Este martes, minutos después de las 16, unos 20 pasajeros fueron desvalijados a bordo de un interno de la línea 134 en la zona sur. Una vez cometido el robo en la 134, los pasajeros descendieron desesperados de la unidad.
La Capital |
En apenas una semana, al menos un colectivo con pasajeros terminó asaltado por día. El último episodio fue ayer, a bordo de un interno de la línea 134, donde dos delincuentes les robaron sus pertenencias a unos 20 pasajeros y al chofer en la zona sur de la ciudad.
La noche del lunes, en tanto, en un micro interurbano de la firma Las Rosas el chofer fue amenazado y luego herido con una jeringa que el ladrón dijo estaba infectada con el virus de VIH. Antes de ese incidente, en seis días hubo robos a bordo de las líneas 125, 122, 143, 112, 129 y 115, siempre de noche.
En un nuevo intento por frenar la violencia en el transporte público, a principios de marzo la provincia anunció que instalaría cámaras de vigilancia en al menos 60 unidades en una primera etapa, proceso para el que a fin de mes confía en lanzar la licitación, con apoyo de la Unión Tranviarios Automotor (UTA).
Sin embargo, otro sector gremial insiste con que lo que hace falta es un policía arriba de cada ómnibus por noche. "En total no más de 40 o 50 agentes", afirmó ayer el titular de la Asociación de Obreros del Transporte Automotor (Aota), Alberto Montenegro.
El último episodio se dio ayer, minutos después de las 16, cuando dos delincuentes armados subieron al interno 106 de la línea 134 en Corrientes y Lamadrid. Desde esa intersección hasta Corrientes y Amenábar sometieron a todo el pasaje a varios minutos de terror. Les robaron pertenencias y celulares y huyeron. La escena que se vio en la esquina de Corrientes y Amenábar fue elocuente: minutos después de que los ladrones se dieron a la fuga, la veintena de pasajeros bajó de la unidad visiblemente conmocionada.
Jeringa. Horas antes, un micro interurbano había sido asaltado por un hombre que dijo ser portador de sida y cometió el robo empuñando una jeringa con sangre.
Según contó ayer el líder de Aota — sindicato que obtuvo personería gremial el año pasado—, el conductor del interno 127 de la línea de media distancia que une Rosario con Carcarañá quedó "aterrorizado" por lo que vivió y pidió reserva de su identidad.
El hombre venía conduciendo por Eva Perón, a las 22, cuando a la altura de Solís subió un delincuente que, antes de robarle unos mil pesos a él (los interurbanos siguen cobrando a bordo) y a los pasajeros, le apoyó una jeringa en el cuello advirtiéndole que tenía sangre contaminada con el virus del sida y estaba dispuesto a inyectarlo.
Tras esa amenaza, el ladrón logró alzarse con el dinero y huyó. Tan tensa fue la situación, que el trabajador terminó con una crisis nerviosa en el Hospital Carrasco.
De hecho, según contó Montenegro, el conductor llegó incluso a ser pinchado. "¿Se imagina el daño psicológico que sufren ese hombre y su familia mientras le hacen los estudios para ver si lo contagiaron?", se preguntó.
Y van... El de antenoche fue sólo uno de los últimos casos de un saga que en apenas una semana contabilizó al menos un asalto diario, siempre con robos a choferes y pasajeros, casi siempre en horario nocturno y con armas blancas o de fuego.
Hace rato que tanto los dirigentes de UTA como los de Aota afirman que, excepto que haya heridos, los asaltos ya ni se denuncian.
Pero en marzo pasado la gota pareció colmar el vaso con el grave ataque a balazos que sufrió un chofer de Rosario Bus y que terminó con un paro. Un mes antes, el asesinato de otro conductor (no mientras manejaba, sino yendo a tomar su servicio) también había caldeado los ánimos de al menos un grupo de trabajadores, en ese caso nucleados en Aota, que bloquearon la salida de las unidades de la misma empresa en Granadero Baigorria, lo que generó una fuerte tensión con personal policial y del Ministerio de Seguridad.
Luego vino la sugerencia de instalar cámaras a bordo de las unidades, un proyecto que podría tener novedades a fin de mes (ver aparte).
Sin embargo, el titular de Aota no se mostró muy conforme con esas medidas. "Hemos dicho públicamente que no sirven: lo único realmente efectivo sería tener un policía arriba de cada coche durante las noches". Todas las líneas, durante todo el recorrido.
Aun así, Montenegro aclaró que esa medida no demandaría demasiado personal policial: según él, con la escasa frecuencia nocturna, "40 o 50 agentes bastarían" para garantizar "la única solución real" al problema de la inseguridad en el transporte.
Mientras tanto, los robos se suceden.
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