Los brazos en jarra y la mirada perdida en el piso de Lucas Bernardi en la mitad de la cancha tras el pitazo final de Germán Delfino definían con absoluta precisión las sensaciones que invadieron a Newell’s tras el empate con Quilmes en el Parque.
La Capital
Los brazos en jarra y la mirada perdida en el piso de Lucas Bernardi en la mitad de la cancha tras el pitazo final de Germán Delfino definían con absoluta precisión las sensaciones que invadieron a Newell’s tras el empate con Quilmes en el parque Independencia. Representaba un crudo gesto de desencanto por lo que fue una oportunidad desperdiciada. Esa igualdad lo acercó al elenco de Gerardo Martino a un estadio de riesgos poco conveniente que se palpó en la salida del equipo. Como no consiguió un triunfo, tuvo que pegarse al televisor para conocer la suerte de Vélez. Dejó de depender de sí mismo y esa incomodidad se verificó en síntomas de tensión en cada rincón de las abarrotadas tribunas leprosas. Así, el cero repartido con los cerveceros lo obligó a perder terreno en una cruzada que sumó algunas complicaciones en un viernes frenético que contó con los tres de arriba en una jornada de súper acción. Y esa carga emocional se transformó en desazón cuando el Chucky Ferreyra le regaló la victoria y la punta al Fortín.
Vélez se impuso anoche 2 a 1 a Godoy Cruz y trepó a lo más alto. Hizo retroceder a Newell’s y desde ahora los análisis deberán tejerse desde otro escenario. Hay otra perspectiva, con más especulaciones. Es que ahora el único que depende de sí mismo es el conjunto de Liniers y la Lepra tendrá que seguir levantando sus banderas unos metros más atrás.
Previamente, minutos antes de las 19, los hinchas leprosos festejaron la igualdad entre Belgrano y Argentinos en Córdoba. La mayoría siguió las acciones de ese duelo en las pantallas que están colocadas en la tradicional platea de la visera. Allí, hasta algunos simpatizantes se animaron a aplaudir ese gesto que regaló el primer partido de la 14ª fecha del torneo Inicial.
Pero Newell’s no pudo hacer lo que debía y sin una victoria se regaló mansamente a los caprichos del destino, y a los goles de Vélez.
Por eso, a medida que fueron pasando los minutos, el partido con Quilmes se convirtió en una fuente de excitación e impotencia. Los goles no llegaban y la situación se enrarecía. Había algo en el aire que indicaba que un empate era peligroso. Muy peligroso.
Una vez decretada la parda leprosa, los fanáticos se ilusionaron con el gol de Castro que abría la cuenta para Godoy Cruz y en ese pasaje le dejaba a Newell’s el bastón de líder. A esa altura ya quedaban muy pocos en el estadio Marcelo Bielsa, ya que todos fueron a seguir las instancias de Vélez por televisión en sus hogares.
Luego, los dos goles de Facundo Ferreyra dieron vuelta la historia y fueron un auténtico golpe a la ilusión leprosa. Castigaron la impericia que tuvo Newell’s ayer para marcar su superioridad en la red rival. Fue un mazazo que le arrebató el vagón de punta y que se mofó de su falta de capacidad para quebrar a Quilmes. No pudo repetir actuaciones de otras tardes y lo pagó muy caro.
Por eso, Newell’s sabe que dejó su condición en su propio partido. El resultado de Vélez no hizo más que exponer y multiplicar los efectos colaterales del paso en falso de la escuadra leprosa ante su gente. Pero este inconvenientes no significa nada definitivo. Quedan cinco fechas y el horizonte todavía está abierto a otras oportunidades. Aunque a partir de ahora, no todo dependerá de su voluntad. Por culpa de su empate.
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