La falta de taxis y remises
habilitados en diversos barrios y la larga espera del colectivo explican
por qué Rosario ya cuenta con al menos 3 mil remises truchos
recorriendo sus calles.
La falta de taxis y remises habilitados
en diversos barrios y la larga espera del colectivo explican por qué
Rosario ya cuenta con al menos 3 mil remises truchos recorriendo sus
calles. Una cantidad equiparable a la actual flota de vehículos de
alquiler legales, y de una composición heterogénea que creció de la mano
de la recuperación económica de sectores asalariados.
Los propios tacheros y remiseros en
regla estimaron que actualmente trabajan de 3 a 4 mil autos sin permiso.
Y la oferta es heterogénea. Cuentapropistas que viven al día, coches
del área metropolitana que levantan viajes en la ciudad, agencias
ilegales que sacan su tajada, y hasta las empresas habilitadas que
mezclan truchos con coches en regla.
Las opciones de lo ilegal se
multiplican y compiten con varios servicios públicos. Hay traslados
fuera de la ciudad a menor precio que una combi o un remís habilitado.
Un chofer con auto, para un viaje a Ezeiza, cuesta entre 800 y 900
pesos, y muchos sólo se dedican a la larga distancia y viven de su
propia clientela.
Pero los que se las "rebuscan" arriba
de su propio auto figuran en las antípodas del negocio montado por
agencias truchas o mixtas.
Enfermeros, albañiles, docentes, amas
de casa, profesionales, empleados, ancianas, adolescentes. Todos
componen la larga lista de pasajeros de una opción que resurgió para los
ciudadanos a los que el bolsillo les impide subirse a un taxi.
La ecuación es sencilla: a la hora de
llegar a tiempo al trabajo, hacer un trámite e ir a los bailes, o por
una urgencia, el trucho cobra 10 pesos por un viaje de hasta 30 cuadras,
mientras que el taxi lo hace por 14.
Además, los desvencijados autos circulan por algunos barrios en los que taxis y remises legales se resisten a hacerlo.
Perfil. El hombre de
camisa y bermuda al tono despide a La Capital y se dispone a
protagonizar una sesión de fotos. Luego ayuda a una anciana a cargar las
bolsas de un supermercado de la zona sur de Rosario en su Renault 11 y
encara una de las calles próximas al casino City Center.
"Tengo 40 años. ¿Quién me da laburo en
una fábrica? ¿Manejar un taxi?. Ni loco, muy inseguro. Prefiero poner mi
auto en la calle, sin robarle nada a nadie, y entrar a muchos barrios
en los que somos el único servicio que llega a sus habitantes y, de
paso. cobrarles menos. Sé que estoy en falta, pero tengo cinco pibes y
un nieto. Esto es digno y me alcanza para comer", explicó.
En esa línea, agregó: "La gente que
sale del súper con las bolsas nos elige. El chofer de un taxi no te abre
el baúl ni carga las bolsas, y mucho menos te lleva a La Granada, Las
Flores o Puente Gallego. Nosotros vamos a cualquier lugar".
En la crisis de 2001, la guerra por un viaje era casi cuerpo a cuerpo. Hoy el panorama es totalmente diferente.
Mientras que un "autónomo" se lleva 250
pesos por día por un turno de 10 a 12 horas, las remiserías truchas les
cobran a cada "adherido" 350 a 400 por semana (una agencia de radiotaxi
le cobra a los tacheros 145 semanales). Los vehículos varían: desde un
Falcon a un Renault 12, Volkswagen Gacel, Fiat Duna, Peugeot 504 o
Peugeot 505.
Postales. Jueves a la
tarde de un otoño caluroso en el ingreso a la ciudad por la autopista a
Buenos Aires. "Por favor, no me toquen a los chicos", pide la clienta
del remís trucho.
Los nueve "compañeros" de la parada de la zona sur se defienden de algún pícaro que quiera sacarles el viaje.
"Es sencillito. Le decimos «amigo,
buscate otra quintita»", expresa el hombre rapado, para luego agregar:
"Puedo ir al centro o a los barrios. Traslado gente muy humilde y otra
que no quiere gastar. Voy a la puerta del hospital Roque Sáenz Peña,
llevo enfermeros, pacientes, mucamas y hasta los directivos de ese
centro asistencial".
No obstante, la noche arriba de un
remís trucho aumenta los riesgos. "No te roban, pero el viaje no te lo
pagan", comentó otro trabajador, que se unió a la charla para recordar
que un conductor hizo un viaje desde el casino hasta San Nicolás y
volvió "pelado, sin un mango, pero sano y con el auto".
"Si nos metemos en un barrio
complicado, los mismos vecinos te cuidan de algún zarpado. La gente sabe
que somos los únicos que podemos buscarlos", concluyó otro remisero.
es lo cierto como asi tambien los que quieren ponersr en regla la muni no lo permite, que es lo lamentable falta libertad de trabajo, te llevan el auto al corralon y te exprimen con la multa. Si parara todos los remitruchos a la ves se pararia rosario , que tall
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