La investigación está casi cerrada: fue muerto por tres amigos y la pelea fue por un celular. Hay un cuarto detenido al que se le encontró el aparato telefónico de la víctima.
Las indagatorias judiciales en relación al crimen de Maximiliano Storani, el muchacho casildense de 19 años que estaba desaparecido desde el 11 de agosto y fue hallado sin vida el viernes en un baldío de esta ciudad, confirman la participación en el hecho de los tres jóvenes, dos mayores y un menor, que fueron detenidos a las pocas horas del hallazgo, aunque aún no se estableció el grado de responsabilidad de cada uno. Ayer, familiares, amigos y vecinos despidieron el cuerpo del joven (ver aparte).
Si bien uno de los imputados se abstuvo de declarar, habría elementos suficientes para cerrar el círculo de la investigación y esclarecer definitivamente el caso, caratulado como homicidio calificado. Según los resultados de la autopsia, Maximiliano murió a causa de politraumatismos graves en el cráneo provocados con un ladrillo tras una feroz golpiza que también le ocasionó lesiones en distintas partes del cuerpo.
El tremendo ataque terminó con la vida del joven un día antes de que su padre, Marcelo Storani, ignorando tal situación, radicara en la comisaría de la mujer de la UR-IV la denuncia por averiguación de paradero que movilizó durante 22 días una búsqueda intensa que terminó de la peor manera. La presentación fue realizada el 13 agosto, 48 horas después de que Maxi estaba ausentado de la casa donde vivía con un tío.
Un celular. La fecha del fallecimiento coincide, justamente, con el momento de la desaparición. Es que Maximiliano fue víctima de un crimen ocurrido en la madrugada del 12 agosto (había sido visto por última vez el 11) y por razones “insignificantes”, tal como lo calificó la magistrada Nogueras, aunque sin brindar más precisiones.
Aunque las circunstancias del hecho son materia de investigación, fuentes inobjetables indicaron a La Capital que el móvil del crimen tendría vinculación con la sustracción del celular, el cargador y un auricular que llevaba consigo Maxi y que, según cuentan, tenía un valor especial para su cotidianidad al usarlo no sólo para comunicarse sino, y fundamentalmente, para escuchar música.
El joven había estado con sus victimarios momentos antes en una casa de la calle Rioja donde se hizo una reunión de amigos, aunque aseguran que Maxi los conocía desde hacía un par de meses. Luego del encuentro y de haber tomado rumbos diferentes, se volvieron a encontrar ocasionalmente sobre el bulevar Ovidio Lagos. Es allí donde uno de los tres jóvenes ahora imputados, identificado como Adrián A, lo despojó a Maxi de su celular y de los otros elementos referidos sin que sus dos compañeros se lo impidieran.
Tras el robo salieron corriendo y Maxi, desesperado, los siguió en bicicleta para intentar recuperar sus pertenencias. A pocos metros logró interceptarlos sin saber que vendría lo peor: lo bajaron de su bicicleta y comenzaron a golpearlo para luego llevarlos a fuerza de puñetes y empujones hacia el baldío donde fue hallado muerto.
Los gestos de dolor y el pedido de Maximiliano para que sus agresores dejaran de pegarle fueron en vano. La saña fue tal que al verlo ensangrentado y malherido lo terminaron ultimando con fuertes golpes en el cráneo con un ladrillo que Adrián A, quien sería el autor de la ejecución, encontró en el terreno. Al comprobar que Maxi estaba sin vida ocultaron el cuerpo en medio de unos cañaverales ubicados en el fondo del baldío y escondieron el ladrillo ensangrentado debajo una losa ubicada a pocos metros del lugar.
Tras el crimen sellaron una suerte de pacto de silencio que mantuvieron durante 22 días hasta que Maxi fue encontrado muerto y la jueza ordenó su detención tras encontrar en un bolsillo de su campera "un elemento clave" para dilucidar el caso. Aunque no fue confirmado, se trataría del hallazgo de unas semillitas de girasol que permitieron a los investigadores relacionar tal prueba con algunos de los testimonios recogidos durante la larga búsqueda de Maxi.
"Estos pibes son los autores del hecho", le habría dicho a la jueza un policía tras ser encontradas las semillitas mientras se practicaba en el lugar de la escena del crimen un examen externo del cuerpo. La magistrada ató cabos y ordenó la inmediata detención de los ahora tres implicados en el ya prácticamente esclarecido homicidio.
Aunque nunca descartaron ninguna hipótesis, la investigación estuvo orientada a encontrar al joven con vida, ya que no había indicios para presuponer que detrás de la desaparición hubiera ribetes delictivos. Todos los datos recogidos daban cuenta de que el joven había sido visto sano y salvo, tras ausentarse de su hogar, tanto en Casilda como en otros localidades santafesinas. Y en ese sentido uno de los testimonios más fuertes fue el de un tío que dijo haberlo visto el viernes 12 de agosto, a las 10, circulando en bicicleta en la zona de Buenos Aires y Vicente López, una impresión errónea que recién pudo comprobarse tras el hallazgo del cuerpo.
Los dos jóvenes mayores de edad, Adrián A, de 19 años, y Damián P (20), comparecieron ante el juzgado de Instrucción a cargo de Silvia Nogueras, mientras que Lucas P (17) fue indagado por la jueza de menores Cristina Pecoraro. Si bien Adrián A. se abstuvo de declarar en lostribunales tras haber confesado en sede policial su participación en el homicidio, su compañero Damián P. lo habría sindicado ante la magistrada como el autor del robo y de ser quien mató a Maxi de un ladrillazo en la cabeza. En tanto, el menor habría sostenido que si bien estuvo en la escena del crimen, tuvo una participación menor y que incluso intentó separarlos durante la pelea. Y dijo que no denunció el hecho "por miedo" a represalias.
Mientras tanto, un cuarto hombre quedó detenido y vinculado a la causa tras detectarse que tenía en su poder el celular de Maximiliano.
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