Afectó al matrimonio que
atribuye la pérdida de un hijo a la aplicación de agroquímicos.
Denunciaron que la provincia y el municipio violaron la legislación que
regula el uso de plaguicidas. En esta oportunidad, Edgar Fontanellaz
llevó su caso a la Unidad Fiscal de Delitos Ambientales.
La Capital |
Desesperación, indignación e impotencia. Esa fue la sensación que
tuvo ayer Edgard Fontanellaz al enterarse que estaban fumigando un
predio rural lindero a la casa donde vive gran parte del día con su
familia en esta ciudad. El hombre se encontraba en Rosario cuando su
esposa María Luisa se comunicó con él para contarle lo sucedido y montó
en cólera. No es para menos: estaba escuchando una situación calcada a
las sufridas en ocasiones anteriores y que fueron motivos de denuncias
que aún no derivaron en los resultados esperados.
El matrimonio Fontanellaz perdió hace
poco más de un año uno de los gemelos que estaba esperando a causa,
aparentemente, de la influencia de los agroquímicos, un caso que tomó
trascendencia nacional y que reavivó el debate sobre los posibles
efectos nocivos de las fumigaciones en la salud. Desde ese duro golpe la
familia aún sigue esperando que la Justicia prohíba las aplicaciones de
agroquímicos a menos de mil metros del radio urbano firmatense. Pero
ese pedido, al menos hasta ahora, no prosperó y si bien en su momento
una medida cautelar impidió que se fumigue en un radio de 800 metros
alrededor de la casa de la familia damnificada, al parecer tampoco se
habría respetado mientras estuvo vigente.
"Mi esposa me llamó llorando para
decirme que estaban otra vez fumigando a sólo 20 metros de mi casa y me
puse loco", dijo a La Capital Edgar Fontanellaz para contar la historia
que le tocó vivir ayer a partir de las 11 y que derivó en una serie de
denuncias de la cuales algunas fueron "subestimadas".
En ese sentido aseguró que al tomar
conocimiento sobre el episodio se comunicó con la comisaría de Firmat
para "exponer la situación y solicitar que envíe un patrullero al lugar a
fin de constatar el hecho, lo cual no ocurrió, razón por la cual
denunciaré esta situación ante Asuntos Internos de la Policía para que
investigue".
Luego dijo haberse puesto en contacto
con la secretaria de Salud de la Municipalidad de Firmat, Marta Vilar, a
quien "le pedí que tome cartas en el asunto y me respondió voy a ver
qué hago", explicó Fontanellaz.
Desamparado. Al
sentirse desprotegido recurrió, a la Unidad Fiscal de Delitos
Ambientales, donde fue atendido por la abogada Dolores Douverges, quien
le aseguró "que se contactaría con Medio Ambiente de la provincia y con
la Municipalidad para que actúen".
Después de un largo raid finalmente
Fontanellaz logró el objetivo de que paren de fumigar frente a su casa
aunque ignora de dónde partió la decisión. Ello ocurrió luego de la
aspersión de agroquímicos sobre varias hectáreas del campo lindante a su
domicilio ubicado en Jorge Newbery sin número, del barrio Carlos
Casado. Allí se encontraban su esposa y sus dos hijos, Yidio, de siete
meses, y Wanda, una nena de 8 años con problemas de hipoacusia bilateral
congénita con doble implante coclear, quien ayer no fue a la escuela a
raíz del impacto emocional que le causó la situación.
Fontanellaz aseguró que mientras se
realizaba la fumigación estaba presente el ingeniero agrónomo municipal.
"Mi mujer se acercó a suplicarle que parara la aplicación y le dijo que
estaba allí para controlar y se sonrió".
El hombre denunció ayer la situación
ante la delegación área sur de la Dirección General de Sanidad Vegetal
del Ministerio de la Producción de la provincia. Entre otros puntos
planteó que "con esta acción los estados municipal y provincial violan
la ley que regula el uso de agroquímicos y que impide fumigar a menos de
500 metros en zonas pobladas además de desconocer la Constitución
Nacional, los derechos del niño y adolescentes y el pacto de San José de
Costa Rica, entre otros".
Fontanellaz aseguró que en Firmat
"crecieron" distintas patologías y muertes presumiblemente vinculadas al
uso de agroquímicos y si bien se manifestó a favor del relevamiento que
en los próximos días se hará en la ciudad para estudiar el impacto de
los agrotóxicos en la salud, sostuvo que "es necesario que se haga con
rigor científico" y pidió que el universo de estudio "sea ampliado a
toda la ciudad".
De acuerdo a lo previsto en el trabajo
que realizará un grupo de estudiantes de las carreras de medicina y
enfermería de la UNR, sólo se encuestarán algunos sectores del radio
urbano y la zona rural, lo cual comprendería unas 300 familias.
Si bien Edgar reside junto a su esposa y
sus dos hijos en su casa familiar, por la noche se traslada con ellos
al domicilio de su suegro para descansar. En ese inmueble se alojaron en
forma permanente cuando su esposa María Luisa ya había perdido, cuando
cursaba dos mes y medio de embarazo, a uno de los gemelos que gestaba.
Lo hicieron por recomendación del obstetra Darío García, para evitar
exponerse a fumigaciones para no correr más riesgos. Con el tiempo
resolvieron alternar su residencia para evitar que su hija sufra el
desapego a su hogar de origen, además de estar convencidos que nunca más
serían víctimas de fumigaciones.
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