Una mujer que sufrió todo tipo de adversidades desde su infancia y logró imponerse a fuerza de voluntad. Así la describe a Infobae la psicopedagoga Alicia Fernández, su amiga personal, antes de las elecciones que podrían cambiar su vida.
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La primera vez que se vieron, hace unos años, la prestigiosa psicopedagoga argentina Alicia Fernández no sabía quién era ella. Marina Silvase había presentado como una alumna más a su curso de formación especial para graduados. En ese entonces, era ministra de Medio Ambiente del gobierno de Luiz Inácio Lula Da Silva. "Yo no la conocía ni sabía qué función tenía en Brasil en ese momento. Ella es muy sencilla y no exhibe su historia, aunque tampoco la oculta", recuerda en diálogo con InfobaeFernández, quien describe a su amiga como una persona íntegra y muy capaz.
Marina Silva se prepara este fin de semana para hacer historia. Tras la trágica muerte de su compañero de fórmula Eduardo Campos, competirá por la presidencia, y la mayoría de las encuestas vaticina que pasará a segunda vuelta junto con la actual mandataria, Dilma Rousseff. En el ballottage, previsto para dentro de tres semanas, la diferencia es ajustada y podría ser la sorpresa de la jornada.
Conocida por su lucha en la defensa del Amazonas, lugar en el que se crió, Silva se ha ganado el corazón de los brasileños al demostrar que es posible vencer la adversidad. Se alfabetizó a los 16 años, en parte por la pobreza de su familia, en parte por los múltiples problemas de salud que sufrió desde temprana edad. Pronto terminó la primaria, la secundaria y se recibió en la Universidad Federal de Acre como historiadora. Luego, de la mano del sindicalista y activista medioambiental Chico Mendes, Silva entró en el mundo de la política.
En las clases de psicopedagogía, Fernández no podía dejar de notar las particularidades de Silva. Había pedido permiso para usar el teléfono celular en el aula para no desatender los asuntos de su país. Pero a pesar de tener la atención dividida, escuchaba, respondía y debatía. "Hacía intervenciones que sorprendían", evoca Fernández. En ese tiempo, fueron forjando una amistad "con pocos momentos presenciales", pero de mucha profundidad.
-¿Alguna vez habló con ella sobre su decisión de dejar el gobierno de Lula en 2008?
Sí, estaba muy triste porque tenía un proyecto para la defensa del Amazonas que no era aceptado. Ella nació en el Amazonas, sufrió la devastación y sabe más que nadie lo que hace falta para defenderlo. Al no poder estar como ministra haciendo lo que esperaba, se alejó. La entristeció, pero no la abatió; siguió militando a favor del medioambiente.
-En 2010, compitió contra Rousseff y consiguió un sorprendente 19% de los votos. Sin embargo, esta vez fue postulada para presidente después de una tragedia. ¿Conversaron también sobre la muerte de Campos?
No. Tres días antes del accidente, me había escrito para ver cuándo eran los próximos grupos de reflexión. Después sucedió la tragedia y no nos volvimos a comunicar. Ella ahora está en una vorágine de actividades y no quise molestarla. Me conmueve lo que está viviendo.
-¿Haber asumido las riendas del partido socialista de Campos ante la tragedia es una muestra de su carácter?
Sin duda. De su fortaleza, honestidad y compromiso con las personas.
Si Alicia Fernández tuviera que elegir una palabra para describir a Marina Silva, sería \'luchadora\'. "Es una persona íntegra, con una gran capacidad de escucha y con coherencia en su pensar, sentir, decir y hacer. Conjuga un compromiso inquebrantable con lo social y tiene la apertura necesaria para mantenerse pensante, actuante, siempre interrogando", afirma.
Fernández, autora de libros como La inteligencia atrapada y La sexualidad atrapada de la señorita maestra (traducidos al portugués), cuenta también que las experiencias de Silva han forjado su personalidad: "Durante su infancia, muchos de sus derechos le habían sido cercenados, como la alfabetización".
"El primer día de clase, la trataron de ignorante"
"Por haber sufrido las enfermedades típicas del Amazonas, como hepatitis y malaria, fue trasladada a la capital del estado de Acre, uno de los más pobres de Brasil. Allí, unas monjas le posibilitaron ir a la escuela por primera vez. El primer día, la maestra tomó lista y Marina no le dijo presente, sino que se acercó. Entonces la trató de ignorante", relata.
Ese episodio la marcó por el resto de su vida. "Volvió muy triste, pero su abuelo le dijo que tenía que seguir para demostrar que deseaba aprender, que era inteligente y que lo iba a lograr. Ese mensaje ha estado siempre presente en ella y muestra su forma de ser: una luchadora que tiene en cuenta a los sectores más desfavorecidos", señala Fernández.
Hoy, a los 56 años, Silva consiguió vencer los obstáculos que le deparó la vida y, con esa imagen de fuerza de voluntad, se ganó un lugar en el hogar de los brasileños. Su nuevo reto será ante las urnas. ¿Lo logrará?
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