Felipa junto a su nieta Sol, la que ayer se transformó en su ángel de la guarda. Foto: Danilo Chiapello
Danilo Chiapello
dchiapello@ellitoral.com
Es una historia con final feliz. Pero que estuvo muy cerca de terminar de la peor manera.
La involuntaria protagonista es Felipa, una jubilada de 96 años, que reside en Fray M. Esquiú al 2900, esto es, en barrio Los Hornos.
Era la media tarde, cerca de las 16, y la mencionada aprovechaba para tomar un poco de sol en el jardín de su casa que da a la calle. Estaba en eso cuando apareció un hombre el que se presentó como colaborador de una entidad que lucha para la recuperación de las personas con adicciones.
Felipa entró en conversación con este desconocido, sin imaginar que estaba a las puertas de vivir su peor pesadilla.
Aprovechando la confianza del momento, el recién llegado logró ingresar a la casa de Felipa. Fue entonces cuando las máscaras se cayeron y quedó en claro la realidad del asunto. El sujeto estaba allí para robar y abusar de esta mujer.
Como consecuencia de lo sucedido Felipa permanecía hoy encerrada en su casa. “No quiero abrirle más a nadie”, dijo.Foto: Danilo Chiapello
Ángeles guardianes
Pero cuando el desastre era inminente aparecieron en escena la hija y la nieta de Felipa, las que jugaron un papel crucial en esta historia.
* “Ayer a la tarde fuimos a la casa de mi abuela como hacemos siempre que vamos para verla para ver cómo está y tomar unos mates”, comentó hoy Sol (la nieta) en diálogo con El Litoral.
“De entrada nos pareció raro que su perrita estaba afuera sola. Eso nunca pasa porque están siempre juntas. Mi abuela lleva su sillón y toman sol un ratito. Tratamos de abrir pero la puerta estaba con llave. Entonces tocamos timbre y nos pusimos a esperar.
Sabemos que ella demora en atender porque se moviliza con un bastón”, advirtió.
“Al rato se abre la puerta y aparece un muchacho al que no conocemos. Le preguntamos quién era y se empezó a poner nervioso mientras nos decía que era un ‘amigo de la abuela’. Le seguimos preguntando: ¿quién sos?, ¿de dónde conocés a la abuela? El tipo nos decía: ‘Su abuela está bien... yo soy un amigo... sólo quise pasar al baño nomás’. Entonces mi mamá lo agarra y le dice: ¡vos de acá no te vas!”, relató.
Vivir con miedo
“A todo esto, yo entro a la casa y la veo a mi abuela tirada en la cama, que me dice que no lo dejemos ir porque ese tipo había querido abusar de ella. Veo que el bastón de mi abuela estaba tirado en el piso; los cables de los teléfonos cortados”, prosiguió la joven.
“Mientras, el muchacho estaba forcejeando con mi mamá porque se quería escapar. Comenzamos a gritar hasta que se acercaron dos chicos vecinos que lograron retenerlo. Así que mientras ellos lo tenían agarrado nosotros llamamos a la comisaría (la 9ª) que está acá a pocas cuadras. Por suerte, vinieron enseguida y se lo llevaron detenido. Después supimos que este tipo llegó hasta acá repartiendo folletos del Remar, y que es oriundo de Paraná. Si bien alcanzó a robar dinero, por suerte lo recuperó la policía”, contó.
Por último, Sol comentó que “mi abuela quedó muy asustada. Si bien está acostumbrada a vivir sola, ahora ya no quiere más estar así. Quedamos todos con miedo. Porque sabemos que este tipo pronto va a estar de nuevo en el calle y tenemos miedo que vuelva”, culminó.
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