Central salta de alegría. Con solidez futbolística. Con jerarquía. Juventud. Y una contundencia admirable. Cualidades que lo convierten en un rival al que nadie quiere enfrentar.
La Capital |
Salta Central. Sí. Es finalista de la Copa Argentina. Otra vez. Con fútbol. Con hidalguía. Otra vez los canallas están de copa en copa. Con un gol fue suficiente. Mediante una maniobra de Giovanni Lo Celso que desairó a los rivales para metérsela en la cabeza a Ruben. Cuando se moría el primer tiempo y nacía la clasificación. El equipo de Coudet selló el pasaporte múltiple. Porque además de definir con Boca, el adversario también del torneo local, el equipo canalla vuelve a la Copa Libertadores de América tras una década.
Central salta. Con solidez futbolística. Con jerarquía. Juventud. Y una contundencia admirable. Cualidades que lo convierten en un rival al que nadie quiere enfrentar.
Es que el fúbol no entiende de encuestas ni pronósticos. En las grandes definiciones no hay especulaciones. Ni segundas vueltas. Aquí no hay pasos. Hay pases. Porque el juego se define en goles. Sin balotaje. Con temperamento, vocación y calidad probada. Gana el que tiene el mejor equipo. Y liderazgo. El que articula las bases jóvenes con los más experimentados. Siempre sustentado en sus convicciones. Con un pensamiento claro y contundente. A sabiendas de que muchas quimeras se hicieron realidad. Pero no por casualidad. Sino por causalidades forjadas en tiempo y forma. Y esto es la síntesis de Central. Con errores. Es cierto. Pero con la determinación necesaria para mostrar rebeldía en el momento de resistir.
Una clasificación como finalista no consagra. Es cierto. Pero aproxima. Y este Central sigue dando pasos a una conquista. Que la va elaborando. Que la va mereciendo. Con muchas ganas y conocimientos. Que no sólo tienen presente. También tienen pasado. Porque los jóvenes que hoy con su desfachatez le dieron el oxígeno a lo impensado fueron forjados en las inferiores, las de antes y las de ahora. Allí donde muchos nombres no aparecen en las marquesinas pero fueron autores también de esta realidad.
Por supuesto que toda conquista tiene sus costos. Central los pagó. Con creces. Porque se lesionó Nery Domínguez y fue expulsado Giovanni Lo Celso. Esos pecados de juventud que con el tiempo serán conmutados por la experiencia. Pero la definición tuvo sus condimentos. No fue tan simple. Hubo una historia.
Fue tenso. Propio de campañas ambiciosas. Donde desde el comienzo hubo una paridad. Cada uno con sus propios libretos. Parecidos en la actitud. Distintos en las estrategias. Y ambos transitando sobre un camino complicado, desparejo, en el cual la pelota no tenía el destino anhelado y con autonomía en los piques, porque iba para cualquier lado, alterando la hoja de ruta de cada intento.
Intenso. Con poco margen para cometer errores. Con sondeos bastante parejos. Una jugada que casi termina en gol cuando Larrondo hizo votos frente al arco de Racing pero se la sacaron justo. Y otra cuando Nicolás Sánchez quiso sufragar de cabeza, pero pegó en el palo del Melli García.
Complicado. Porque en un contexto de equilibrio cada uno trataba de sacar ventaja del mínimo descuido.
Pero Central estaba concentrado en la búsqueda y Racing compenetrado con la réplica.
Mágico. Porque el arte de lo impensado sigue desnivelando la elección del fútbol y tras una maniobra parida desde el ingenio, el pibe Lo Celso desairó a los defensores de Racing y metió un centro preciso que Ruben, siempre Ruben, conectó al gol.
Sufrido. Porque cuando Racing se quedó con diez por la roja a Sánchez, Central se desordenó. Y allí sufrieron las bajas. Y el padecimiento. Con sofocones. Lesiones y expulsiones. Y un tiro de Milito en el palo.
Exitoso. Porque Central llegó al final con actitud y temple. Y así se clasificó finalista. Con todo lo que ello trajo aparejado. Con la alegría de seguir construyendo un presente importante. El equipo de Coudet busca la estación de la felicidad. Está otra vez en la final de la Copa Argentina.
Exitoso. Porque Central llegó al final con actitud y temple. Y así se clasificó finalista. Con todo lo que ello trajo aparejado. Con la alegría de seguir construyendo un presente importante. El equipo de Coudet busca la estación de la felicidad. Está otra vez en la final de la Copa Argentina.
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