Una lucha desigual entre la
mente y el físico. Una pelea de dos pesos diferentes en términos
boxísticos. Central recibe esta tardecita a Nueva Chicago con un rival
enquistado dentro mismo de su cuerpo y alma.
La Capital |
Una lucha desigual entre la mente y el
físico. Una pelea de dos pesos diferentes en términos boxísticos.
Central recibe esta tardecita a Nueva Chicago con un rival enquistado
dentro mismo de su cuerpo y alma. No es una consideración metafísica.
Intenta ser el anuncio, preludio, proyección, de un partido de fútbol.
Pero a Central hace rato que el fútbol le viene envuelto en un paquete
que además incluye frustraciones, desencuentros, fastidios,
desilusiones, intolerencia... No es sólo un partido con 22 jugadores y
por los puntos. En Arroyito hace mucho tiempo que no es así. Es un combo
explosivo que lo somete, lo exprime y lo oprime.
Por eso mismo el rival no es Chicago, o en el mejor de los casos no es sólo el equipo de Mataderos.
Así son los tiempos canallas. Un equipo
que no contagia y pierde más de lo que gana, que siente la presión que
baja desde las tribunas apenas disputados un puñado de minutos. Y lo que
es peor. No logra desembarazarse de ese karma.
El origen de todo es el descenso. Jamás
elaboraron el duelo. En la primera temporada el grado de tolerancia se
fue achicando fecha tras fecha. Hasta que terminó fundiéndose con la
resignación. En la segunda, la ilusión voló por el aire en 180 minutos
después de una larga temporada. Nadie puede explicar muy bien por qué.
Nadie sabe por qué.
Allí la resignación mutó. Ya no es una actitud pasiva propia de ese sentimiento.
En la cancha de Central ya no hay
paciencia. Nadie negocia nada; ni cinco minutos de desconcentración.
Nadie soporta nada diferente a un triunfo. No hay indulgencia. Ni
siquiera para los que no tuvieron nada que ver con aquel fatídico 23 de
mayo de 2010. Tampoco la habrá para Russo si los resultados no aparecen.
Así es la cosa. Ese es el sentimiento del hincha de Central. Del
soberano.
Desde afuera se puede advertir claramente cuál es el sentir hacia los jugadores y cómo luchan ellos contra la historia reciente.
Los que participaron de al menos uno de
los tres peores momentos (1 descenso y 2 intentos frustrados de
ascenso) saben que no tienen ni el más mínimo margen. Y así juegan: mal.
Los que llegaron para esta temporada todavía no terminan de entender el
clima y menos aún de absorverlo. Y así juegan: bastante mal.
Los más chicos gozan del beneficio que
les entrega a esta edad el estado de inconciencia que genera ponerse la
camiseta de fútbol de un equipo muy popular y soñar con vivir, y muy
bien, de la relación con la pelota. No los inhibe el clima externo.
De ese rompecabezas debe sacar las piezas Russo para armar el equipo que le ofrezca la mejor versión posible.
Sí, debería ser el anuncio de un partido de fútbol. Pero en Central hace rato que el fútbol pasó a un segundo plano.
¿Y entonces? Entonces debe ganar,
empezar a ganar. Y mientras tanto elaborar definitivamente el duelo para
refundarse de una vez por todas.
El Canallabus
El plantel de primera división de
Central arribará hoy al gigante de Arroyito en el Canalla Bus por
primera vez. Empresa Argentina y Rosario Central presentarán el primer
colectivo personalizado con imagen del club auriazul. Es una unidad que
llevará la impronta canalla y los colores del club a todos los rincones
del país. Contará con equipamiento de última generación.
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