El Ministro de la Corte Suprema
de Justicia de la Nación, Eugenio Zaffaroni, alentó un acuerdo político
entre la Nación y la provincia de Santa Fe que cuestionó ante la Corte
Suprema de Justicia de la Nación la detracción de fondos federales ante
la no ratificación de un pacto federal vencido y no ratificado por la
provincia. “Algunos problemas son de índole política que se derivan a la
Corte, pero que tienen que tener solución política. Lamentablemente, no
la tienen y se pretende que la Corte los resuelva. Este problema que se
plantea con la provincia de Santa Fe se tendría que resolver
políticamente. Se nos deriva a nosotros una conflictividad cuya
naturaleza, en el fondo, si la analizamos, es de naturaleza política”,
señaló Zaffaroni.
El planteo de Santa Fe recobró notoriedad en la semana que el procurador general interino de la Nación, Luis González Warcalde, dictaminó que la Corte Suprema de Justicia debe rechazar las demandas presentadas por las provincias de Santa Fe y San Luis para que el gobierno central deje de descontar indebidamente -según el planteo- recursos coparticipables.
El ministro de la Corte puso otros ejemplos de planteos de provincia. “Se está perdiendo esa capacidad de negociación y se están produciendo lo que llamamos judicialización. La política está perdiendo la capacidad de negociación, esto es sentarse en una mesa. Esa capacidad es la esencia de la política, el que no tiene ese arte no puede hacer política. Esto es lo que se está perdiendo en la Argentina”, remarcó.
“La Corte no tiene plazos y el dictamen del procurador no es vinculante”, aclaró ante un pedido concreto de El Litoral.
Las dos reformas
Por otra parte, Zaffaroni justificó la necesidad de dictar un nuevo Código Penal cuyo anteproyecto le fue encomendado a él y a juristas de diferentes partidos políticos e insistió con la necesidad de reformar la Constitución Nacional para ir hacia un parlamentarismo.
“Un Código Penal, institucionalmente es un apéndice de la Constitución, el menú donde dice cuánto cuesta cada infracción. El Código Penal tiene que ser algo claro, orgánico; cada delito tiene que ser proporcional a la jerarquía del bien jurídico, del daño que se causa. Hoy, tenemos un caos total, un viejo Código -que era bueno- totalmente destrozado. En la época de mi abuela, todos intuitivamente sabíamos qué era delito y qué no era; hoy no lo sabemos ni los profesores de derecho penal porque se han empezado a crear tipos y tipos y tipos de derechos penales, porque se ha alterado todo el Código, porque se le metieron 900 reformas, se destrozó todo. Vale más la propiedad que la vida, hay delitos contra la propiedad que tienen más penas que delitos contra la vida. Son cosas incoherentes y un montón de leyes especiales que están fuera del Código. Existen un montón de disposiciones penales en leyes no penales, disposiciones extravagantes, disposiciones en leyes no penales que no sabemos si son delitos, contravenciones o faltas. Es una aquelarre por el que en algún momento hay que poner orden y hacer un Código”, señaló.
En cuanto a la reforma constitucional, Zaffaroni dice ser crítico de la enmienda de 1994 donde participó como integrante del Frente Grande. “Muchas instituciones quedaron a medio hacer con una serie de dificultades que después se no están planteando: autonomía de la ciudad de Buenos Aires; el Ministerio Público aparece extra poder pero hay articulitos que no resuelven mucho; no se ha resuelto la coparticipación federal donde se puso como condición una ley imposible que requiere tanto consenso que nunca se va a poder sancionar. Varias dificultades institucionales tienen su fuente en la Constitución. La Constitución no es el Himno, la Bandera, el escudo, es un instrumento que -no nos engañemos- la hemos puesto en funcionamiento hace menos de 30 años. Era como un auto que teníamos en el garaje, lo pusimos a funcionar y ahora que funciona nos damos cuenta de que hace unos cuantos ruidos. Lo que correspondería es pararlo y repararlo un poco”.
Pero además, Zaffaroni descarta el tema de la re-reelección siempre presente al momento de incluirse el tema en la agenda política. “Primero no lo creo viable; segundo, no creo que la presidenta tenga ganas de eso, tampoco creo que sea humanamente exigible ya que el ejercicio del Poder Ejecutivo en la Argentina es algo sumamente deteriorante en lo personal, no es fácil. En tercer lugar la re-re es mala palabra en la Argentina y lo sabemos desde hace años. Habría que pensar en cambiar el sistema de gobierno, si vamos a seguir con un presidencialismo o vamos a ir a un parlamentarismo. Soy partidario de un sistema parlamentario que no nos preserva de la crisis política y las crisis existen en todas las democracias; pero una cosa es que haya una crisis política y otra que cada crisis política en un sistema presidencialista se convierta en una crisis de sistema”, justificó.
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