Lo aseguró el arzobispo de Rosario, Eduardo Martín, y además explicó cómo actuará la nueva pastoral en los barrios conflictivos, como pidió el Papa Francisco. “A muchos jóvenes los terminan cooptando quienes manejan el negocio de la droga, y es difícil retenerlos en un empleo o en la escuela”, sostiene Martín.
Agenciafe/La Capital |
"La lucha contra las drogas es despareja. El Estado y la Iglesia debemos lidiar contra grandes grupos con poder económico que terminan cooptando a los jóvenes a quienes les ofrecen mucho dinero. Resulta difícil retenerlos en las escuelas o en un trabajo. Pero vale la pena intentarlo, y lo vamos a hacer". Consciente de la complejidad de la batalla contra el avance narco que empezó a dar la nueva pastoral local, el arzobispo de Rosario, Eduardo Martín, habló con LaCapital sobre la situación social de la ciudad, la violencia y el consumo de estupefacientes.
"Queremos ser fieles a la enseñanza del Papa Francisco y caminar todos los días en el territorio. Si Dios quiere y tenemos más sacerdotes, podremos extender a otros barrios esta experiencia que acabamos de lanzar", agregó.
Entusiasmado por el debut de la nueva pastoral que comenzó a trabajar contra las drogas y la violencia en zonas conflictivas de Rosario, el titular de la Arquidiócesis local analizó la temática, aludió a los límites de la labor de la Iglesia y reconoció la dificultad del escenario.
"Los últimos dichos del Papa Francisco referidos al narcotráfico fueron en México, donde la gravedad del tema es mucho más marcada que en Argentina. Esto no implica que acá debamos quedarnos con los brazos cruzados", apuntó.
Para Martín, "en la lucha contra el narcotráfico debe haber sobre todo una decidida acción del Estado, que tiene el monopolio de la fuerza, de la investigación y sanción judicial para combatir este flagelo, no sólo en el discurso sino también en la acción".
El arzobispo de Rosario dijo tener expectativas de que "el gobierno nacional, en unión con las provincias y municipios, trabajen contra las drogas, porque la droga trae muerte. Hay gente que muere por su adicción a las drogas y otros quedan con una carga para la sociedad, destruidos humanamente".
El sacerdote planteó además que "el narcotráfico genera muerte por la violencia, por las disputas territoriales entre bandas, por los denominados ajustes de cuentas. Y por lo general, quienes mueren por estos conflictos son personas pobres, casi marginales".
Según Martín, "lo que puede hacer la Iglesia es lanzar esta voz de alerta, como hace el Papa. Pero no está en nuestras manos resolver el problema. Hacemos la denuncia, tratamos de generar conciencia y que no se mire para otro lado".
El líder religioso destacó que la Iglesia aborda el tema "tomando al hombre desde lo biológico, lo psicológico y lo espiritual. Ahora surgió esta nueva pastoral, que tendrá 10 centros de vida, para aumentar la capacidad de atención a los adictos en el territorio".
Desde hace un año y medio Martín está al frente del Arzobispado local. "En Rosario, por lo que percibo y dialogo con los sacerdotes barriales, el narcotráfico es un problema grave que está instalado", remarcó.
"La lucha contra las drogas —aseveró— es despareja para el Estado y la Iglesia. A muchos jóvenes los terminan cooptando quienes manejan el negocio de la droga y es difícil retenerlos en un empleo o en la escuela. Es un desafío complejo, pero vale la pena hacerlo".
Luego, Martín explicó cómo será el accionar pastoral en las zonas calientes. "Vamos a trabajar desde lo educativo, desde lo espiritual. No vamos a ir como los conquistadores, que desde arriba de las palmeras predicaban, sino desde el llano. Queremos ser fieles a la enseñanza del Papa, caminando todos los días, con mucho entusiasmo, llevando el mensaje de Jesús y el evangelio".
Para Martín, la clave pasa por "apelar a la libertad de las personas, a que tomen conciencia. Aunque haya un pizca chica de probabilidad, siempre está la posibilidad de salir, de encontrar un horizonte, una esperanza. Todos queremos ser amados, libres, disfrutar los justo".
A criterio del arzobispo local, "el consumo de drogas nos habla de un tipo humano que está generando la sociedad, que necesita de un extra para poder vivir. Para algunos la vida es muy pesada, por pobreza y miseria, para otros por un vacío existencial. Y ambos terminan recurriendo a la droga".
Martín aclaró que "las adicciones son un síntoma. Como dice una canción de U2, el corazón tiene un agujero y ese agujero tiene forma de Dios. Lo que encaja en el corazón es Dios. Si nos falta Dios, la vida no tiene sentido, entonces comamos y bebamos que mañana moriremos".
"Encontrándose con Jesús la persona descubre un horizonte nuevo para su vida, no cambia su conducta de un día para el otro. Pero empieza un camino de lucha", cerró.
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