Acaba de cumplir una gran campaña pese a que no hubo un título en el medio y además porque se viene la Copa Libertadores, un torneo que Central no juega desde hace una década.
La Capital |
Central tuvo tiempo para trabajar en el rearmado del plantel. Goza aún de cierta licencia para lograrlo. Y, lo más importante, tiene todavía varios días por delante. Pero más allá de los tiempos, que lógicamente se acortan, lo que está claro a esta altura es la premisa que hay en Arroyito de cara a lo que viene. Es que acaba de cumplir una gran campaña pese a que no hubo un título en el medio y además porque se viene la Copa Libertadores, un torneo que Central no juega desde hace una década. A partir de esos parámetros es desde donde parten las conjeturas sobre las necesidades no sólo de mantener la calidad, sino de aumentar la cantidad.
Para mirar el futuro en la manera en la que se lo hace es necesario pararse en el presente, tomando como dato este año futbolístico que para Central ya terminó, pero que aún sigue en marcha para otros. Ahora lo menos aconsejable es hacer borrón y cuenta nueva, cerrar el capítulo 2015 para abrir el 2016 por una simple cuestión de calendario. Porque desde la realidad de este año es de donde nacen, crecen y se potencian las obligaciones.
“Siempre dijimos de la necesidad de contar con un equipo competitivo”. Es la frase que se escucha a menudo por parte de la dirigencia. “Central está obligado a pelear todo lo que juega”, fue una de las frases de cabecera de Eduardo Coudet a lo largo de la temporada. ¿Y en el medio? Un gran año futbolístico, que nadie querrá tirar por la borda cuando la actividad se reanude. En once meses de competencia el equipo del Chacho se hizo un lugar de privilegio por su juego entre los mejores. Hubo un tercer puesto en el torneo local (peleó por el título hasta la penúltima fecha) y una final perdida (no es la intención entrar en consideraciones de cómo se perdió) en la Copa Argentina, que son los dos torneos en los que participó.
Pero lo que viene será más cargado. En cantidad de partidos, en desafíos y también en emociones. Se sabe que la Libertadores tienta a cualquier equipo, pero también exige a más no poder. Porque el calendario se comprime. Ni hablar si las distancias por recorrer en el torneo continental son excesivamente largas, cosa que se determinará cuando se realice el sorteo. ¿Y el torneo local? También será una tentación, teniendo en cuenta lo que se hizo esta vez.
Pero antes de que la actividad se reanude será necesario cumplir con ciertas pautas, que hasta aquí vienen con una marcha lenta, más allá del optimismo de la dirigencia, y que tienen que ver con la conformación del nuevo plantel para encarar el 2016. El pedido de Coudet de mantener a todos los jugadores no fue en vano. Sabe de las dificultades que implica armar un grupo primero y un equipo después. Ni hablar de la otra parte que compete a ese armado de un equipo competitivo, que es ni más ni menos que potenciarlo futbolísticamente con la llegada de refuerzos. Por eso se insiste que las obligaciones ahora tendrán mayor sustento.
Todavía nadie desespera por la no aparición de firmas (de contratos que deben ser renovados, de los que deben extenderse y de los refuerzos), más allá de que Coudet ya está incursionando en alguna que otra negociación, acercando partes. Es que el Chacho más que nadie sabe que el equipo puso la vara mucho más alta de lo que estaba. De allí la obligación no sólo de mantener sino de dar un salto de calidad.
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