Entre el cementerio y el hipódromo, y el oeste de Blas Parera está este barrio, grande en tamaño pero chico en población. Se mezclan la pobreza con el progreso, y en el medio conviven un poco de cada uno.
Mauricio Centurión/Diario UNO
Al norte de Fray Cayetano Rodríguez nace la avenida Blas Parera, nombre que se le dio en honor al músico y compositor español, autor de la música del Himno Nacional Argentino. Al oeste, se levanta un gran barrio en cuanto a su tamaño, pero no así en población. Se trata de San Pantaleón. Enfrente, al este y hasta Peñaloza, dividido por Ruperto Godoy se encuentran Schneider y Ciudadela Norte.
San Pantaleón es un sector largo porque tiene como límites al sur F. C. Rodríguez y al norte, Estado de Israel, pero es angosto. Dos edificios se levantaron en esta zona y destacan el lugar: el cementerio municipal y el hipódromo de Las Flores. En esta zona, también sobresalen por el valor que tiene para los vecinos, dos instituciones: el jardín Monigotes del Movimiento Los Sin Techo y la capilla San Pantaleón.
Este barrio se distribuye en unas 20 manzanas, pero las realidades son distintas según la zona. En la parte de atrás del cementerio, desde Fray Cayetano Rodríguez y hasta Ruperto Godoy aproximadamente, se observa la pobreza y la falta de oportunidades a cada paso. La mayoría de sus habitantes viven del cirujeo y salen todos los días a buscar el sustento. Como parte del paisaje y ya internalizado en la vida cotidiana está el olor del crematorio que se entremezcla con el de las flores, nuevas o ya marchitas.
Siguiendo hacia el norte por Blas Parera y luego de pasar Ruperto Godoy, lo opuesto y el contraste absoluto. Entre Lavaisse y Gorostiaga se levanta un sector con casas iguales y muy bien cuidadas. Es un mini barrio dentro de otro y conocido como Legislativo. Está formado por 33 viviendas idénticas. La designación se le dio porque nació de un loteo realizado para empleados de este poder del Estado, a fines de los 90. A este pequeño sector llegaron hace unos tres años todos los servicios. Sus habitantes hoy cuentan con luz, agua potable, barrido y limpieza y gas natural.
El tercer sector está dibujado por un comercio mayorista con una larga trayectoria en la ciudad, ubicado sobre Blas Parera al 5.800 y algunas viviendas en su entorno de gente trabajadora, con más posibilidad que la que vive detrás del cementerio, pero con menos accesibilidad que los del sector Legislativo.
Postergación y olvido
La zona detrás del cementerio surgió hace unas tres décadas, antes era todo un gran basural. Los primeros habitantes que levantaron sus “ranchos” recuerdan que había un criadero de chanchos. Pero lo más preocupante eran las cavas de unos cuatro por cinco metros de profundidad donde se tiraba basura pero sobre todo, lo que venía del cementerio municipal.
Estos habitantes decidieron reunirse y hablaron con el intendente de ese momento, José María Vernet y no solo le pidieron que rellenara esos pozos para que no se tirara más basura sino también que llegaran algunos servicios y mejoras básicos para el lugar. Esto último aún está pendiente, pero se taparon las cavas, se loteó, se repartieron los sectores y el barrio se pobló. Según datos del Movimiento Los Sin Techo, a fines de los ochenta había más de 30 ranchos.
Fue en esos momentos, cuando desembarcó el sacerdote tercermundista Atilio Rosso con su organización Movimiento Los Sin Techo y llegó con un proyecto debajo del brazo con el que pretendía erradicar esas precarias viviendas y reemplazarlas por otras de material o por lo menos de mejor calidad. Una década más tarde, ya se habían reemplazado 33 cortes de ranchos y en menos de un año se inauguró un nuevo barrio donde el avance se empezaba a notar, mas todo quedó estancado.
Lo que hay y lo que falta
El Movimiento fue por más al ver la realidad del barrio San Pantaleón y decidió trabajar con y por los más chicos. En la esquina de Estrada y Regis Martínez se levantó en 1999 el Jardín de Infantes Monigotes de Los Sin Techo, al que concurren todos los días unos 30 chicos de entre 4 y 5 años. “Es un sector muy vulnerable y con muchas carencias y necesidades”, define la comunidad del Jardín a San Pantaleón, la parte de atrás del cementerio municipal.
La falta de trabajo de los padres repercute en las aulas porque son muchas las necesidades, sobre todo en invierno. Es por eso que es común la convocatoria desde la institución a la ciudadanía a colaborar con estos chicos. Demandan cosas básicas como ropa sobre todo en la época de bajas temperaturas y calzado, como también material didáctico y juguetes.
La comunidad educativa es una gran contención para estos chiquitos de San Pantaleón, que “venga alguien de afuera y los contenga desde otro punto de vista es crucial para su desarrollo”. Contaron desde el Movimiento Los Sin Techo que hace tres años que se aplica en este lugar una metodología distinta de enseñanza llamado de Inteligencia Múltiple y hoy se observan grandes logros y avances.
De todas maneras, tanto la comunidad educativa como los vecinos en sí piden a gritos que el gobierno arregle las calles; realice trabajo de zanjeo y coloque más iluminación. Todo esto repercute en la calidad de vida de sus habitantes, una población vulnerable y desesperada por mejorar su entorno para poder darle a los chicos un futuro mejor.
UNO SANTA FE.
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