Es docente de Trabajo Social de
la UNR e integra el Equipo para el Estudio de la Vivienda. Asegura que
esta nueva oleada de ocupaciones de terrenos responde a una lógica de
los excluidos que hoy \"no tienen respuestas concretas\".
Una trabajadora social le preguntó a una mujer que iba a ser beneficiaria de un plan de viviendas:
-¿Cómo querés que sea la casa?-Como la tuya -le contestó, en seco.
Tan simple como contundente, aquella respuesta encierra revelaciones invisibles, a veces, a la luz de las políticas públicas. Y por eso impacta la serie de conflictos que brotan en Rosario y alrededores en torno a terrenos usurpados y gente que busca un lugar donde vivir mejor. La profesional que hizo aquella pregunta es Marta Basuino, docente de la escuela de Trabajo Social de la UNR, investigadora en el Equipo para el Estudio de la Vivienda (Epev), de la Facultad de Arquitectura, y miembro del Servicio Público de la Vivienda (SPV), quien analizó para Rosario/12 este fenómeno de las ocupaciones de tierras privadas, que no es nuevo ni exclusivo de Rosario, pero que hoy el gobierno de la ciudad reconoce como el factor común de todos los problemas sociales que enfrenta.
-¿Por qué se producen últimamente ocupaciones masivas, desalojos judiciales, conflictos de vivienda?, preguntó este diario al enumerar los casos de Villa Gobernador Gálvez, Mendoza al 9300, Avellaneda al 4200, y 27 de Febrero y Circunvalación.
-Es la irrupción de una lógica distinta de sectores que quedan afuera de la inclusión social. El crecimiento urbano hace que determinados sectores populares queden criminalizados, sin acceso a los sectores de mejor calidad de suelo, y entonces buscan opciones alternativas que el Estado no les da. No les da respuesta a su problemática de vivienda. No se puede desconocer también que hay grupos que trabajan con estos sectores y cabe inferir que estas ocupaciones no siempre son totalmente espontáneas. De todos modos, es evidente que las tomas de tierras responden a una lógica propia de sectores populares que no es la del mercado y tampoco del aparato burocrático del Estado.
-Parecen cuestionar el discurso de la ley, que sacraliza la propiedad privada.
-Buscan una alternativa. Es que están en el borde de la ciudad, excluidos de los sistemas de acceso. Si así no pueden, entonces buscan otra lógica. Hay que comprender esos procesos para comprender como Estado cómo intervenir. Puedo estar de acuerdo o no con las ocupaciones, pero primero debo reconocer que hay una lógica distinta allí. Sean espontáneas o conducidas, hagamos una mesa de diálogo y hablemos, incluido el privado. No queda otra alternativa que interactuar. El desalojo no es la solución".
Basuino comparó las 88 villas miseria que tenía Rosario entre los años \'80 y \'90, con las 100 que, estimativamente, existen hoy. Y se preguntó porqué, si acaso hubo intervención del Estado para enfrentar esa demanda creciente. "Un argumento dice que hay migración de la provincia a la ciudad, cosa que para mí es una razón débil. Eso fue significativo en algún momento, ahora no. El hombre que vive hace 30 años en la villa y se dice correntino, ya es más rosarino que correntino; y tuvo hijos y nietos", refractó. En cambio, sostuvo que "sí existe una fuerte migración interna en la ciudad, gente que no pudo alquilar y que ha ido modificando la ubicación de su vivienda dentro de la ciudad, por su empobrecimiento familiar. Se vio fuerte después de 2001, y luego perdió fuerza hacia el 2006 aproximadamente. Del alquiler a la pensión, a otra pensión y, finalmente a la villa. Ese fue el proceso que hoy explica buena parte de la constitución de los asentamientos irregulares en Rosario", afirmó la trabajadora social.
-¿El crecimiento vegetativo en las villas es mayor que en otros sectores o es un mito?
-Sí, los grupos familiares son de 4 a 8 integrantes, mucho más que en otros barrios. Pero no sólo por cantidad de hijos, sino también porque forman pareja muy jóvenes, cosa que en los sectores medios es a la inversa, con una adolescencia que se extiende hasta los 30 años. De todos modos, el crecimiento vegetativo de Argentina es bajo.
-¿Qué pasó con el Estado, entonces?
-No es que se haya desentendido del problema, estuvo presente. Pero hay que evaluar cómo se intervino. En un proyecto de viviendas hay tres tiempos: el político, que requiere mostrar la obra; el de los organismos que ponen la plata, y el de la gente. Articular esos tres tiempos es muy difícil. Si un grupo no demanda vivienda, por más que el Estado vaya y le diga "tomá esta casa", la gente no se apropiará del lugar, no la sentirá suya. La gente debe ser partícipe de los proyectos. Cuando alguien va a construir por su cuenta, discute mano a mano con el arquitecto cómo quiere la casa. Si los planes sociales no contemplan al beneficiario, entonces quiere decir que el Estado no lo considera realmente un sujeto de derecho".
Basuino contó la anécdota de un relevamiento en el que participó, sobre un asentamiento en tierras inundables. "Los investigadores esperábamos que la gente dijera que quería una casa. Y sin embargo, nos dijeron que querían las calles, para no tener que pisar más el barro. Su prioridad no era el objeto casa, sino el hábitat", distinguió.
A la luz de sus definiciones, cualquier Fonavi es el claro ejemplo de lo que no debe repetirse en políticas de vivienda, aunque las 1400 unidades del Plan Federal que se levantan en la Zona Cero estén en plena ejecución. "Las políticas públicas siempre pensaron en el objeto casa, pero esos complejos llave en mano excluyen a los sujetos destinatarios, les hace perder identidad, los invisibiliza. No es casual que se hayan concebido en años de dictadura. Es difícil que la gente se apropie de esos lugares", cuestionó.
En la actualidad, rescató, se procura pensar "en el entorno y no sólo en la casa. Es contemplar el entramado de relaciones donde transcurre la vida de quienes habitarán allí. Incluso, hasta una huerta, un espacio de microemprendimientos puede ser vital en un barrio nuevo. Eso es el hábitat, y es el camino a transitar: construir procesos de apropiación del espacio público y privado". El problema es que "en Rosario no quedan espacios vacantes con infraestructura como para proyectar planes de vivienda. Es una gran limitación". Además, mencionó Basuino, "está la variable del mercado, en la que intereses económicos, y también políticos, hacen que las decisiones no siempre pasen por dar respuesta inmediata a la gente. Hay sectores que no encuentran respuesta ni en el mercado, ni en el Estado. Entonces, surge la lógica de la ocupación. Y eso es lo que está pasando", opinó.
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