Entre los personajes más elegidos hay mayoría de fallecidos, muchos extranjeros y protagonistas muy llamativos
Tal vez por aquello de “lo que no se pronuncia no existe”, en cinco años de gobierno y en centenares de discursos de Cristina Kirchner es imposible encontrar la palabra “corrupción”. Sólo una vez, el 22 de marzo de este año, la Presidenta citó la palabra maldita en la inauguración de una planta de medicamentos oncológicos. Resulta curioso que, pese a las múltiples denuncias y causas judiciales que cruzan la actualidad –desde el escándalo Ciccone hasta las tarjetas SUBE–, la corrupción haya quedado fuera del eje de los debates. ¿Es la honestidad una virtud tenida en cuenta en la valoración de las personalidades públicas? ¿Podemos nombrar, sin esfuerzo, diez figuras honestas?
La consultora Giacobbe y Asociados acaba de cerrar un sondeo que repetirá cada año y que intenta despejar algunas de estas dudas. El estudio, que se publica por primera vez en PERFIL, es preocupante. De los primeros diez puestos del “ranking de honestos”, nueve están muertos. El primer vivo, y en el puesto 8, es el dirigente social Juan Carr.
La consigna. El primer dato significativo es que, en su mayoría, los consultados no pudieron citar diez personas honestas, y dejaron varios renglones sin completar. Dos mujeres, de 34 y 41 años, sorprendieron al dejar vacíos los primeros renglones del cuestionario, para dejar en claro que sus “honestos” no merecen ocupar los primeros lugares. La premisa parecía sencilla. “¿Puede consignar, según su juicio, el nombre de diez personas honestas?”, sin importar el tiempo histórico ni la nacionalidad. El único requisito era que fueran conocidas a nivel público. Para evaluar la dificultad, basta cerrar los ojos y tratar de confeccionar una lista propia de honestos. Ahí empieza el problema.
De los políticos argentinos en actividad, el primero que aparece es el socialista Hermes Binner, pero en el puesto 26, dos por debajo de la animadora Susana Giménez. Lo siguen Elisa Carrió y Cristina Fernández de Kirchner, quienes recibieron la misma cantidad de votos. Daniel Scioli consiguió tres votos menos que la Presidenta y se ubica en el puesto 37 (el sondeo terminó antes de que se conociese el pago en cuotas del aguinaldo para los bonaerenses). El único sindicalista que figura es Víctor De Gennaro (73).
Vivos y muertos. En los primeros 15 puestos sólo hay dos vivos. Al mencionado Carr hay que sumarle el presidente uruguayo José “Pepe” Mujica (13), cuya austeridad reconocida lo ha puesto como el primer político mencionado por la mayoría. Sólo fue superado por los ya fallecidos radicales Arturo Illia (5) y Ricardo Alfonsín (7). Del listado que rescata un centenar de nombres honestos, casi la mitad (46) están muertos, muchos desde hace más de un siglo.
La buena noticia podría ser que entre los vivos más votados figuran los políticos (26,12%) y los dirigentes sociales (14,3%). La mala es que no están en los primeros puestos. Dos periodistas, Jorge Lanata (21) y Nelson Castro (23), encabezan el rubro “periodistas honestos”. En el puesto 53, y con 11 votos, aparece Víctor Hugo Morales, el único periodista citado con buena relación con el Gobierno.
Desde la consultora sostienen que cada año realizarán el sondeo, y esperan que su publicación influya en las conductas públicas: “Quizá fomente también una mejor conciencia en algunos actores públicos que fantaseen con figurar en el imaginario colectivo de honestidad”, imagina su director, Jorge Daniel Giacobbe, quien estima que “el ranking de honestos” es una manera de aproximarse a un tema “freezado” (ver aparte).
Grandes ausencias. No sólo hay que leer qué opinaron los 500 encuestados, sino también lo que no mencionaron. Si este trabajo se hubiese hecho dos años atrás, habría figurado en algún puesto destacado Hebe de Bonafini. Hoy no aparece entre los primeros cien, opacada por el desastre financiero y las sospechas sobre la fundación Madres de Plaza de Mayo.
La contracara es Estela Carlotto, de Abuelas de Plaza de Mayo, que figura en el puesto 30 y a un solo voto de diferencia de los conseguidos por Cristina Kirchner.
Otro grupo influyente que no registra simpatías por su honestidad es el empresario. No hay uno solo votado por esa actividad.
Llama la atención también que Alicia Kirchner, la ministra y cuñada presidencial, no haya figurado. Es la funcionaria más pobre del Gabinete y ha estado ligada al desarrollo social en los últimos años. Su hermano Néstor figura en el puesto 45, y Cristina la supera en el ranking de honestos, y en el patrimonio. Como se sabe, la Presidenta tenía un plazo fijo de tres millones de dólares. Alicia sólo declara 16 mil dólares. Sin embargo, no logró ingresar al ranking.
La diversidad y la dispersión del concepto de honestidad entre los 500 argentinos que votaron en esta primera muestra se refleja en los últimos cinco que ingresaron al listado de los cien. Allí figuran el cantante Bono, el recién eyectado Maradona, las ONGs La Alameda –que persigue a explotadores– y Médicos Sin Fronteras, la monja Martha Pelloni y el Premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel. Sólo falta Discépolo.
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