Según surge del Censo 2010, casi una de cada cinco “viviendas particulares” está “deshabitada”.
Según datos del último Censo Nacional realizado el año pasado, casi el 20 por ciento de las viviendas particulares del departamento Rosario están deshabitadas. En concreto, hay 434.977 moradas, de las cuales 354.507 están ocupadas y 79.978 se encuentran “vacías”. Si bien el organismo estatal no profundiza más en este cuadro sobre sus números, los consultados por este medio vincularon el dato con el llamado “boom” de la construcción y el alto nivel de compra de propiedades con destino exclusivo de inversión, hecho que se vislumbra con más fuerza en la zona céntrica. En tanto, la información también viene a reafirmar el desequilibrio que hay en la materia en la ciudad y su región, ya que según el propio intendente local, Miguel Lifschitz, el déficit habitacional es padecido actualmente por unas 50 mil familias en Rosario, unas 25 mil estimadas en los sectores de más bajos recursos y otro tanto en sectores asalariados y de ingresos medios. Bien de a poco y con datos aún no tan desagregados, se van conociendo los resultados del Censo Nacional realizado en 2010. En una de las últimas planillas que pueden verse en la web del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec) el resultado tal vez más impactante dentro de la unidades de relevamiento vinculada con la viviendas, es la cifra de este tipo de inmuebles deshabitados. De acuerdo a los datos del organismo, el 18, 5 por ciento de este tipo de inmuebles del departamento Rosario están deshabitados. En las ciudades de la jurisdicción hay 434.977 “viviendas particulares”, de las cuales 354.507 están “habitadas” y 79.978 están sin uso. A nivel provincial hay 1.145.270 moradas construidas, de las cuales son 195.282 las que están sin habitarse y 948.369 están siendo “utilizadas”. En el glosario de su trabajo, el Indec define a la vivienda particular como aquella “destinada a alojar personas que viven bajo un régimen de tipo familiar. Constituyen tipos de viviendas particulares las casas, ranchos, casillas, departamentos, piezas en inquilinato, piezas en hotel familiar o pensión, viviendas móviles, y locales no construidos para habitación” (ver aparte la definición de cada uno de estos conceptos). El dato llama ciertamente la atención si se tiene en cuenta el déficit habitacional que padecen muchísimas familias en la ciudad. El intendente de Rosario, Miguel Lifschitz, estimó en el último año (primero fue en el marco de las reuniones del Consejo Económico y Social de 2010 y luego en un congreso sobre obra pública) que al menos unas 50 mil familias están hoy a la búsqueda de un techo “digno” y propio. La mitad de ese total, dijo, se encuentra en los sectores asalariados de ingresos medios y otras tantas en el segmento de menores recursos. Los análisis Tanto desde el gobierno provincial como municipal aún no han comenzado a analizar en fino los datos. Pero si bien ya se tenía cierto conocimiento de la cantidad de viviendas deshabitadas, según la propia titular de la Dirección Provincial de la Vivienda, Alicia Pino, el dato genera impacto. “Uno tiene conocimiento de que hay gran cantidad de viviendas en desuso que están vinculadas con el boom de la construcción. Intuyo que los resultados tienen que ver con esto; con la inversión de la ganancia sojera que va a departamentos de edificios y genera un impacto. Puede haber otras cuestiones, pero en mayor grado creo que el dato tiene que ver con esto. Ya encontrarán sus circuitos”. Según estimó la funcionaria, en Rosario hay unas 20 mil familias viviendo en asentamientos irregulares. Pino destacó al instante que se llegó a ese número luego de que unas 5.600 mil familias regularizaron su situación habitacional con ayuda del plan Rosario Habitat. En tanto, Edgardo Bagnasco, presidente del colegio de Arquitectos de Rosario, sostuvo que los números reafirman la “inequidad” existente a la hora de acceder a una vivienda. “Hay muchas propiedades que se construyeron con ahorros que antes estaban en los bancos y que luego fueron a los ladrillos. Esto tiene dos caras. Una es positiva, y es que fue dinero que ingresó al mercado productivo, el de la construcción y generó trabajo. La negativa es que muestra ese desequilibrio. Hay mucha gente a la que le falta vivienda y a la vez hay mucha desocupada. Es el Estado el que tiene que ir viendo cómo facilitar el acceso, quién tiene que equiparar esa situación”, sostuvo el profesional. El representante de los arquitectos de la ciudad ensayó luego un cruce de números interesante y revelador. “Hay estimaciones que indican que en la ciudad hay 160 mil personas habitando en asentamientos precarios. Es decir, unas 40 mil o 30 mil familias. Si a eso le sumás quienes viven en casas colectivas, en muchos casos con cierto hacinamiento, o en lugares en mal estado y al sector de la clase media que no puede acceder a un crédito, se llega a la cifra de viviendas deshabitadas que marca el Censo. Es decir, con esos 80 mil techos se cubriría todo ese déficit. Evidentemente hay un desequilibrio, una inequidad. Pero también hay que remarcar que es un fenómeno mundial, no sólo local”, expuso Bagnasco. El profesional coincidió con Pino en conjeturar que la mayoría de las propiedades que están deshabitadas en la ciudad son inmuebles que se adquirieron para inversión. “Es de alguien que tal vez no quiere alquilarla, la tiene como reserva o se la dio a un familiar. Y se concentra más en los departamentos del centro”, concluyó.
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