Son obligatorios para retirar la
moto del corralón, pero también asisten automovilistas. En lo que va de
2012, el número de asistentes ya casi iguala a los de todo el año
pasado.
La Capital |
El muchacho que está sentado en la
última fila del salón sabe que para circular en moto tiene que usar
casco. La mujer que resopla en el primer banco, también. Sin embargo
están allí, en los talleres de reeducación vial que se dictan en la
dirección de Tránsito del municipio, porque los inspectores los
encontraron in fraganti y sus vehículos terminaron en el corralón
municipal. En lo que va del año, 1.823 personas participaron de la
actividad, un número que casi emparda a los asistentes durante 2011.
Para los motociclistas, cumplir con el taller es requisito para
recuperar su vehículo; pero por las aulas también desfilan
automovilistas, derivados por los jueces de faltas tras cometer faltas
graves.
Las jornadas de reeducación vial están
estipuladas por la ordenanza 8.014, sancionada hace cuatro años, que
incorpora al Código de Tránsito la obligatoriedad de los conductores
que incurren en faltas graves de participar de un taller "como
condición para retirar su vehículo" del corralón. La norma se puso en
marcha recién en 2008 haciendo hincapié en los motociclistas,
claramente el eslabón más frágil de la cadena del tránsito.
Y desde entonces, empujados también por
el aumento de los controles sobre los conductores de estos vehículos,
el número de asistentes a los talleres que se desarrollan en la sede de
Tránsito no para de crecer. De acuerdo a estadísticas del departamento
de Educación Vial, en el 2010 participaron de la actividad 2.172
personas, el año pasado fueron 2.295 y en estos últimos seis meses ya
desfilaron por los salones 1.823 conductores.
En ese grupo, los varones son amplia
mayoría (nada menos que el 82 por ciento). Y en cuanto a las edades, el
grueso va de los 25 a los 50 años. Los hay también más jóvenes,
incluso menores de edad que deben concurrir acompañados de sus padres y
del titular del vehículo.
En dos ruedas. "Los
conductores de autos o camiones son muy pocos, apenas alcanzan el 5 por
ciento, y llegan derivados por el juez de Faltas. En cambio los
motociclistas que circulen sin casco, a contramano, con índices de
alcohol no permitidos o sin documentación tienen obligación de
asistir", indicó el jefe del departamento de Educación Vial, Gustavo
Adda.
Para el funcionario no se trata de
"perseguir" a las motos. "Es un vehículo económico, fácil de adquirir y
conveniente para estacionar. Sin embargo también es cierto que llevan
la delantera en materia de accidentes", advirtió.
Las estadísticas del Hospital de
Emergencias Clemente Alvarez (Heca) no lo desmienten. Durante el año
pasado, los motociclistas representaron el 70 por ciento de los
pacientes lesionados en accidentes de tránsito. A la guardia del
efector llegaron 2.685 conductores de moto y la mayoría de ellos no
usaba casco. En 2004, según advierten los fundamentos de la ordenanza
8014, se habían registrado 1.180 accidentes de moto.
Hace tiempo que las organizaciones que
velan por la seguridad vial advierten que las sanciones, por sí solas,
poco hacen para evitar accidentes de tránsito. Y la experiencia de
quienes dirigen estos cursos parece confirmarlo, según afirman, el
porcentaje de reincidentes entre quienes participan de la actividad "es
ínfimo, muy poco significativo", indican.
Y hay otro dato: al compás del
incremento de los operativos de control y sensibilización crecieron
también las cifras de los trámites para obtener el carné habilitante
para conducir motos. "Una clara señal de que los conductores tienen
interés de regularizar su situación", destaca Adda (ver aparte).
Justamente, ese es el fin último que se
persigue desde el departamento de Educación Vial. "Nosotros no
juzgamos, ni tratamos a los conductores como infractores. Lo que
queremos que entiendan es que detrás de las normas de tránsito está la
vida, que sepan como cuidarse y que tomen conciencia de que más
importante que llegar a un lugar es volver a casa. No es fácil es un
trabajo lento, pero no imposible", concluye Adda.
Salir de la informalidad
"En los talleres no nos detenemos tanto
en difundir las normas de tránsito, porque los conductores las
conocen, sino en explicar por qué hay que circular de esa manera. La
mayoría llega pensando "yo sé cuidarme" o "con mi vida hago lo que
quiero" por eso insistimos en el costo social que tienen las
negligencias", resume Edgardo Campisi, uno de los cuatro instructores
encargados de los talleres de educación vial.
La actividad dura cuatro horas y
finaliza con una charla de sensibilización a cargo de Felipe Carusso,
integrante de la ONG Protejamos la Vida, el papá de Daniela, una de las
dos jóvenes que murió el 2 de marzo de 1997 en Salta y Oroño cuando
Sebastián Pira las arrolló con su automóvil que conducía a más de 100
kilómetros por hora.
Campisi destacó la importancia de los
talleres. "Desde que los estamos dictando casi no tenemos reincidentes.
No es que pensamos que no cometen más faltas, pero al menos no de las
graves. Además este año se nota el crecimiento de las solicitudes de
licencia de motos; antes representaban el 20 por ciento de los
trámites, ahora son el 40 por ciento. Y, según lo que comentan desde
las compañías, hay también más demanda de seguros contra terceros".
Números
Según datos oficiales, en Rosario hay
unas 220 mil motos patentadas. Sin embargo, desde la dirección
municipal de Tránsito se calcula que hay otros 100 mil de estos
vehículos circulando por la ciudad sin este requisito fundamental. El
parque de automóviles es mayor, alcanza las 700 mil unidades
patentadas.
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