Según los últimos episodios, las salas de ensayo de los músicos de la ciudad, estudiantes, amateurs y profesionales, se convirtieron en blanco de atracos muy frecuentes.
La Capital |
Los delincuentes rosarinos no paran de pensar qué y dónde robar. Y buscan, cada vez más, elementos que tengan un buen poder de reventa. Según los últimos episodios, las salas de ensayo de los músicos de la ciudad, estudiantes, amateurs y profesionales, se convirtieron en blanco de atracos muy frecuentes. El sindicato que los agrupa ya pidió una reunión con el ministro de Trabajo de la provincia, Julio Genesini, para que la cartera gestione líneas de crédito destinadas a que los afectados puedan recuperar los instrumentos sustraídos. La idea es seguir el camino con los responsables del Ministerio de Seguridad.
Sólo por citar algunos ejemplos, a principios de agosto, tres músicos fueron asaltados a la medianoche en dos hechos casi calcados y en los que los ladrones, armados y en motos, se alzaron con costosos instrumentos.
Del primero de los episodios fue víctima Marcelo Vizarri, de 36 años y conocido por sus trabajos con Cielo Razzo. Todo pasó cuando el músico salía de ensayar de la casa de un compañero en Dorrego al 3100 junto a otros dos colegas. “Estábamos en la vereda charlando dos palabras hasta subir al auto. Yo tenía mi teclado en la funda, uno de mis compañeros el bajo y el otro la guitarra. Pasaron dos tipos en una moto y el que manejaba dio una vuelta y se puso contramano. El otro bajó y me encaró”, relatóVizarri.
A fines de agosto, en tanto, en Pellegrini al 5400, la fagotista Susana Schlaen sufrió un golpe que la marcó. En cuestión de segundos le sustrajeron su instrumento de un auto en movimiento. Era el elemento musical que le permite subsistir y que mucho le costó conseguir. “No le va a servir a nadie”, dijo desconsolada y hasta propuso recompensar a quien pudiera aportar algún dato. Con la ayuda de su familia pudo volver a comprarlo en Inglaterra (ver aparte).
A estas situaciones se suman cientos de hechos, varios de los cuales no son denunciados. En la escuela de música que pertenece a la Universidad Nacional de Rosario (UNR), los relatos en los pasillos y aulas al respecto son casi permanentes. Los alumnos parecen ser víctimas predilectas de los delincuentes quienes, con el paso de los meses, se han hecho de guitarras, trompetas, violines y varios instrumentos más: todos parte necesaria a la hora de asistir a clases.
El secretario general del Sindicato de Músicos, Hugo Vitantonio, inició la semana pasada una gestión a través de la secretaría privada del titular de Trabajo en busca de conseguir resarcimientos ante los repetidos robos de instrumentos musicales. La idea es que la cartera busque la forma, con la firma de convenios, de que empresas aseguradoras o bancos puedan otorgar líneas de crédito para los músicos. “Sabemos que eso no resolverá la situación, pero sí podrá morigerarla”, sostuvo Vitantonio.
El referente gremial justificó la acción al señalar que “se trata de herramientas de trabajo” y que los robos “afectan económicamente la vida de los músicos”. Además, se suceden “in itinere” (en el camino), es decir durante el recorrido habitual, antes o después de cumplida la jornada laboral, para llegar al lugar de trabajo o al regresar. “Queda claro que esto se da en torno a las actuaciones o la concurrencia a las salas de ensayo”, graficó Vitantonio antes de mencionar que “el trabajo está en el centro de la escena”.
Al referirse a los habituales sucesos de los que son víctimas, sostuvo que “se dan cada vez más”. Incluso, “los músicos asisten muy habitualmente a actualizar su documentación o acreditaciones que demuestran la actividad que realizan. Lo hacen para presentarse a las autoridades policiales con el objetivo de hacer las denuncias correspondientes o cuando deben dejar en evidencia que los equipos que trasladan no son robados”.
Antes de terminar su diálogo con La Capital, Vitantonio hizo alución a “otra inseguridad, la jurídica”. Y argumentó: “Nos cuesta demostrar que somos músicos y que, por ende, somos trabajadores. Tenemos una mochila que llevamos desde hace años. Los trámites oficiales siempre nos cuestan mucho más que los representantes de otros rubros”, cerró.
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