Mientras otras chicas de su edad juegan a las Barbies, ellas se visten
como si fueran las muñecas. No se trata de un juego: con sólo 8 ó 9
años, prefieren asaltar el guardarropa e imitar los bailes de Bailando.
En Inglaterra se las conoce con el nombre de tweenagers (entre infancia y adolescencia).
Son chicas que abandonan precozmente la niñez para identificarse con
sus hermanas mayores, sus ídolos o con sus propias madres.
El peligro es que atraviesan una erotización anticipada de la que
ellas no pueden responsabilizarse. No están preparadas, ni biológica ni
psicológicamente, para asumir el personaje que adoptaron.
Muchos podrán decir que esa actitud sexy no implica más que un juego
de imitación, pero muchas veces las miradas sobre ellas no son neutras.
Es que, de la misma manera que la niñez se acortó, la adolescencia
llega incluso a los 40 años. Las niñas son víctimas de la
infantilización de los adultos que no se atreven a prohibirles nada.
Muchos padres no saben qué hacer. Según la Licenciada Ruth Wicnudel,
“lo primero es ubicar al niño en su edad y no abdicar del rol de
padres”. Se trata de encontrar el punto justo, el equilibrio, sin empujarlos hacia adelante ni tampoco aniñarlos.
Es necesario que los padres protejan a los niños y los mantengan dentro del mundo infantil.
Para eso, adultos deben estar bien parados y lo suficientemente
maduros para poner límites. Quedarse viendo televisión hasta cualquier
hora o escuchar conversaciones de grandes no es lo mejor para ellos. Por
más que se vistan como adolescentes, no hay que olvidar que son niños y tienen derecho a gozar de su infancia.
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