La investigación del homicidio de Andrés Arduvino en el estudio
jurídico del abogado Fabián Casarini anotó ayer dos factores que
encauzan el rumbo de la pesquisa hacia la hipótesis que la madre de la
víctima anticipó al día siguiente del crimen: que el victimario y la
víctima se conocían, y que no hubo ingreso forzado al departamento de
Montevideo 1629, planta baja, de donde el joven salió con ocho puñaladas
fatales. Hasta ahora, el letrado ha sostenido que no conocía a
Arduvino, quien lo sorprendió en su casa, y que su reacción fue defender
la vida propia.
Marcela S., compañera de Arduvino, ratificó ayer ante la jueza Mónica Lamperti y la fiscal Cristina Herrera lo que le había dicho a la policía en la madrugada del domingo: que ambos fueron hasta el edificio donde reside Casarini, pero que Arduvino no le explicó el motivo. Sólo le dijo que la esperara en la vereda. "Esperame, que ya vengo", le dijo, y ella lo vio apostarse frente a la puerta y entrar sin escándalos cuando alguien le abrió y lo hizo pasar. Luego de "15 o 20 minutos", la joven se acercó a la ventana del estudio, que da a la calle, porque oyó gritos. Así descubrió que su marido estaba bajo ataque. Entonces, ella arrancó un barrote de caño cuadrado de la ventana y ayudó a Arduvino a salir. La sangre todavía permanecía ayer sobre la pintura blanca de la reja. Arduvino moriría un rato después, a bordo de un auto de color negro que Marcela hizo detener. A la pareja que lo ocupaba le pidió que los socorrieran. Esos desconocidos los dejaron en el Hospital Provincial y desaparecieron. La jueza espera dar con ellos para sumar elementos que le ayuden a interpretar cómo ocurrió todo.
Marcela salió de Tribunales conservando la imputación de "partícipe necesario en tentativa de robo calificado", tal el rótulo que la jueza decidió mantener todavía sobre el caso. No obstante, quien ahora es una joven viuda y madre de tres hijos continuará en libertad con algunas restricciones como la prohibición de salir de la ciudad y presentarse periódicamente en el juzgado. La misma circunstancia que afronta quien ultimó a su marido.
Por la mañana, la escena retornó a Montevideo 1629. A pedido de la fiscal Herrera, la magistrada, peritos de Policía Científica y abogados del abogado acusado se encontraron en el departamento para "una inspección ocular". Se analizaron las huellas de pisadas y de manos sobre la sangre reseca en piso y paredes, de manera de determinar si Casarini estaba acompañado de otra persona cuando llegó Arduvino, algo que el letrado negó en su declaración, y que la familia de la víctima contradice.
El interés central de la fiscal fue realizar peritajes sobre la ventana del estudio jurídico. "Para corroborar si una persona pudo haber entrado o salido por ese lugar, o ambas cosas, qué grado de fuerza se requiere para forzar un barrote", explicó Herrera y se abstuvo de precisar detalles. La presencia de sangre en esa reja y otros detalles recabados por peritos hacen inferir a priori que Arduvino no habría entrado al departamento por esa ventana, pero que sí habría salido, tal como declaró su viuda.
Mientras tanto, los investigadores aguardan resultados del análisis de llamadas y mensajes de los teléfonos celulares de los dos protagonistas principales del caso, igual que con la computadora personal del dueño de casa. Anoche, Daniela Arduvino, madre de la víctima, lamentó desconocer aún si en la autopsia se constató que a su hijo lo mataron con uno o dos cuchillos. Y volvió a sostener que "ahí había otro tipo".
Marcela S., compañera de Arduvino, ratificó ayer ante la jueza Mónica Lamperti y la fiscal Cristina Herrera lo que le había dicho a la policía en la madrugada del domingo: que ambos fueron hasta el edificio donde reside Casarini, pero que Arduvino no le explicó el motivo. Sólo le dijo que la esperara en la vereda. "Esperame, que ya vengo", le dijo, y ella lo vio apostarse frente a la puerta y entrar sin escándalos cuando alguien le abrió y lo hizo pasar. Luego de "15 o 20 minutos", la joven se acercó a la ventana del estudio, que da a la calle, porque oyó gritos. Así descubrió que su marido estaba bajo ataque. Entonces, ella arrancó un barrote de caño cuadrado de la ventana y ayudó a Arduvino a salir. La sangre todavía permanecía ayer sobre la pintura blanca de la reja. Arduvino moriría un rato después, a bordo de un auto de color negro que Marcela hizo detener. A la pareja que lo ocupaba le pidió que los socorrieran. Esos desconocidos los dejaron en el Hospital Provincial y desaparecieron. La jueza espera dar con ellos para sumar elementos que le ayuden a interpretar cómo ocurrió todo.
Marcela salió de Tribunales conservando la imputación de "partícipe necesario en tentativa de robo calificado", tal el rótulo que la jueza decidió mantener todavía sobre el caso. No obstante, quien ahora es una joven viuda y madre de tres hijos continuará en libertad con algunas restricciones como la prohibición de salir de la ciudad y presentarse periódicamente en el juzgado. La misma circunstancia que afronta quien ultimó a su marido.
Por la mañana, la escena retornó a Montevideo 1629. A pedido de la fiscal Herrera, la magistrada, peritos de Policía Científica y abogados del abogado acusado se encontraron en el departamento para "una inspección ocular". Se analizaron las huellas de pisadas y de manos sobre la sangre reseca en piso y paredes, de manera de determinar si Casarini estaba acompañado de otra persona cuando llegó Arduvino, algo que el letrado negó en su declaración, y que la familia de la víctima contradice.
El interés central de la fiscal fue realizar peritajes sobre la ventana del estudio jurídico. "Para corroborar si una persona pudo haber entrado o salido por ese lugar, o ambas cosas, qué grado de fuerza se requiere para forzar un barrote", explicó Herrera y se abstuvo de precisar detalles. La presencia de sangre en esa reja y otros detalles recabados por peritos hacen inferir a priori que Arduvino no habría entrado al departamento por esa ventana, pero que sí habría salido, tal como declaró su viuda.
Mientras tanto, los investigadores aguardan resultados del análisis de llamadas y mensajes de los teléfonos celulares de los dos protagonistas principales del caso, igual que con la computadora personal del dueño de casa. Anoche, Daniela Arduvino, madre de la víctima, lamentó desconocer aún si en la autopsia se constató que a su hijo lo mataron con uno o dos cuchillos. Y volvió a sostener que "ahí había otro tipo".
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