En el último año, comparando interanualmente los meses de agosto, el costo de la canasta de alimentos básicos se estima que subió un 29,2 por ciento, según la medición de la consultora Economía & Regiones, que registra las principales subas en pastas (10,6%), carnes blancas (8,4%), aceites (3,8%), bebidas (2,8%), cereales (2,6%) y carnes rojas (1,8%).
Es la progresividad de la inflación la mayor influencia en el ritmo de consumo de carne vacuna, que paralelamente con la reducción del stock bovino nacional, fue reduciéndose lenta pero significativamente. En los campos no se logra ver una recuperación ganadera, los feed lots dejaron de ser un negocio por la falta de compensación estatal y ahora sólo sirven para "terminar" los animales a los que se accede en cualquier mostrador. Los remates tienen un menor número de cabezas disponibles y es por eso que la demanda en las ferias es alta, con costos elevados por kilo vivo, que se traducen de igual manera en la fase final de la cadena productiva, sin embargo el límite superior de las cotizaciones está sostenido y con fluctuaciones no tan notorias en los últimos meses, se puede decir que existe para el consumidor un precio estabilizado por categoría de cortes, habiéndose registrado una menor alza de precios que el año pasado. Del mismo modo, los comerciantes que compran de manera directa a viajantes, encuentran en las medias reces un leve aumento en estos días. Sin embargo, son todos los que ya no generan pedidos semanales continuos, sino que los renuevan en la medida que van vendiendo. Cabe destacar que esta adaptación también está permitida por un mayor movimiento en el mercado del engorde y la estacionalidad, que a diferencia de meses pasados, admite un flujo de animales para la faena que lentamente atiende el porcentaje mínimo de la demanda. Actualmente en la ciudad, salvo algunas ofertas de ocasión, los cortes más económicos se sitúan en el margen de los 30 pesos por kilo, mientras que las pulpas siguen por sobre los 40 pesos, incluyendo en este último rango al asado, que seguramente es el margen de presupuesto familiar que más se siente cada semana. A modo de ejemplo, un asado que tenga entre tres y cuatro kilos de diferentes cortes clásicos, se cotiza a unos 150 pesos y es ese número final lo que fuerza a la incorporación de más pollo en la parrilla, para bajar los costos. Según un comerciante de la ciudad, en las últimas semanas se comenzó a sentir más firmemente la reducción del volumen y total de cada compra. Si bien es durante los fines de semana cuando se compensa, de alguna forma, la reducción cotidiana de ventas, la caída es inevitable en el balance mensual. Sin embargo; con un consumo anual por debajo de los 60 kilos por persona, torcer la tradición gastronómica parece difícil, porque la sustitución de proteínas se da muy lentamente. El cerdo no puede lograr incorporar partes menos promocionadas y las ventas se ciñen a las costeletas, el matambre y las costillas. En tanto, es el pollo que viene de subir casi un 15 por ciento, como la opción más común ante el alto costo de la carne de vaca; y es en definitiva a lo que más están habituados los paladares argentinos, lo cual siempre actúa como condicionante. Esta selección en el consumo se puede registrar tanto en las carnicerías tradicionales, como en los supermercados, donde las grandes compras que acompañaban los fines de semana, ahora se muestran más restringidas, a pesar de estar ahora sobre el inicio del mes. Los analistas del mercado ganadero coinciden con que la recuperación está muy lejos de iniciarse realmente a nivel de stock en los campos, así como quienes se encargan de proyecciones inflacionarias aceptan que las subas continuarán y se llegará a las fiestas de fin de año con mucha menor faena y por consiguiente, precios más altos, en la etapa más álgida del consumo nacional.
No hay comentarios:
Publicar un comentario