Por Lorena Rodríguez y Florencia Barreiro | El próximo gobierno no tendrá soja récord y, sin acceso crédito externo, vivirá al borde de la crisis cambiaria. Provincias en rojo y menos caja, claves de la gestión post kirchnerista.
Todo tiene un final, todo termina. Y con el fin del ciclo político,2015 alumbrará un cambio de ciclo económico. Por nuevas condiciones externas y agotamiento de variables internas, la Argentina del crecimiento fácil ya no volverá. Así lo indica, por ejemplo, la persistente caída del precio de la soja, que promete descalabrar aún más la agenda del gobierno que asumirá en un año y tres meses.
El ajuste de la cotización del cultivo, que está por debajo de los US$ 400 en Chicago y alcanzó su precio mínimo en cuatro años, golpea donde más duele: la restricción de divisas. Con recesión y default, si la cotización no mejora y falla la próxima cosecha, se caería una de las pocas fuentes para financiar desequilibrios, asistir a las provincias y sostener un repunte de la actividad económica. “La soja es el único sector que genera dólares y por eso es un actor cada vez más relevante”, asegura Lorenzo Sigaut Gravina, de Ecolatina.
El “viento de cola” que acompañó gran parte de la última década kirchnerista amenaza con desaparecer. Esto supondría una situación similar –con un piso mucho más alto– a la que debió enfrentar Fernando de la Rúa cuando asumió, a fines de 1999: con la crisis del sudeste asiático de fondo, el precio de la soja se mantuvo por debajo de los US$ 180 después de haber alzado picos de US$ 300 a fines de 1997. Cuando estalla la crisis de 2001, el precio tocó mínimos de US$ 150.
En principio, hay consenso en que el ajuste de los valores de la soja se debe sólo a un reacomodamiento de los stocks frente a unacosecha récord de Estados Unidos. Pero hay también un cambio de era en las finanzas mundiales. En franca recuperación, la economía estadounidense vuelve a tener un dólar fuerte. La Reserva Federal subirá la tasa y atraerá fondos que hasta acá vinieron alimentando precios exuberantes.
Todo a uno. La soja es, de por sí, un jugador de primera para la economía: desde hace unos años, representa el 25% de las exportaciones y el 5% del Producto Bruto Interno (PBI). Pero la particular relevancia actual de la cotización del “yuyo” se intensifica gracias a una de las herencias del último tramo del gobierno de Cristina. Con el cepo primero y default mediante, la soja aumentó su protagonismo en la economía y se convirtió en una fuente imprescindible de divisas.
“El conflicto con los fondos buitre y el default descartaron la posibilidad de obtener divisas financieras”, explica Sigaut Gravina. “De este modo, el frente cambiario se volvió todavía más dependiente de las exportaciones, y de la soja en particular”. Un informe de la consultora Ecolatina muestra el avance de la “sojadependencia”: entre enero y julio de este año, uno de cada tres dólares que entraron por venta de bienes al exterior provino de la soja y sus derivados (porotos, harina y pellets y aceite). Esto supone un aumento de 6 puntos porcentuales respecto del año previo al cepo cambiario. Esta concentración genera preocupación de cara al futuro. “La diferencia entre una buena o una mala cosecha es la misma de que ocurra o no una crisis cambiaria”, resalta el economista.
El fin de la soja récord es un fin de fiesta. Cae el consumo por primera vez desde 2002, hay suspensiones y Brasil ya no empuja. “Cada dólar que se exporta genera 35 centavos de dólar al fisco y es probable que se pierdan US$ 700 millones de derechos de exportaciones por efecto precio”, calculan en la Fundación Mediterránea. En este sentido, si se cae la soja, las principales perjudicadas serían las provincias. Este año recibirían $ 14.500 millones a través del Fondo Federal Solidario (FFS), que reparte 30% de los derechos de exportación de la soja. Un informe del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf) muestra que el FFS se volvió vital para la obra pública.
SOS Basilea
Hoy y mañana, el jefe del Banco Central, Juan Carlos Fábrega, participará de la reunión bimensual de gobernadores del Banco Internacional de Pagos (BIS, por su sigla en inglés), un encuentro del que ya fue parte en enero. Si bien se trata de un meeting de rutina, Fábrega aprovechará el viaje a Europa para ver cara a cara a su par del Banco Popular de China y activar una primera cuota del swap de monedas, por unos US$ 700 millones. También está en agenda un posible apoyo del mismo BIS y del Banco de Francia. El presidente de ambas entidades es el mismo, Christian Noyer.
La Argentina ya tuvo disponibles giros de ese tipo, pero no los usó. Ahora, la idea sería diferente.
(*) Publicado en la edición impresa del diario PERFIL.
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