Marcela S dijo que vio a su
pareja, Andrés Arduvino, salir bañado en sangre del edificio. Afirmó que
ni al entrar ni al salir del predio de Montevideo al 1600 él llevaba un
cuchillo.
"Me matan, me matan", aseguró ayer
Marcela S haber escuchado gritar a su novio, Andrés Arduvino, cuando lo
vio salir ensangrentado del edificio donde vive el abogado Fabián
Casarini, ahora imputado por homicidio. Lo reveló al declarar a mediodía
ante la jueza de Instrucción Mónica Lamperti y la fiscal Cristina
Herrera donde ratificó, aportando más detalles, lo que había expuesto en
sede policial. La muchacha adujo que su pareja le dijo que llegó al
lugar donde murió a buscar una droga.
El testimonio de Marcela S. era
esperado porque hasta ahora a nivel del expediente sólo figuraba el
testimonio de Fabián Casarini, quien ya declaró que mató en defensa
propia a Arduvino, en un hecho que se investiga como un robo en el
estudio jurídico de Montevideo al 1600.
Marcela contó que el domingo a las 2.30
de la mañana, al pasar por la puerta del edificio de Montevideo 1629,
Arduvino le dijo que lo esperara en la esquina. De acuerdo a la chica el
joven le dijo que debía hablar con un persona que le iba a dar una
droga llamada Metadona. Dijo que lo vio ingresar por la puerta del
edificio. Que esperó unos 15 minutos en la esquina y que como Arduvino
no regresaba regresó a las puertas del edificio.
Allí escuchó gritar a su pareja: "Me
matan. Me matan". Y vio su figura tratando de salir por la ventana. Dijo
no recordar si ella arrancó la reja de la ventana o si la misma cedió
por el peso del muchacho. Aseguró que gritó al agresor que dejara de
atacarlo y que cuando Arduvino cayó en su brazos pudo ver la cara del
matador. La mujer descartó que Arduvino tuviera un cuchillo o, en su
defecto, esa arma blanca clavada en alguna parte de su cuerpo.
Marcela S. llegó a tribunales
acompañada por Daniela, la mamá de El Lepe, como lo llamaban. Fue
asistida por su abogado defensor, Marcos Cella, quien al culminar la
medida dijo: "Hay que tener cuidado con lo que se dice porque se meten
en cuestiones muy delicadas. En este caso hay cosas que no cierran",
sostuvo.
Fuentes judiciales describieron que
Marcela S. contó que el sábado por la noche fueron con Arduvino al
complejo de cines ubicados en San Martín y San Luis. No les interesó la
programación y decidieron ir a comer pizza a avenida Pellegrini. Luego,
al pasar por el edificio donde Casarini vive, Andrés le dijo que lo
esperara en la esquina que él iba a pedir Metadona, una droga similar a
la morfina que no tiene un efecto sedante tan fuerte y se utiliza en
programas de rehabilitación de adictos.
Afirmó que lo vio ingresar por la
puerta del edificio y que lo rescató desde la ventana del estudio
jurídico de Casarini. Y el relato, interrumpido por ataques de llanto,
continuó con la secuencia mencionada en párrafos anteriores.
La muchacha, que tenía hijos con
Arduvino, hizo ante la jueza y la fiscal un relato "sin fisuras, donde
contestó todas las preguntas que se le realizaron", según comentó el
abogado Cella
La discordancia. Desde
que Andrés El lepe Arduvino dejó de existir en el hospital Provincial
el domingo pasado cerca de las 3 de la mañana. Su muerte generó
novedades escuetas en lo judicial y vertiginosas en las voces de
protagonistas y rumores callejeros. Hasta ayer sólo se conocía la
versión del abogado del fuero civil Fabián Casarini, de 33 años, quien
contó: "Me defendí de un extraño que entró a mi casa con fines de robo".
Casarini explicó que estaba en su casa
durmiendo cuando escuchó ruidos y se dirigió hacia su oficina, que está
conectada internamente con su domicilio. Se topó con un hombre que no
conocía. "Logré sacarle el arma blanca que traía. Le solicité reiteradas
veces que se retirara empuñando el arma blanca. Entonces se volvió a
abalanzar sobre mi y entramos en un combate. Realmente traté de defender
mi integridad física. Yo defendí mi vida", relató.
El argumento familiar. Los
familiares de Arduvino, con Daniela, su mamá, a la cabeza indicaron que
el muchacho, que recibió al menos ocho puntazos, fue atacado por más de
una persona y que en su cuerpo tenía heridas propias de haberse
defendido. La mamá de Arduvino presentó un escrito ante la fiscal
Herrera, dirigido a la jueza Lamperti, en el que pidió que una junta
médica forense determine las medidas de las puñaladas para establecer si
su hijo fue agredido con uno o dos cuchillos.
"Tenía cortes en los antebrazos, las
manos, la cara, el cuello y los testículos", aseguró la mujer. Andrés
Arduvino tenía reputación de escruchante, delincuentes que ingresan a
una vivienda a robar en ausencia de sus moradores. Suelen realizar estos
delitos sin emplear ni portar armas.
Inspección de la jueza y la fiscal
Previamente a la declaración de Marcela
S., la jueza Mónica Lamperti y la fiscal Cristina Herrera se
constituyeron en el departamento de planta baja ubicado en el edificio
de Montevideo 1629 para realizar una inspección ocular de la escena del
crimen, en una medida que se prolongó durante tres horas. En el lugar
trabajaron efectivos de Policía Científica quienes levantaron rastros y
elementos para peritar.
La fiscal Herrera indicó, al finalizar
la medida, que se trató de un procedimiento para sumar elementos para la
reconstrucción integral del hecho.
En el lugar se advertían las manchas de
sangre y la rotura de la reja con marcas compatibles con el uso de una
barreta, lo que obra en favor del testimonio del abogado. Al ser
consultada si en la escena había huellas de una tercer persona, la
fiscal indicó que “esa prueba se rescató y la pericia de rastros
determinará si es de una tercera persona”.
Consultada respecto a una posible
relación sexual previa en el lugar la fiscal indicó: “Se secuestraron
elementos en la habitación, aunque no relacionados con ese aspecto”.
Herrera indicó que los celulares decomisados en el lugar fueron enviados
a peritaje. El arma homicida no fue hallada.
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