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jueves, 18 de febrero de 2016

Evo Morales y un referendum constitucional en busca de eternidad

La oposición considera la ley “una adaptación a las necesidades de una persona”. Evo Morales: “Soy esclavo del pueblo. Habrá reelección si la votan”. Por Lucía Lehmann, especial desde Bolivia.

Este domingo Bolivia decidirá si habilita o no a Evo Morales a una nueva elección presidencial.
El próximo domingo 21 de febrero, Bolivia vivirá una caliente jornada electoral, donde el pueblo en plena jornada democrática, se concentrará frente a las urnas para darle la espalda a un nuevo mandato presidencial a Evo Morales, o bien, brindarle la posibilidad de ser reelecto nuevamente cuando termine su mandato en 2020, y haya cumplido 14 años en el poder.

La elección parece no ser una elección más. Resultados que aparentaban favorables para las aspiraciones “re-reeleccionarias” del actual Presidente, dieron un vuelco rotundo en las últimas semanas, a raíz de algunos escándalos de corrupción que salieron a la luz, cuando un periodista boliviano hizo público que Morales tuvo un hijo –fallecido, supuestamente, poco después- en 2007 con la ejecutiva Gabriela Zapata, quien desde 2013 es gerente comercial en Bolivia, de una empresa china (CAMC Engineering) que se ha adjudicado millonarios proyectos del Estado con licitaciones directas por valor de 566 millones de dólares.

Vale aclarar, que Evo Morales se encuentra en su tercera gestión, aunque la Constitución que el país aprobó en 2009 -principalmente por iniciativa de su propio partido, el MAS- establece el límite de una sola reelección continua del presidente del país, pero, hecha la Ley hecha la trampa, Morales obtuvo la autorización para postular en las elecciones de 2014 del Tribunal Constitucional, el que argumentó que “las gestiones presidenciales debían contarse a partir de la aprobación de la nueva Constitución”, que refunda al país como Estado Plurinacional. La reforma actual pretende permitir ya no una, sino dos reelecciones continuas, lo que, puesto que hay que contar desde 2009, habilitaría a Morales a aspirar a un nuevo mandato de 2020 a 2025.

Por otra parte, el MAS ha descartado la figura de la “reelección indefinida”, que ya rige en otros países sudamericanos, presumiblemente por el rechazo que la misma despierta en la población, según detectaron las encuestas que se realizaron en este tiempo, donde el 47 % de los bolivianos se inclina por el “no”, frente a un 28 % que lo hace por el “sí” y un 25 % de indecisos. La oposición está protestando contra lo que considera “una adaptación de la ley a las necesidades de una persona”, y han llevado adelante innumerables campaña de concientización, como por ejemplo: “Me comprometo, voto no”, organizada por una “red ciudadana que cree en los valores democráticos, amparados por el Estado de Derecho y la Constitución Política”, según se definen en las presentaciones de sus perfiles virtuales.

Los días corren y la sociedad boliviana espera los resultados del domingo. En las calles de Santa Cruz de la Sierra se vive un clima de mundial de fútbol, donde el SI y el NO parecen ser dos equipos que se disputan el dorado trofeo electoral, donde cientos de argumentos coloridos adornan ambas tribunas, colmando de excusas y motivos por el cual acompañar o rechazar la propuesta de Morales, olvidándose casi por un instante, que lo que acá está en juego es mucho más que una jornada deportiva o simple elección democrática, es el ticket al poder eterno, sueño y desvelo de numerosos y conocidos gobiernos populistas de América Latina.

Por Lucía Lehmann ( oriunda Santa Fe, integrante de la Red Latinoamericana de Jóvenes por la Democracia y referente política de la Diputada Elisa Carrió en la provincia. Participa en las elecciones en Bolivia como Observadora Internacional, y también ha cumplido similar misión en las elecciones legislativas de Venezuela, en el mes de diciembre del pasado año)

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