Dos de los casos ocurrieron en Barrio María Selva y Sargento Cabral. El restante en Santo Tomé.
Sus miradas lucen brillosas como al filo de las lágrimas. Sus voces se escuchan temblorosas, a punto de quebrarse. Esto es lo que produce el terror de haber estado a merced de delincuentes...
* La noche del sábado, Hugo Barberis (62) junto con su esposa habían ido a cenar a la casa de unos amigos. Pero al regresar de dicha velada fueron sorprendidos por tres malvivientes que los atacaron en la puerta de su casa, en Gorostiaga al 1500.
“Yo venía por Gorostiaga y apenas llego a la puerta de mi casa veo un vehículo, tipo Kangoo o Partner, que estaba retrocediendo”, comenzó diciendo el señor Barberis, quien hoy nos recibió en su domicilio de barrio Sargento Cabral.
“La esquivo y entro a la subida de mi cochera. Cuando me bajo, veo que ese vehículo estaba parado en la esquina con las luces de posición encendidas. Lo vi pero no me dio que pensar en nada malo. Abro el portón del garaje y entro el auto. Cuando me estoy por bajar veo por el espejo retrovisor que viene un muchacho con un arma. Me abrió la puerta del auto y me apuntó a la cabeza. Del otro lado también abren la puerta y la tiran a mi señora al suelo. A mí me dicen ‘sacá la llave del auto y bajate’. Me sacan la billetera del pantalón y en eso veo que aparece un tercer muchacho, también con un revólver. Los tres tenían entre 25 a 30 años. Estaban bien vestidos y a cara descubierta.
“A mi señora la agarraron del cuello y a mí me pegaban en la espalda. De esta forma nos llevaron hasta la puerta de la casa. Entraron y a los empujones nos condujeron hasta el dormitorio. Una vez allí comenzaron a reclamar por el dinero. ‘Vamos, vamos... dónde está la plata’, gritaban. ‘Queremos las joyas... todo’. Les indiqué un lugar donde tenía un dinero y les dije ‘eso es todo lo que tenemos’. Pero no se conformaron. Me decían ‘dónde tenés escondido lo otro’. Comenzaron a sacar cajones y a revolver todo. Mi señora ya les había dado a su vez sus alhajas personales.
“En eso los tipos ven que teníamos puestos los anillos de casados. Yo no me lo podía sacar y mi señora tampoco. Entonces los ladrones gritaron que si no les entregábamos los anillos nos iban a cortar los dedos. Por suerte logramos sacarnos las alianzas...
“Antes de irse, los sujetos nos hicieron encerrar en el baño. Nos dijeron ‘se quedan ahí hasta que nos vayamos. No salgan porque si no los matamos. Recién cuando no escuchamos ningún ruido salimos.
"Vimos que estaba todo abierto. Salimos a la puerta y unos vecinos que recién llegaban nos ayudaron.
“La verdad que estos hechos te dejan muy shockeado. Mi mujer aún no se pudo recuperar ni en lo físico ni en lo emocional. Y yo también estoy afectado. Me resisto a irme de acá. Somos una familia de trabajo y la verdad es que no merecemos pasar por esto”.
Intrusos
Otro matrimonio de jubilados resultó víctima de un episodio de similares características, esta vez, en Santo Tomé.
Fue a media tarde cuando dos sujetos llamaron a la puerta de un inmueble ubicado en Av. 7 de Marzo al 2700, esto es, en pleno centro de la vecina ciudad.
Utilizando algún elemento, los sujetos lograron abrir la puerta e ingresaron a la casa donde sorprendieron a sus moradores, una mujer de 77 años y su esposo, de 78.
Con singular violencia los esposos fueron conducidos hasta una de las dependencias de la casa donde, bajo amenazas, los mantuvieron reducidos.
Mientras, los malvivientes sustrajeron algo de dinero, además de las alhajas familiares y electrodomésticos para finalmente darse a la fuga a bordo de un automóvil que los esperaba en las inmediaciones.
Al igual que en el caso precedente, los ladrones actuaron a cara descubierta.
Una “batida”
El último de los hechos tuvo lugar en María Selva. La víctima resultó ser Daniel Aníbal Scarponi (64), un transportista que fue “visitado” por los ladrones, mientras permanecía hospitalizado por una dolencia.
“Esto pasó el sábado 27, cuando yo estaba internado por una microcirugía de urgencia. No había nadie en la casa. Mis hijos me estaban cuidando en el hospital.
“Estimo que entraron tipo 4 de la mañana, porque unos vecinos estuvieron despiertos hasta las 3 y no escucharon nada. Violentaron una ventana de aluminio, arrancaron unos postigos y pasaron al interior de la casa. Se llevaron un plasma de los grandes y un dinero que estaba guardado en un ropero, era un ahorro mío. También me sacaron las alhajas que son todas de uso familiar. Ah... se llevaron también algo de ropa.
“Me llamó la atención que no revolvieron tanto ni destrozaron cosas. Había sí algo de desorden pero no como en esos casos que rompen toda una casa. Parece que acá es como que sabían con detalle el lugar donde tenían que ir. O bien, cuando encontraron el dinero habrán dicho ‘bueno listo... ya estamos’.
Para mí que esto fue una ‘batida’”, reflexionó.
“Ahora estoy pensando cómo llegaron hasta acá. Si primero saltaron desde la calle la puerta del pasillo o si llegaron por el patio de casa, que es lindero con una cochera”, culminó.
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