Unas 400 mil personas las padecen en el país. En la ciudad, si bien son pocas las consultas, aumentan año a año. La aparición de ronchas, hinchazón de labios o párpados, picazón y dolor en la piel son los síntomas. El 40% de los pacientes no responde a la medicación estándar.
Diario UNO |
La Urticaria Espontánea Crónica (UEC) es una enfermedad de la piel caracterizada por la aparición de habones (ronchas) rojos e hinchados, angioedema (hinchazón) de labios o párpados, picazón y dolor en la piel.
Estos síntomas duran de seis semanas a meses o años si no se tratan adecuadamente. Aparecen espontáneamente y, si desaparecen, pueden volver a presentarse. Se estima que en la Argentina unas 400 mil personas sufren de esta afección y que el 40 por ciento de los pacientes no responde a la medicación estándar.
“No siempre se tiene en cuenta que la urticaria crónica produce un alto impacto en la calidad de vida de los pacientes, en su productividad, y que tiene altos «costos» directos e indirectos. Además de las molestias que le ocasionan las ronchas y el prurito, los pacientes tienen limitaciones en la actividad física, restricción en la elección de su vestimenta, impacto en las relaciones sociales y en la actividad sexual, alteraciones en el sueño y todo esto condiciona un alto grado de estrés y ansiedad”, sostuvo el santafesino Gabriel Gattolín, especialista en Alergia e Inmunología y expresidente de la Asociación Argentina de Alergia e Inmunología Clínica (AAAeIC).
En diálogo con Diario UNO, dijo que entre las distintas consecuencias de la patología está la de presentar un menor rendimiento y presentismo escolar y laboral, lo que puede ser atribuido a los efectos generados por los síntomas o al cansancio y somnolencia desencadenados por la medicación.
Además, esta afección provoca complicaciones, depresión, ansiedad, aislamiento, falta de energía, sueño e inestabilidad emocional.
En cuanto al tratamiento, afirmó que “es un desafío que debe ser manejado dentro de las pautas que dan las guías nacionales e internacionales, pero –a su vez– ajustado a la medida de cada paciente”. Y completó: “Los antihistamínicos (o antialérgicos) no sedativos de segunda generación a dosis estándar son la terapéutica inicial y con la cual alrededor del 60 por ciento de los pacientes obtiene alivio y control de la urticaria. En los casos en que esto no se logre, se recomienda aumentar las dosis progresivamente hasta cuatro veces la estándar, con lo cual un porcentaje significativo de pacientes logra estar asintomático”.
Subdiagnosticada y subestimada
“Sin embargo –continuó el especialista– en las formas más severas, los pacientes no mejoran aun con estas altas dosis de antihistamínicos y es necesario otro tipo de medicación adicional”.
“Antiguamente –agregó– se trataban con corticoides o inmunosupresores, con los consiguientes riesgos de efectos colaterales, pero en los últimos dos años desde la introducción del omalizumab para tratar estos casos, se ha logrado disponer de una terapéutica eficaz y segura para el control de largo plazo de la enfermedad, la cual ha impactado definitivamente en la calidad de vida de los pacientes, que pueden verse libres de síntomas y llevar una vida completamente normal”.
Para el profesional, esta es una enfermedad subdiagnosticada y subestimada. Por esto, gran parte de los pacientes cursan meses y años sin un estudio ni evaluación para determinar las causas que la provocan (urticarias inducidas) o considerarla como una UEC.
“Consultan a numerosos especialistas y también peregrinan por salas de guardia y solo se les indican enormes cantidades de antialérgicos, corticoides y demás medicinas para atender únicamente sus síntomas”, ilustró Gattolín. Y agregó: “Afortunadamente, en la actualidad disponemos de las herramientas necesarias para llegar al diagnóstico concreto y de las terapéuticas para controlar hasta los casos más difíciles”.
Por otra parte, subrayó Gattolín que “las dificultades para el acceso a los tratamientos son diversas, si bien muchas veces la limitación es económica –que sin duda en muchos casos existe y es la mayor–, la falta de información adecuada sobre las mejores estrategias de tratamiento y la precisa evaluación del paciente, son la base de la incorrecta indicación o accesibilidad a muchos tratamientos en esta enfermedad crónica”.
Las mujeres, las más afectadas
Posteriormente, dijo que entre un 30 y un 40 por ciento de las personas no responde a la medicación estándar, es decir, a los antihistamínicos de segunda generación. A estos pacientes se les indican inmunosupresores o la administración de un anticuerpo monoclonal.
Posteriormente, dijo que si bien las consultas de urticaria crónica no son muchas en su experiencia clínica en la ciudad de Santa Fe, sí son crecientes. Y que afectan especialmente a las mujeres (a razón de dos por cada hombre) a partir de los 20 a hasta los 40 años, y la hipótesis es que se debería a causas autoinmunes.
Para comprender qué es lo “autoinmune”, hay que saber que el sistema inmunitario del cuerpo lo protege contra las enfermedades y las infecciones. Pero, si tiene una enfermedad autoinmune, su sistema inmunitario ataca las células sanas de su cuerpo por error. Las enfermedades autoinmunes pueden afectar muchas partes del organismo. No se conocen las causas. Pero estas enfermedades tienden a ser hereditarias y las mujeres presentan un mayor riesgo de sufrirlas.
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