi mujer los paró, uno de ellos le dijo que tenía que firmar una planilla. Ella accedió y les abrió la puerta. De inmediato el otro sacó una pistola, se la puso en la cabeza, la empujó, le pegó una cachetada en la cara y bajo amenazas la obligó a ingresar a la casa", indicó padre de la familia sobre el momento más tenso que vivió su compañera.
Angustiado, Pedro recordó que los hampones "le apretaban el caño del arma en la sien" a su mujer y "le decían que no gritara y entregara todo el dinero y las joyas, que no tenemos", se sinceró el hombre, un vigilador privado que lamentaba la pérdida del salario con el aguinaldo, aunque valoraba más que sus hijos de 16, 6 y 4 años no hayan sufrido nada, ya que al momento del atraco los más pequeños estaban durmiendo.
Es que una vez adentro de la casa, mientras uno de los delincuentes mantenía sujetada a Mariela el otro se desplazaba por la vivienda para verificar si efectivamente los niños dormían. "Cerraron las puertas de las habitaciones, a ellos no los tocaron. Después mi mujer les señaló un mostrador donde estaba preparada la cartera con el dinero, sacaron los 7.500 pesos y se fueron caminando hasta calle Santiago. No sabemos si tenían un auto de apoyo".
Con logos. La hija más grande del matrimonio también confirmó que los hombres estaban ataviados con atuendo de la empresa de servicios públicos. "Eran mamelucos azules con el logo de la EPE", indicó la adolescente mientras levantaba enseres del almuerzo hasta la mesada de la cocina y destacaba que la policía "llegó rápido y rastrilló la zona hasta el supermercado Libertad" pero no pudo dar con los delincuentes
Otra aspecto que les llamó la atención a las víctimas es que a pesar de tener a mano una computadora de escritorio completa, un televisor, un equipo de música, entre otros objetos de relativo valor, los hampones no tocaron nada y sólo se alzaron con el dinero en efectivo.
El grupo familiar llegó al barrio hace un año y medio procedente de barrio Ludueña y jamás había pasado por una situación similar, más allá de ser testigos de ocasionales arrebatos, que son cada vez más habituales. "Nos mudamos porque allá estaba complicado y mirá lo que nos pasa", lamentó Pablo.
Con la amargura haber sido despojados del dinero y la esperanza de que la compañía de seguros les reconozca una parte de lo perdido, finalmente Pablo recordó que su mujer escuchó decir a los maleantes mientras escapaban: "Me parece que nos equivocamos de casa".
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