sábado, 10 de diciembre de 2011

PROV. STA FE/"Avanzamos hasta el límite de lo posible"

Héctor Superti concluye mañana su tarea al frente del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos convencido de que en estos cuatro años de mandato del Frente Progresista ha comenzado en la provincia el tan mentado “cambio de paradigma” con que la coalición llegó al gobierno tras más de dos décadas de administraciones justicialistas.


Héctor Superti concluye mañana su tarea al frente del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos convencido de que en estos cuatro años de mandato del Frente Progresista ha comenzado en la provincia el tan mentado “cambio de paradigma” con que la coalición llegó al gobierno tras más de dos décadas de administraciones justicialistas.
  —El Frente Progresista llegó al gobierno prometiendo cambiar la historia y adjetivando por lo que había sucedido con la Justicia durante los 20 años de peronismo. ¿Lograron eso que se proponían?
  —Antes de asumir ya habíamos elaborado un plan para la Justicia que no se agotaba con medidas pragmáticas, como aumentar el número de juzgados o hacer un edificio más, sino que tenía un profundo contenido ideológico. Y esto tiene un punto nuclear: que el Ejecutivo reivindique como propia a una política judicial. Durante 24 años Santa Fe tuvo un camino errático en materia judicial, con un altísimo predominio de los operadores. Nosotros buscamos otro camino y por eso creamos el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos. Otro punto era entender cuál era la ideología de esta política, porque el Estado debe tomar intervención en algo simple y cotidiano que tienen que ver con los conflictos interpersonales. Y la ideología humanista que nosotros queríamos era el sistema de juicios. Promovimos, incentivamos la solución negociada de esos conflictos. Usamos un instrumento como la mediación, negociación y facilitación. Lo tercero fue un aparato judicial imprescindible que cambie una estructura burocrática cerrada, con puertas y ventanas cerradas, y que por el contrario se reemplace por un sistema humanístico y transparente.
  —¿Y cómo se traducen en la práctica?
  —Humanista, porque cuando interviene el sistema judicial tiene que tener presente la teoría de los dos conflictos. Desburocratizada, para que no se trabaje más por rutinas sino por objetivos. Y transparente, para que la gente, la sociedad, ejerza el control popular de los actos de gobierno. Todo lo que hicimos fue respetar esas bases.
  —¿Y qué decisiones hoy puede mensurar el ciudadano común como vitales para la administración de justicia?
  —Este cambio es tan profundo que no se agota en una medida. Es una primera etapa de una gestión que continúa, y creo que cumplimos con hacer los cimientos. Ahora empiezan a emerger los efectos. El ciudadano tiene que participar del cambio cultural y empezar a ver de qué manera se logra mayor paz en la convivencia para mejorar la calidad de vida. Hemos armado la justicia comunitaria, la justicia de pequeñas causas Todo eso es muy importante en el interior de la provincia y en el interior profundo de las ciudades grandes. En ámbitos donde la intervención del Estado no había llegado ni con la mediación ni con la jurisdicción. Hemos desarrollado la mediación prejudicial obligatoria en materia civil y comercial, generando agencias que llevan adelante el gerenciamiento de este sistema. En tres años se va a extender a las otras aéreas. En materia procesal penal, con la reforma, pusimos en marcha todas las partes del nuevo Código que eran posibles con la estructura vieja, entre ellas la mediación; hemos creado los centros de asistencia judicial, uno de ellos en Rosario. Antes las víctimas no sabían adónde ir, no había oficinas del Estado, salvo algunos centros muy puntuales .
  —¿Y qué queda para implementar?
  —Necesitamos crear una Justicia nueva, una organización judicial nueva. Y decidimos crearla en paralelo, por eso se están construyendo el Ministerio Público de la Acusación, el Ministerio Público de la Defensa y los nuevos tribunales penales. Comenzarán a funcionar con el Código nuevo en plenitud.
  —Empezaron la gestión con un grupo de jueces cantándoles “Resistiré” en una reunión muy recordada. También hubo fuertes cortocircuitos con la Corte. ¿Cómo terminó esa relación?
  —Nosotros anunciamos lo que íbamos a hacer y algunos sectores decidieron resistir. Hubo dos clases de resistencia; una, de los operadores judiciales producto del cambio de paradigma. Los afecta y molesta. Sobre esa resistencia hay que apostar a la capacitación y a transmitir mensajes fuertes, con lo que, enseguida, se reciben adhesiones. Hay otra resistencia: estos cambios modifican estructuras de poder, y aquellos que por esto pierden ese poder resisten en pos de no perderlo. El sistema nuevo se caracteriza por una dispersión de poder. El modelo anterior era de raíz inquisitiva: el procurador integra la Corte, es jefe de los fiscales, de los defensores... Claro, ante un cambio tan copernicano hay resistencias, porque saben que el poder se les va de la mano. Pero a esas resistencias solamente se las puede vencer con decisión política, y hemos tenido a un gobernador que tuvo esa iniciativa desde el primer día y una Legislatura que lo comprendió. Quiero resaltar que todas las leyes fueron aprobadas por unanimidad en la Legislatura, donde, en Senadores, tuvimos una minoría significativa. Y ahí está la clave: El Poder Judicial opera un sistema que deben diseñar el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo. Hemos sido fieles a la ideología, avanzado hasta el límite de lo posible.
  —¿Por qué no quiso continuar como ministro de Bonfatti?
  —Lo conversamos mucho, hay que tener en cuenta que conformamos un equipo que está trabajando desde antes del 2007 cuyo marco fue el Cemupro. Coincidimos en la importancia de que haya algunas renovaciones en el equipo; no es lo mismo el 2011 que el 2007. El Ministerio de Justicia tiene para la etapa de Bonfatti una conformación perfectamente adecuada a las exigencias y objetivos de esta segunda etapa. Voy a seguir como asesor del gobernador Bonfatti en temas específicos del área.
  —Hace un tiempo se hablaba de “la Justicia burocratizada entre los bulevares” de la ciudad de Santa Fe. ¿Cambió algo de ese microclima?
  —La conducción política del Poder Judicial, que está a cargo de la Corte, muestra algunos cambios, pero las cosas necesitan tiempo.
  —Su cartera también tiene a cargo Derechos Humanos, ámbito en el que se produjeron hechos significativos.
  —Nos tocó vivir una etapa muy importante, con seis juicios. Llevamos adelante un programa de protección de testigos que, por su desarrollo, mereció elogios en el Alto Comisionado de Naciones Unidas. Esto no tuvo que ver solamente con la integridad física sino también con el acompañamiento y la contención. Le dimos visibilidad a los juicios por medio de la transmisión, incluso vía Internet. Y hemos colaborado con la apertura de los archivos vinculados a la época, también a la búsqueda de NN. Se trabajó mucho en ese aspecto, y también en la difusión de los derechos humanos de todos los días, con recepción de denuncia, capacitación, conformación de redes.

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