"Vuelvo a verla otro día, hoy hay mucha gente". Palabras más, palabras menos, esto se oyó varias veces anoche en la puerta del Museo de Bellas Artes Juan B. Castagnino, de Pellegrini y Oroño, donde se inauguró "Dalí, los ojos del surrealismo", la muestra de más de 300 obras del artista catalán, Salvador Dalí (1904-1989).
Es la segunda vez que esta exposición se ve en Rosario. Y anoche, ante más de un millar de personas que copó el museo, el intendente Miguel Lifschitz se animó a arrojar una hipótesis del regreso: "Seguramente a Dalí le gustaría Rosario, por algo nos conocen como la Barcelona argentina". Al llegar al primer piso, Dalí recibe con dos impecables gigantografías donde una leyenda pinta de cuerpo entero a este artista que se construyó a sí mismo como uno de los personajes más provocadores y egocéntricos del siglo XX. "¿Por qué usa usted esos bigotes?", alguien lo interrogó. Y él contestó con ironía: "Para pasar inadvertido". El público verá una obra tan variada como exuberante en todas las paredes (selladas con la firma de Dalí en rojo sangre) y una decena de exhibidores. Pinturas, esculturas (no faltan los relojes blandos), objetos, serigrafías, grabados, cartas de tarot, litografías, proyección de documentales y joyas son parte de la fértil colección. Muy emotivas, las fotos íntimas y caseras de su secretario Enrique Sabater. Se lo ve a Dalí trabajando o con su esposa Gala, que en realidad se llamaba Helena Ivánovna Diakonova. Quien aún no lo sabe puede enterarse allí que esta mujer rusa —musa y obsesión del artista— fue bautizada así por él, quien también la llamaba Oliva, Abeja, Cuatro Campanadas y Lionette. ¿Las razones de cada apodo? Se develan en la muestra. La obra abarca el período que se extiende desde 1950 hasta la década del 80. Pero incluye también documentos del Dalí niño y joven. Unos dibujos con los que entretenía a su hermana y que datan de 1916/1917, carnets de estudiante con sus fotos, una carta de 1927 que le escribió a García Lorca y notas para un proyecto de película de los hermanos Marx, de 1937. En una sala, alineados, hay 10 objetos bellos y transparentes que representan a los Diez Mandamientos. En el mismo espacio uno se podrá informar por qué Dalí tomaba mate asiduamente. Y en otro rincón una pequeña muestra de su imaginativa arrogancia. Dalí crea la Tabla Comparativa de los mejores pintores. Son 11. El primero, Vermeer, seguido por Rafael y Velázquez. El quinto es él, el sexto Picasso. El último Mondrian. Es interesante conocer qué criterios tomó. Un adelanto: sostenía que le ganaba por varios cuerpos a Picasso en originalidad y misterio. El público tiene la palabra. Renovada El curador de la muestra, Santiago Shanahan, advirtió que esta exposición no es la misma que se vio en Rosario en 2001. “Se renovó en un 70 por ciento y se amplió en un 40”, contó antes de agregar que ya se vio en 36 ciudades y que en enero próximo se exhibirá en Valparaíso (Chile).
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