Tampoco están marcadas las sendas peatonales y no hay carteles que indiquen la presencia de escuelas. El problema se repite en el centro.
La Capital |
La escena es conocida. Alguien a bordo de un automóvil baja la ventanilla y pregunta el nombre del lugar por el que circula o del que intenta encontrar después de varias vueltas a la manzana. En el corazón de las barriadas, más allá de las principales arterias que las atraviesan, y hasta en zonas céntricas, los vecinos dicen que la señalización de las calles está deteriorada o directamente no existe. Además, denuncian otros ítems en la lista de reclamos relacionados con las marcaciones: pasos de peatones, carteles que anuncian escuelas o plazas y hasta la formalidad de alguna categórica prohibición de estacionar o tirar basura.
"¿Dicen que hay dos ciudades? Bueno, entre las cosas que le faltan a la Rosario de la periferia está la señalización en el interior de los barrios; sólo existe en algunas avenidas y calles principales", dijeron vecinos de Empalme Graneros en una esquina de casas sencillas. En las zona sur llegaron a la misma conclusión y anexaron varios tópicos que en su opinión también requieren cartelería. ¿Hay problemas con la señalización en la ciudad?
En las zonas céntricas los reclamos de señalización más bien pasan por carteles que sirvan de advertencias. Sólo a modo de ejemplo, "debería haber un cartel bien grande que informe a los automovilistas que no pueden estacionar acá porque doblan los colectivos y es una parada de taxi", dijo enfático el chofer de este servicio público en la esquina de Maipú y Rioja, después de señalar la línea amarilla ocupada por autos particulares que impiden el paso a un colectivo que quedó en diagonal en un fallido intento de giro.
Cerca de allí, alguien reclama un cartel más visible que indique que hay una isla de separación que ocupa varios metros de la calle, con autos estacionados antes y después de los contenedores. Sobre Ovidio Lagos, son los propios vecinos los que ponen letreros comunicando a los peatones que bajan a la ciclovía, que las bicicletas suelen venir de contramano. "Además de salvar varios viejitos en las bicisendas, les explicamos a la gente que pregunta cuál es calle Suipacha porque durante varias cuadras no tiene ningún cartel", explicó Oscar Boeri, portavoz de la vecinal Maradona en el barrio Pichincha. Además, pidieron por anexar a los semáforos señales que protejan a los peatones y carteles con límite de velocidad sobre calle Salta.
"En el interior de los barrios periféricos, la señalización es, al menos, deficiente", dijeron desde la vecinal Empalme Graneros cuya jurisdicción está delimitada por Chaco, Gorriti, Provincias Unidas, Bolivia y el arroyo Ludueña. Además, aseguraron que la única calle bien señalada es Juan José Paso, pero más allá de esta avenida y de sus principales transversales, los nombres de las arterias suelen faltar en exceso en el corazón de la barriada.
"Tampoco están marcadas las cebras para los peatones ni las líneas que dividen la circulación, pero las tendrían que pintar por sobre los baches", dijeron desde la misma vecinal celebrando la humorada. Aunque también hubo lugar para la autocrítica: "Los vecinos tienen que poner la numeración que ya lleva varias décadas de actualizada porque en el sentido este a oeste todavía conviven dos alturas de la calle", explicaron.
De la falta de prolijidad y pintura en las sendas peatonales también se quejaron en las inmediaciones de la intersección que forman los bulevares Oroño y Seguí. "En la rotonda casi están borradas las cebras y acá el tránsito es continuo, tampoco están pintadas desde 27 de Febrero al sur", describió Carlos Sosa, al frente de un conocido comercio del lugar.
Y si de pintura se trata, varios de los lomos de burro del barrio Jorge Cura, delimitado por 27 de Febrero, Ovidio Lagos y los bulevares Seguí y Oroño, necesitarían que se les renovara el color amarillo a fin de que no se constituyan en una sorpresa para los automovilistas que no conocen la zona, aseguraron quienes transitan todos los días por sus calles.
Igual de advertida debería estar la escuela Santa Isabel de Hungría, en Cafferata 4070, a la que, sobre esta calle, no hay ningún cartel que la identifique como tal. "Tendría que haber un cartel para que los automovilistas tomen precauciones por si se cruza un chico", comentó Claudio Cano, desde el barrio Alvear, formado por Avellaneda, Francia, Seguì y las vías. Y dijo que hace tres años viene reclamando por este tema.
Según Cano, en la plaza, también llamada Santa Isabel de Hungría, se da una situación similar. "La plaza está a mitad de cuadra y necesitamos un cartel porque quienes pasan con los autos no saben que puede cruzarse un chico detrás de una pelota. Además, dijo que en el lugar, donde conviven juegos infantiles con un basural en formación, ya hubo varios accidentes.
Pero lo que por ahora necesitan con urgencia, es un cartel que fije la prohibición de tirar basura en Seguí e Iriondo, justo donde los alumnos concurren a un club para dar las clases de educación física a falta de una instalación escolar apropiada. "Las lauchas pasan por arriba del alambre", describió Cano y dijo que ese depósito de deshechos se forma con los materiales que vuelcan los carros, aunque también por la propia gente del lugar y de visitantes pocos solidarios que llegan en autos para descargar sus propios desperdicios en terrenos ajenos. Pero no es el único foco malsano, en 24 de Septiembre y Castellano stampoco logran controlar la situación y necesitarían que la prohibición estuviese escrita en letras de molde.
"Acá las calles tienen pintado el nombre pero algunas tenés que hacer como cuatro cuadras para saber por dónde vas", comentó Roberto Arce en barrio Moderno, desde el oeste rosarino. Y pidió ampliar la mirada sobre el lugar. "El barrio completo da lástima, nadie se fija acá, hace seis años que no aparece nadie" dijo y consideró una "casualidad que el mes pasado pasaran señalizando la calle Camino Aldao".
También desde la vecinal 13 de Marzo, entre Biedma, Garzón y Rouillón, Sebastián también apuntó a la falta de señalización, aunque el tema casi se convierte en detalle si se tiene en cuenta que en un punto clave del lugar, que funciona como enlace con otro barrio, no hay una sola referencia a la parada de colectivos. "A veces hay hasta 40 personas esperando y gente grande parada durante mucho tiempo porque salvo el colectivo 125 los otros que pasan por acá llegan cuando quieren". En su opinión, sería indispensable un refugio y un cartel que indique la hora de llegada de los ómnibus así la gente que, por su trabajo, debe viajar en "horas complicadas" no tiene que estar expuesta durante tanto tiempo.
Para Marcelo Carrasco, de la vecinal La Florida, que se extiende entre David Peña, Vieytes, Camino de los Granaderos, las vías del ferrocarril y el río Paraná, la señalización tiene tres aspectos bien diferenciados, que se corresponde con otros tantos perfiles del barrio. "Hicimos varios reclamos en la Municipalidad", comentó. Y dijo que es notoria la falta de estandarización en el tema ya que en un sector hay carteles sobre columnas, en otro círculos pintados en las ochavas y, en el tercero, hasta faltan estas referencias.
"Las calles más escondidas son las que no tienen nombre o está borrado, como Varela al 3400, Zelaya o Lugones al 3700", comentó María del Carmen desde la misma vecinal y no pasó por alto que en zonas consideradas peligrosas no es menor encontrar la calle antes que dar vueltas buscándola.
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