Preguntó si el Sínodo debía seguir el texto impulsado por Francisco u otro presentado por el sector más conservador. Según vaticanistas, su intervención no fue inocente.
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Desde que Jorge Mario Bergoglio se sentó en el trono de Pedro, Leonardo Sandri bajó el perfil. Al influyente cardenal ya no le conviene enfrentarse abiertamente con su antiguo rival en la interna episcopal argentina: ahora Bergoglio es Papa. Sin embargo, en los últimos días trascendió que Sandri fue uno de los purpurados que, intramuros, sembraron dudas sobre la metodología de trabajo implementada por el Pontífice en el Sínodo extraordinario de obispos sobre la familia.
El clima que se vive en el Sínodo quedó esta semana en evidencia tras la filtración de una carta que un grupo de cardenales conservadores le envió a Francisco, en la que criticaron aspectos organizativos y expresaron su temor sobre la posibilidad de que se facilite la comunión de católicos divorciados en segundas nupcias. Algunos de los supuestos adherentes desmintieron haber firmado la misiva, pero nadie negó su existencia ni su contenido esencial.
Sandri no figura en la lista de los que suscribieron la carta. Sin embargo, antes que eso fue uno de los pocos cardenales que tomaron la palabra en el Sínodo para pedir aclaraciones sobre las pautas fijadas para el debate.
Algunos días atrás, el sitio web de la Conferencia Episcopal de Polonia publicó un resumen de los discursos que los padres sinodales pronunciaron ante el pleno durante la sesión de apertura del 5 de octubre. Las fichas difundidas por el arzobispo de Poznan, Stanislaw Gadecki, quebraron las normas establecidas para la asamblea, según las cuales el contenido de las intervenciones debía ser reservado. Pocas horas después de que aparecieron en internet, las alocuciones fueron borradas. Pero ya se habían replicado en varios sitios católicos.
Algunos días atrás, el sitio web de la Conferencia Episcopal de Polonia publicó un resumen de los discursos que los padres sinodales pronunciaron ante el pleno durante la sesión de apertura del 5 de octubre. Las fichas difundidas por el arzobispo de Poznan, Stanislaw Gadecki, quebraron las normas establecidas para la asamblea, según las cuales el contenido de las intervenciones debía ser reservado. Pocas horas después de que aparecieron en internet, las alocuciones fueron borradas. Pero ya se habían replicado en varios sitios católicos.
De todos los cardenales que hablaron, sólo dos expresaron dudas sobre la metodología. Uno fue el australiano George Pell, el mismo que después se encargó de entregarle la carta crítica al Papa. El otro fue Sandri. Según las anotaciones del polaco Gadecki, el argentino “habló del método de trabajo en los ‘círculos menores’ y preguntó sobre cuál de los textos deberían basarse”. Sandri se refería a la controversia que causó el informe introductorio pronunciado por el cardenal conservador húngaro Peter Erdö en la apertura del Sínodo. Se suponía que Erdö debía hacer un resumen fiel del Instrumentum laboris, el documento de trabajo que Francisco fijó como guía para los debates y que expresa el espíritu de las discusiones preparatorias de 2014. Pero el húngaro introdujo modificaciones dirigidas aclausurar cualquier apertura a los divorciados. Lo que preguntó Sandri fue si los cardenales debían atenerse al Instrumentum o a lo que dijo Erdö.
Aclaración. Al día siguiente, el Papa en persona debió salir a aclarar que los únicos documentos oficiales del Sínodo eran sus discursos de apertura y clausura, la relatio final y el Instrumentum, inspirado por el cardenal progresista alemán Walter Kasper.
Consultadas por PERFIL, fuentes vaticanas cercanas al Papa le restaron importancia a la intervención del argentino. “Su pregunta no fue polémica: muchos estaban con la misma duda y era mejor aclararla. En el Sínodo hay mucha gente mayor, se hablan distintos idiomas... de todos modos, esta cuestión ya quedó superada”, dijeron.
Sin embargo, los vaticanistas coinciden en que ningún cardenal desconocía que la voluntad del Papa era que se trabajara con el Instrumentum laboris en su versión original, ni que lo dicho por Erdö no expresaba el espíritu aperturista deseado por Francisco. Sandro Magister, el vaticanista que filtró la carta de los conservadores, dijo a este diario que “las palabras del cardenal Sandri sugieren que no acepta el Instrumentum como base adecuada para el debate”. En opinión de Andrés Beltramo, del sitio especializado Vatican Insider, “los reparos de Sandri se inscriben en las quejas de un sector que se opone a la apertura a los divorciados, y que ataca sobre la cuestión metodológica para embarrar la cancha”.
Disciplinado. Extramuros, Sandri jamás criticaría al Papa. “Está con un perfil bajísimo –comentó a PERFIL un viejo amigo del cardenal en Roma que lo frecuenta desde hace años–. Es lógico: ¿quién se va a enfrentar al Papa? Si se alinea es por conveniencia, no por convicción. A veces es preferible tirar la piedra y esconder la mano”. Otra fuente diplomática del Vaticano coincidió en que hoy Sandri “está disciplinado”. No obstante, en el Episcopado argentino describen al cardenal como un “habilísimo intrigante”. Llamó la atención el hecho de que las cuestiones de los circoli minori y del Instrumentum laboris, planteadas por Sandri, coinciden con algunas de las quejas centrales que el grupo conservador expresó en la carta a Francisco. Este diario intentó comunicarse con Sandri para conocer su opinión sobre la misiva, pero no obtuvo respuesta.
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