Así lo aseguraron desde la Asociación de Investigación de Ludopatía. Afirman que el problema es de la persona, no del juego. Los efectos de una enfermedad con contornos devastadores.
Según la Asociación de Investigación de Ludopatía en Santa Fe crece año a año el número de consultas que reciben por parte de personas que dicen tener problemas de adicción al juego.
La ONG hace 11 años que trabaja en la ciudad intentando ayudar a la comunidad en esta problemática, que aseguran creció significativamente desde que se abrieron salas de juego.
Susana Presti, integrante de la Asociación –que trabaja de forma independiente y sin recibir aportes de ningún tipo–, sostuvo que “en principio, esta actividad lúdica se da cuando uno se encuentra con otra persona con la que se va a jugar, hay reglas preestablecidas que vuelven a consensuarse. El juego tiene un tiempo de desarrollo de la actividad lúdica y que su propósito final tiene que ver con una sensación de júbilo”.
Esto que es algo visto como natural en la vida de los chicos, comienza a tomarse de otra manera en la etapa de la adultez. “Cualquier adulto que dice que es un jugador ya no está bien mirado. Eso sucede porque en nuestra sociedad occidental y dentro de un contenido de representaciones sociales el adulto va a estar relacionado con lo serio. Y el juego, más allá de todo lo saludable que es en toda la vida de las personas, no está visto de esta manera. Esto va a ir más allá de la apuesta”, aclaró.
“En los adultos –continuó–, más allá de que la persona sea compulsiva, adicta o como se le quiera llamar, no está muy bien vista esta actividad de empezar a jugar. En los adultos, el juego ya está un poco teñido, se empieza a decir que es un vicioso y tiene una cierta condena”.
Luego explicó: “El no poder dejar de jugar o no poder dejar de pensar en el juego es un síntoma. El juego no tiene una estructura patológica, porque allí no hay un agente causal epidemiológicamente hablando. Si pensamos en la tuberculosis, está el bacilo de Koch que bajo determinadas condiciones te infecta y ahí uno desarrolla una patología. Con el juego, no. Aquí estamos hablando de otra cosa, de un problema subjetivo. Es un síntoma de que algo en esa persona, subjetivamente hablando, no anda bien. Ahí hay algo que en términos de bienestar se está debilitando”.
Al ser consultada sobre cómo una persona puede salir de ese tipo de situaciones, Presti dijo: “En todos nuestros años de trayectoria lo que les sugerimos a las personas que nos consultan es una terapia individual, de la característica que elija, y una terapia grupal”.
—¿Esa terapia grupal es con la familia o con otras personas que tengan síntomas similares a los suyos?
—Con otras personas que deciden incorporarse a espacios grupales. La familia también tiene posibilidades de hacer un grupo y de hecho también sería muy pertinente que tenga un apoyo terapéutico en términos individuales. Esto respondería de algún modo a un síntoma de malestar de la cultura. Es una adicción que nos muestra que, en este caso el juego compulsivo, el consumo compulsivo, tiene que ver con una problemática subjetiva. Hay un empobrecimiento del bienestar de la persona con un anclaje en el juego.
—¿Hay juegos que pueden tener un efecto más nocivo que otros?
—Hay dispositivos que generan por la inmediatez una dependencia fuerte. Además, este tipo de dispositivos como las máquinas, por ejemplo, desarrollan una adicción en menor tiempo. Porque son de resolución inmediata. Pero serían entretenimientos, allí no podríamos hablar de juego en el sentido en que en la asociación lo hablamos. Con los tragamonedas, por ejemplo, se está todo el tiempo pendiente de un resultado que es inmediato.
“Si uno juega un billete de lotería –contrapuso–, eso tiene un tiempo de espera; si se juega a la quiniela o al Quini, eso tiene un tiempo de espera. Mientras que con la maquinita, con el tragamonedas, es ya, aquí y ahora. Eso genera una gran adrenalina”.
Luego añadió: “El juego, ese espacio tiempo en el que juego, me permite ser de otra manera que en la vida real. Si vemos a los niños, ellos juegan a ser otros adultos. Por eso juegan a ser maestra, soldados o cualquier otro personaje. Siempre van a tener como referencia a algún adulto donde se van a referenciar”.
“Ahí, mientras están jugando, son de otra manera que en la vida real. Estos adultos que tienen el síntoma del juego, también de alguna manera, mientras están inmersos en esta apuesta, sea al entretenimiento que sea, también están como evadidos de la vida cotidiana. En ese espacio tiempo logran ser de otra manera que en la vida real”, aseguró.
Presti relató una de las experiencias vividas en la asociación para describir las diferentes situaciones relacionadas al juego que puede vivir una persona. “Hace un tiempo alguien nos consultaba porque se juntaba con otra persona, siempre alguien diferente, para ponerse en una esquina muy céntrica de la ciudad para apostarle a las patentes de los autos. Esa persona llegó a tener una dependencia tan grande de eso a lo que él le llamaba juego que no tenía otro eje para su vida cotidiana”, dijo.
En ese sentido, Presti señaló que “los ejes en la vida cotidiana como adultos tienen que ver con el tiempo de trabajo, el tiempo de familia y el tiempo libre. Esto que nosotros en momentos de bienestar lo ubicaríamos dentro del tiempo libre, cuando el juego se torna como único eje de la vida cotidiana se empiezan a agotar los otros recursos”, advirtió.
“Si tengo al juego como objetivo principal de mi vida, todo lo otro se va empobreciendo. Voy a empezar a tener mi relación laboral con problemas; mi relación familiar, en términos vinculares, cada vez más debilitadísima; todo lo que tiene que ver con mi tiempo libre también se va a resentir. Hay toda una trama vincular que me sostiene en la vida cotidiana, en términos de bienestar, que se ve empobrecida. Además, empiezo a tener determinadas problemáticas de índole material o económicas”, agregó.
“Este deterioro integral me lleva a un quiebre y un desborde subjetivo que es dramático. Amén de que en muchas ocasiones se ingresa en la ruta del delito, porque lo que no puedo conseguirlo con mis propios recursos legales, por decirlo de alguna manera, empiezo a comprometer el recurso cercano que normalmente es el de mi familia. Pero cuando eso no está se ingresa en el delito a la propiedad privada”, dijo.
Por último Presti dijo que la Asociación de Investigación de Ludopatía está abierta a la comunidad y quienes lo deseen se pueden contactar llamando al 154-071226 o escribiendo a: ailsantafe@yahoo.com.ar.
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