Trece años después, los jóvenes por los que trabajó el militante asesinado por la policía hoy siguen con su tarea social, y advierten un avance narco en los barrios.
La Capital |
Trece años después del asesinato del militante social Claudio "Pocho" Lepratti por parte de un policía, los chicos que él asistió para salir de la violencia y la exclusión en los barrios más marginales se han convertido en jóvenes. Y hoy siguen adelante con su tarea social en barrio Ludueña. ¿Qué pasó desde entonces? ¿Cómo ven la realidad estos pibes a los que Pocho les inculcó valores hasta su trágica muerte en diciembre de 2001?
La casa donde vivió Pocho fue transformada en centro cultural El Bodegón. Está en Gorriti al 5.500. Allí se dictan talleres de arte, espacios de contención para niños y adolescentes, un taller de radio, la murga de los Trapos, un espacio textil y la edición de las revistas La Notita y La Mar en Coche.
Trece años después de aquel asesinato, estos jóvenes a los que Pocho conoció muy chicos son conscientes de los problemas que atraviesa Ludueña. "La responsabilidad es de un Estado que genera las condiciones para que el narcotráfico plantee una disputa del territorio, es una cuestión de poder y connivencia", plantea Erica, uno de esas niñas devenida en militante.
El problema."El problema no son los pibes, es el hambre, la falta de laburo, la educación. Si hay hambre y se responde con balas..", grafica, en tanto, Vanesa Molina.
A su lado, Pía agrega: "A la policía le compran móviles y le pagan el sueldo mientras que las políticas públicas no están. Si hablamos de dispositivos para niñez y juventud, el Estado dispone de tres trabajadores precarizados que lo sostienen dos semanas en el territorio", asegura y dispara: "Hay centros de salud y de convivencia cerrados en los lugares donde más se necesitan políticas públicas. La violencia la ejerce el Estado".
La violencia.Vanesa también cuestionó el tratamiento de los casos de violencia extrema. "Cuando matan a un pibe queda agendado como un enfrentamiento entre narcos, ¿y la vida del chico?. Abren calles como Teniente Agneta, ¿no ven cómo vive la gente al costado de la vía?. No tienen luz, se viven cagando a tiros pero las armas son todas de la cana. ¿Cuántos tienen plomos en el cuerpo?, ¿de qué calibre son?", se pregunta.
Varón Fernández se suma a la charla. "En la mayoría de los barrios ya no quedan punteros políticos. La construcción territorial de poder hoy es del narco, organiza el espacio y lo controla. No es casualidad que no haya unidades básicas. El problema no es exclusivamente el narcotráfico. Cuando hemos querido mejorar la casa de Pocho, terminar la biblioteca, darle un espacio a la radio o impulsar una propuesta cultural, siempre nos dijeron que no hay presupuesto".
Vanesa cuestionó el abordaje desde el Estado al señalar que no se enfoca al grupo familiar sino que el "problema siguen siendo los pibes". Las reflexiones también giran en torno a la deserción y el fracaso escolar.
Preguntas.Para cerrar el diálogo, Varón deja planteada la duda: "Supongamos que todo esto no es así, que estamos equivocados. Pregunten en la Sagrada Familia, un centro comunitario de la zona, cuántos pibes han velado últimamente y comparémoslo con la ayuda que reciben".
Y para honrar aquello de transformar la tristeza en alegría, todos sonríen para la foto. En pleno corazón de Ludueña, los pagos del Angel de la Bicicleta.
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