Fuentes de la investigación ligaron el accionar de los quemacoches con grupos direccionados con fines políticos. Aseguran que no es casual que no hayan quedado filmados en ninguna de las más de 150 cámaras de seguridad que tiene la ciudad.
Como una réplica turbulenta al pedido del intendente José Corral, para que todos los santafesinos colaboren en atrapar a los quemacoches, cuatro autos fueron incendiados este sábado a la madrugada, en tres barrios de la ciudad. Los cuatro incendios se convirtieron en la cifra más numerosa de episodios registrados en una misma madrugada, desde que se inició la seguidilla de incendios, hace poco más de dos meses.
El desenfreno piromaníaco tiene a los investigadores policiales y de la Justicia trabajando sobre varias líneas, pero la que más peso tiene es la que vincula a los incendios y el malestar que genera en la gente, con la contienda electoral.
“Bajaron los robos, los heridos, los homicidios. Hoy podés dormir con la puerta abierta de tu casa, pero guardá el auto”, ironizó una fuente cercana a la investigación y destacó que los autores de los incendios tienen información clave: saben exactamente dónde están ubicadas las más de 150 cámaras de seguridad que tiene la ciudad, para no quedar filmados.
“Estos hechos hicieron que se disponga muchísima cantidad de agentes de policía recorriendo las calles en todos los barrios. Esa medida va en contra de los intereses de los delincuentes comunes. No son ellos los que están detrás de estas maniobras”, dijo el investigador. Y agregó que la mira está puesta en grupos de tareas, con mano de obra ociosa,que está siendo direccionada con fines políticos.
Desde marzo, cuando se produjeron los primeros vandalismos, hubo 38 autos quemados en Santa Fe, Sauce Viejo, Recreo y Santo Tomé, incluidos los cuatro hechos de la madrugada.
Sobre los casos de barrio Mayoraz ocurridos el sábado, un remisero declaró que vio a tres muchachos que andaban a pie, que eran de estatura mediana, delgados y que uno de ellos llevaba una campera azul. Pero los datos no alcanzan para trazar un perfil de búsqueda. También hay una filmación del día que se quemó una camioneta y una de las cámaras que está en el Cementerio Municipal captó de muy lejos a una persona que ingresa a la cuadra donde estaba estacionada. En la secuencia se lo ve volver sobre sus pasos a los pocos minutos. La situación es sospechosa, pero no se alcanzan a divisar rostros.
Copias de conducta
En paralelo, el fiscal regional Ricardo Fessia indicó que de los cuatro casos ocurridos este sábado, los de barrio Mayoraz sí podrían ser una continuación del accionar de los quemacoches pero que los episodios de barrios Santa Rosa de Lima y Favaloro serían copias de conducta.
El primero se registró en Lasalle al 3600 del barrio René Favaloro. Allí, un Fiat Duna Blanco que se encontraba en la vía pública, fue prendido fuego a las 3.30. “La hermana de la propietaria dijo que escuchó la explosión y vio a dos muchachos salir corriendo. Creen que es una venganza por haberse quejado de un grupo de muchachos que estaban haciendo disparos al aire con un rifle de aire comprimido”, contó el funcionario.
Media hora después, el escuadrón de bomberos llegó hasta calle Lisandro de la Torre al 4500, en el corazón de Santa Rosa de Lima para apagar las llamas de un Fiat Uno blanco que dormía en la puerta de la casa donde funcionaba una especie de taller mecánico. “Creen que este hecho también fue una venganza por problemas previos”, agregó el funcionario.
Los dos hechos más llamativos para los investigadores son los que ocurrieron a 20 metros de distancia entre sí, en pleno barrio Mayoraz. A las 4.15, el olor a quemado asfixió el Pasaje Parpal al 2700 en barrio Jardín Mayoraz cuando el fuego comenzó a quemar una Peugeot Partner blanca.
El dueño, de 35 años, contó que la puerta de atrás no cerraba y el combustible fue ingresado por ahí. El otro hecho fue a la vuelta de la esquina, sobre calle San Jerónimo en el cruce con Parpal. Las llamas quemaron un Ford Orion gris clarito que también estaba estacionado en la vereda de la casa de un chapista, a quien le habían pedido arreglar el auto. Pero los dueños hacía más de dos años que no lo iban a buscar y desde entonces el vehículo estaba en desuso.
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