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martes, 12 de julio de 2011

Combustibles: saltó la liebre-La Coyuntura

Las colas para cargar nafta no son una anécdota circunstancial. Expresan un problema estructural,
relacionado con el hecho de que la Argentina, luego de 20 años, ya no es energéticamente autosuficiente.
La actual escasez de combustibles no proviene de una conjunción de factores coyunturales, como aducen las usinas oficiales, sino por una falla estructural en la política energética de la actual administración nacional, enfocada en el corto plazo antes que en planes de largo aliento. En realidad, es la manifestación de un fracaso.

Lo señala tajantemente el documento difundido el 4 de julio por el grupo de ex secretarios de Energía de la Nación. Dicen en un párrafo: “Advertido el actual gobierno por múltiples canales -tempranamente en 2004- que el sector afrontaba problemas estructurales graves (caída productiva sin precedentes en sus yacimientos; falta de inversión de riesgo; subsidios crecientes) que perjudicarían su funcionamiento, éste adopta una decisión equivocada: negar el problema y denostar a todo aquel que osara poner en tela de juicio la “racionalidad del modelo”.

El relato oficial, pese a su sonoridad militante, no puede ocultar que entre 2005 y 2010 la producción petrolera cayó en 3,35 millones de metros cúbicos anuales. En igual lapso, el parque automotor argentino creció de 6,34 millones de vehículos a 9,38 millones, y de ellos el 86,8% son automóviles, en su mayoría conducidos por particulares. Un dato que debe relacionarse con el humor social, cuando hay que hacer cola para cargar combustible.

Importaciones
El resultado de las políticas oficiales -afirman los ex secretarios- ha sido y es lamentable. La Argentina, que en 2006 tenía un saldo comercial positivo para el sector energético de 5.600 millones de dólares, terminará 2011 con un saldo negativo estimado de 3.000 millones, con un horizonte en el que las importaciones crecerán mucho más en los próximos años, tanto en volumen como en precio.

En línea con este criterio, los propietarios de estaciones de servicio, sector con serias dificultades y donde la mayoría son Pymes, dan por descontado que antes de fin de año será necesario incrementar la importación de nafta, porque la actual capacidad de las destilerías, que prácticamente trabajan al 100 por ciento, no puede responder al crecimiento de la demanda, que sólo en los primeros 5 meses de este año se acrecentó en 6,2 por ciento.

Pueden tener razón si se observa la tendencia: en el primer trimestre de 2011 se importaron 106.739 metros cúbicos de nafta premium, que representan el 76% de lo importado en todo 2010. El incremento se explica porque, hasta febrero de 2011, (datos de la Secretaría de Energía) el consumo de este combustible de alto octanaje se incrementó en 50 por ciento con respecto al año anterior. Aun así, es improbable que las petroleras importen masivamente, a menos que el precio de venta cubra el costo. Según el Estudio Montamat & Asociados, para que eso ocurra la nafta debería venderse en los surtidores casi 45% más cara que en la actualidad.

La semana pasada, Rosario Sica, presidenta de la Federación de Expendedores de Combustibles de la República Argentina (Fecra), refiriéndose a la actual escasez dijo: “No hay una salida inmediata. La única solución es que el gobierno eleve los precios para ponernos a la altura de los valores regionales y que las petroleras puedan importar. Cada día que pasa seguimos cerrando fuentes de trabajo. De las 6.500 estaciones de servicio que había en 2001 hoy quedan poco más de 3.000”.

Política y subsidios


En su documento, los ex secretarios afirman que “la dependencia de importaciones más caras tiene su correlato en subsidios más onerosos, para sostener precios y tarifas internos que no recuperan costos. Esos subsidios energéticos, que el año pasado treparon a 26.000 mil millones de pesos, este año pueden llegar a duplicarse considerando lo sucedido en el primer trimestre”.

Agregan: “Mucho más aún si se toman en cuenta los subsidios al transporte que también son de raíz energética. Como los recursos fiscales no alcanzan y ahora se financian con impuesto inflacionario (emisión de billetes sin respaldo), se han transformado en un engaño a toda la sociedad. Para mantener la ficción de los precios y las tarifas congeladas mediante subsidios indiscriminados, las políticas populistas licuan el poder de compra del salario con más inflación”.

Ya en frontal cuestionamiento político, el documento dice que los crecientes subsidios tienen el propósito de disimular ante la ciudadanía una mala gestión gubernamental, en una acción con fines electorales que apunta a evitar la protesta social. Desde otro ángulo, también disimulan la falta de inversión privada, “lo que evidencia la falacia del ‘modelo en el sector’, imprescindible para la ampliación de la oferta y distrayendo fondos públicos de otros usos socialmente más productivos”.

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