En Carcarañá aprovechan una
presa que tiene un canal por donde los peces avanzan río arriba. Allí
colocan tejidos y se llevan todos los ejemplares. Merindol, presidente
del Concejo, explica la historia de la presa y los efectos de la pesca
clandestina.
La pesca indiscriminada y clandestina
en una zona del río Carcarañá amenaza con generar un desastre ecológico y
tiene preocupados tanto a los pescadores como a las autoridades, que en
su momento pidieron a una empresa privada que arbitre los medios para
terminar con esa práctica.
El problema se generó a la altura del
molino Juan Semino, a la vera del río, en el sureste de la ciudad de
Carcarañá y a metros del puente ferroviario que cruza el cauce. Allí, la
centenaria empresa construyó hace muchos años una presa para generar
energía. Se trata de una cascada de aproximadamente cuatro metros que
mueve las turbinas que alimentan de electricidad a la planta. Como los
peces desovan río arriba y no pueden sortear el salto, se construyó un
canal paralelo, en declive pero sin obstáculos, por donde estos pueden
remontar el Carcarañá. El canal, al que los lugareños llaman "escalera",
tiene unos dos metros de ancho y su profundidad depende de la altura
del río, aunque aseguran que fácilmente se puede ingresar haciendo pie.
No obstante, desde hace un tiempo se
descubrió que manos anónimas introducen tejidos en el canal, captan a
todos los peces que se desplazan sin discriminar tamaño, y los pescan.
"En cada redada pueden sacar entre 12 y 15 kilos de pescado, y así
durante toda una noche", contó a este diario el presidente del Concejo
Deliberante, Alejandro Merindol.
El cuerpo decidió actuar después de
recibir numerosas denuncias de vecinos, sobre todo pescadores que usan
el lugar para procurarse alimentos. A raíz de esto, se envió una
notificación a la empresa, donde se consigna que "los vecinos
denunciantes manifiestan que por medio de tejidos colocados en los
canales, se obstruye el cruce de toda la fauna ictícola a la parte
superior del río, generando condiciones de pesca totalmente adversas al
desarrollo de tales especies".
Supervivencia.
LaCapital estuvo en el lugar, al que se accede por un camino ripiado
paralelo a la ruta 9 y que se puede apreciar desde el puente ferroviario
ubicado a pocos metros del molino. Allí, río abajo de la cascada, se
crea una olla que se convierte en un gran reservorio de peces y a la que
los pescadores suelen ir a abastecerse. Merindol recordó que la pesca
fue, por años, un recurso para la supervivencia de mucha gente, en una
ciudad que en su momento apostó a la industria cárnica y sufrió
tremendamente el achicamiento primero y después el cierre de
frigoríficos. "Este lugar permitió a mucha gente sobrevivir a las
crisis", aseguró.
Con respecto a las especies que se
pueden obtener en el lugar, el funcionario contó que desde que se rompió
el tajamar de Andino comenzaron a llegar peces del Paraná como bogas,
patíes, dorados y moncholos. Los peces trepan el río, sobre todo en
época de desove. "A los sábalos se los puede ver intentando primero
saltar la cascada, hasta que descubren el canal y siguen su camino río
arriba", contó Merindol. Sin embargo, la acción depredadora pone en
peligro a la fauna ictícola de la zona, adonde acuden muchos pescadores.
Si bien el camino muere en el río, la
zona de pesca es pequeña porque enseguida comienza el predio privado. De
hecho, la recolección indiscriminada de peces se produce en el sector
específico de la empresa, al que los depredadores acceden evidentemente
con canoas.
Merindol se cuida de deslindar
responsabilidades de la firma que, dijo, "se preocupa por el medio
ambiente, ha hecho obras importantes de saneamiento y hasta construyó un
biodigestor que aprovecha la descomposición de residuos para generar
biogás. Sabemos incluso que en algún momento hizo una denuncia policial.
Ellos tienen vigilancia, pero esta gente acude de noche y desarrolla su
actividad en las sombras. No sería descabellado pensar en un
guardafauna, o hacer algo para que no se pueda ingresar con canoas,
única forma que tienen de hacerlo", especuló.
De hecho, la nota enviada por el
Concejo a Molinos Juan Semino le dice que "conociendo la voluntad y
aprecio que vuestra empresa sostiene en materia del cuidado
medioambiental, seguros estamos que, al tomar conocimiento de la
situación, encontrarán los mecanismos necesarios para revertir este acto
depredatorio que tanto nos preocupa".
En un momento, las autoridades pusieron
en conocimiento sobre la situación a la Secretaría de Medio Ambiente,
aunque en rigor fue una información verbal. No se descarta que, entre
otras acciones, haya esta vez una denuncia formal para que el organismo
intervenga.
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