“Y amigos, ¿qué les pareció mi cromada?”, escribió Leandro Hernández en su muro, un día después del crimen de Rodrigo Berón ocurrido en 2011. La semana pasada la Justicia lo condenó a 11 años de prisión, al igual que a Darío el “Ñato” Díaz.
El juez de Sentencia Nº 5, Enrique Álvarez, condenó a dos jóvenes que en 2011 fueron acusados por el crimen de Rodrigo Carlos Berón. Se trata de Leandro Adrián Hernández, de 21 años y Darío Emanuel Díaz, de 20, quienes recibieron pena de 11 años de prisión cada uno, por el delito de “homicidio calificado por el empleo de arma de fuego”.
En fotografías extraídas del Facebook se observa a Hernández posando con armas de fuego, “lo cual es indicativo de las actitudes beligerantes”, destacó el juez, que detectó “en particular el mensaje que se incorpora en su página el 10 de mayo de 2011, un día después de la muerte de Berón: Y amigos ¿qué les pareció mi cromada???”, en clara referencia a un arma de fuego.
Esos indicios, sumados a las declaraciones de vecinos, familiares y testigos, le permitieron al juez encauzar el origen de una historia, basada en viejas desavenencias personales. “Todos en el barrio dan cuenta de las amenazas previas entre los protagonistas del evento”, explicitó el juez en la sentencia dictada el lunes 4 de marzo y que actualmente se encuentra apelada por una de las partes.
Dos acusados
El hecho se remonta a la noche del 9 de mayo de 2011 cuando los servicios de emergencia de la ciudad trasladaron a un muchacho herido, desde la esquina de Mendoza y Azopardo. La víctima ingresó al hospital Cullen con un disparo en la cabeza, del cual no pudo ser salvado.
Con la muerte de Berón se le dio intervención a la Sección Homicidios de la Unidad Regional Uno, la que determinó que el lugar donde hirieron gravemente al muchacho fue en realidad a la altura de calle Arenales y Pasaje Falucho, cerca del terraplén.
Las primeras versiones apuntaron directamente contra Díaz y Hernández, pero sólo el primero de ellos fue detenido, ya que el segundo estuvo varios meses prófugo.
Durante la etapa de Instrucción, la causa estuvo a cargo del juez Diego De la Torre, quien procesó a Díaz por el crimen. Al poco tiempo, la policía logró apresar a Hernández gracias a un ingenioso plan, que consistió en seducirlo y atraerlo con una cita amorosa.
En cuanto a lo ocurrido aquella noche de 2011, el padre de Rodrigo Berón contó que uno de sus hijos entró a la casa a eso de las nueve de la noche y le dijo que “el Leo” (Hernández) y “el Ñato” (Díaz) estaban armados y amenazaron a su hermano. Al salir de la casa escucharon varias detonaciones, y uno de esos tiros impactó en la cabeza del muchacho.
“Tienen pánico”
Según el testimonio de uno de los hermanos de la víctima, “Leo portaba un arma como la de la policía, cromada” y “el Ñato un revólver”, dijo.
El juez Álvarez pidió “tener presente la geografía del lugar”, un tanto irregular y oscura a esa hora del día. Otra complicación fue que “todos y cada uno de los que pudieron ver el suceso tienen ‘miedo’ o mejor dicho ‘pánico’ de declarar en los estrados judiciales”.
En favor de Hernández, la defensora general Nº 6, Nilda Ojeda, manifestó que “los únicos que incriminan a su cliente son familiares del occiso y no hay otros elementos que ameriten una condena”. Por su parte, la abogada de Díaz, la Dra. Sandra Arredondo, argumentó que “el autor de la muerte de Berón fue Hernández y no su cliente”.
Nada de ello fue tenido en cuenta a la hora de resolver, por parte del juez Álvarez, salvo que los imputados no registran antecedentes penales. Por este último atenuante, el magistrado les aplicó una condena de 11 años de cárcel y no 12 como había solicitado la Fiscal Nº 5, Elena Perticará.
En caso de quedar firme el decisorio del juez penal, para Hernández la pena vence el 23 de enero de 2023; mientras que en Díaz, que quedó detenido un año antes, vence el 23 de septiembre de 2022.
En fotografías extraídas del Facebook se observa a Hernández posando con armas de fuego, “lo cual es indicativo de las actitudes beligerantes”, destacó el juez, que detectó “en particular el mensaje que se incorpora en su página el 10 de mayo de 2011, un día después de la muerte de Berón: Y amigos ¿qué les pareció mi cromada???”, en clara referencia a un arma de fuego.
Esos indicios, sumados a las declaraciones de vecinos, familiares y testigos, le permitieron al juez encauzar el origen de una historia, basada en viejas desavenencias personales. “Todos en el barrio dan cuenta de las amenazas previas entre los protagonistas del evento”, explicitó el juez en la sentencia dictada el lunes 4 de marzo y que actualmente se encuentra apelada por una de las partes.
Dos acusados
El hecho se remonta a la noche del 9 de mayo de 2011 cuando los servicios de emergencia de la ciudad trasladaron a un muchacho herido, desde la esquina de Mendoza y Azopardo. La víctima ingresó al hospital Cullen con un disparo en la cabeza, del cual no pudo ser salvado.
Con la muerte de Berón se le dio intervención a la Sección Homicidios de la Unidad Regional Uno, la que determinó que el lugar donde hirieron gravemente al muchacho fue en realidad a la altura de calle Arenales y Pasaje Falucho, cerca del terraplén.
Las primeras versiones apuntaron directamente contra Díaz y Hernández, pero sólo el primero de ellos fue detenido, ya que el segundo estuvo varios meses prófugo.
Durante la etapa de Instrucción, la causa estuvo a cargo del juez Diego De la Torre, quien procesó a Díaz por el crimen. Al poco tiempo, la policía logró apresar a Hernández gracias a un ingenioso plan, que consistió en seducirlo y atraerlo con una cita amorosa.
En cuanto a lo ocurrido aquella noche de 2011, el padre de Rodrigo Berón contó que uno de sus hijos entró a la casa a eso de las nueve de la noche y le dijo que “el Leo” (Hernández) y “el Ñato” (Díaz) estaban armados y amenazaron a su hermano. Al salir de la casa escucharon varias detonaciones, y uno de esos tiros impactó en la cabeza del muchacho.
“Tienen pánico”
Según el testimonio de uno de los hermanos de la víctima, “Leo portaba un arma como la de la policía, cromada” y “el Ñato un revólver”, dijo.
El juez Álvarez pidió “tener presente la geografía del lugar”, un tanto irregular y oscura a esa hora del día. Otra complicación fue que “todos y cada uno de los que pudieron ver el suceso tienen ‘miedo’ o mejor dicho ‘pánico’ de declarar en los estrados judiciales”.
En favor de Hernández, la defensora general Nº 6, Nilda Ojeda, manifestó que “los únicos que incriminan a su cliente son familiares del occiso y no hay otros elementos que ameriten una condena”. Por su parte, la abogada de Díaz, la Dra. Sandra Arredondo, argumentó que “el autor de la muerte de Berón fue Hernández y no su cliente”.
Nada de ello fue tenido en cuenta a la hora de resolver, por parte del juez Álvarez, salvo que los imputados no registran antecedentes penales. Por este último atenuante, el magistrado les aplicó una condena de 11 años de cárcel y no 12 como había solicitado la Fiscal Nº 5, Elena Perticará.
En caso de quedar firme el decisorio del juez penal, para Hernández la pena vence el 23 de enero de 2023; mientras que en Díaz, que quedó detenido un año antes, vence el 23 de septiembre de 2022.
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