La militante de 23 años fue secuestrada el 5 de mayo de 1977, en San Nicolás, Junto a Horacio Martínez, su esposo, y Raquel Rosa Alvira. Por las huellas digitales, se descubrió que fue asesinada en Buenos Aires el 2 de junio de 1977.
Rosario 12 |
Fernando Alvira tenía nueve meses cuando desaparecieron su mamá y su papá, María Cristina Alvira y Horacio Martínez. El 5 de mayo de 1977 fuerzas del Ejército entraron en la casa de San Nicolás en la que vivían, y donde también estaba de visita Raquel Rosa Alvira, que también fue secuestrada. A Fernando lo dejaron al cuidado de un vecino, y luego el propio coronel Fernando Saint Amant fue a buscarlo para llevarlo a un orfanato. La familia Alvira pudo recuperar al bebé quince días después. "Decía ma-ma", rememora Adriana, hermana de María Cristina y Raquel Rosa. El miércoles 27 de agosto, Fernando supo que su mamá está enterrada en el osario general del cementerio de La Chacarita. "Fue la primera vez después de 37 años que volví a estar físicamente cerca de mi mamá. Lo más cerca que se puede, por lo menos. Desde el 5 de mayo de 1977 hasta el sábado 30 de agosto de 2014. Eso me impactó muchísimo", dice por teléfono desde La Plata, donde vive junto a su esposa Daniela y sus dos hijos pequeños, Bautista y Estanislao. El primer dato de la identificación de María Cristina lo recibió Adriana, que tenía 16 años cuando su familia fue arrasada por el terrorismo de estado. Sus padres ya fallecidos y ella reclamaron insistentemente la verdad sobre lo ocurrido. Adriana fue testigo en la causa Saint Amant que se realizó en los Tribunales Federales de Rosario en 2012, que terminó en una condena a prisión perpetua. Los Alvira son de Colonia San Roque, una zona rural cercana a Romang, en el norte de la provincia. A Adriana, el llamado del Equipo de Antropología Forense le llegó mientras estaba en una reunión de trabajo. Es supervisora de escuelas secundarias. Fue el martes. Al día siguiente estaba en Buenos Aires, donde Carlos "Maco" Somigliana le dio a la familia, después de 37 años, una certeza: María Cristina fue asesinada el 2 de junio de 1977, junto a dos personas que estaban secuestradas en el centro clandestino de detención El Atlético.
"Para nosotros es muy doloroso, muy doloroso... cuenta Adriana. Ver la fotografía del cadáver de mi hermana, 37 años después, cuando ella tenía 23 años. El dolor de pensar que durante todos estos años de incertidumbre para nosotros, ellos la tenían como NN. Pero ella nunca fue abandonada, sino que fue una persona buscada, amada. Por eso creo que de algún modo le devolvemos la identidad. Podemos cumplir con ese rito sagrado de llevarle una flor a su tumba, aun cuando esté en una fosa común, sabemos que está ahí". El dolor de Adriana se reactualiza. "Estamos de duelo 37 años después", sintetiza. Y parece no tener fin. "Es otro golpe más que no podamos recuperar su cuerpo, sus restos, pero tenemos ahora una certeza en medio de tantas incertidumbres. Mi mamá se preguntaba cómo pedir la misa por ellas. Por el eterno descanso no... porque ella no podía aceptar la muerte. Y eso también cambió".
Somigliana les informó que "no hay lugar a dudas". A través de las huellas digitales determinaron que era de María Cristina el cadáver sepultado como NN. Estuvo 28 días en centros clandestinos de detención y la mataron en la Capital Federal. "Suponemos que estuvo en el Atlético, porque allí estaban las otras dos personas que aparecen asesinadas junto a ella. Lo hicieron aparecer como un enfrentamiento, incluso apareció en los diarios, pero está probado que no fue así. Inclusive, por estos tres casos se condenó a Videla en el Juicio a las Juntas". Adriana cuenta que pudieron ver "una documentación con sello de secreto, un \'consejo de guerra\' del Ejército que da cuenta de las huellas dactilares, las autopsias. En principio, uno de ellos sí aparece identicado con DNI, en el expediente original y los otros dos son NN masculino y femenino. Después se identificó al otro muchacho que era de Buenos Aires, y María Cristina quedó como NN".
Adriana desgrana los datos del destino final de una de sus hermanas. "El trabajo lo hace el Ministerio de Seguridad. Cotejan las huellas dactilares de los expedientes con las de los DNI. El sumario 416 del Expediente del Consejo de Guerra Especial Estable número 0057/170, en relación a un cadáver NN de una mujer fallecida el 2 de junio de 1977, cuyas huellas se corresponden de forma fehaciente e indubitable con las plasmadas en el formulario del documento de identidad de María Cristina", recita las palabras exactas. El expediente está a cargo del juez federal Daniel Rafecas, que ordenó el entrecruzamiento de los datos.
A Buenos Aires, Adriana viajó acompañada de su familia. Su esposo Alfredo Lovato y Anahí, una de sus tres hijos. Fernando, el hijo de su hermana, estaba ahí, claro. "Fernando tiene dos bebés, uno nacido durante el juicio que se hizo en Rosario, Bautista y un bebé que nació el 2 de junio de este año, justo el día que se cumplían 37 años del asesinato de su abuela. La vida le gana a la muerte".
Para Fernando, las sensaciones fueron vertiginosas. Adriana llamó a la casa y su esposa, Daniela, lo hizo volver antes del trabajo con una excusa, para contárselo personalmente. "Fue impactante", dice sobre esa primera charla. Al otro día, se encontraron con Somigliana. "Cuando yo me enteré, lo primero que se me pasó por la cabeza fue que por fin iba a recuperar sus restos, ir a un cementerio, llevarle algo. La realidad fue un poco distinta. Los milicos fraguaron un enfrentamiento en el que mataron a ella y dos personas más. Las otras dos personas estaban identificadas, los milicos hicieron las \'averiguaciones´ hasta que decidieron dejar sus restos en una tumba común de La Chacarita. Y como nadie reclamó, porque nadie sabía, en el 82, como nadie reclamaba los restos ni pagaba el cánon, la pasaron el osario general", relata.
Para él hubo un momento de quiebre: Fernando es científico, trabaja en el Conicet. Como parte de sus investigaciones, visitó un solo lugar donde funcionó un centro clandestino de detención, el Atlético, para recuperar las inscripciones de los detenidosdesaparecidos que estuvieron allí, a partir de trabajos con la luz, ya que es óptico. "Yo soy científico, estuvimos ahí tratando de hacer algunos experimentos para recuperar información. La gente que estuvo ahí, una de las cosas que hacía era raspar la pared, para dejar mensajes. Había un mensaje que se notaba bastante claramente que decía \'Dios dame fuerzas\'". Saber que estuvo en el mismo lugar donde pasó sus últimos días su mamá fue otra conmoción. "Fue el primer motivo de lágrimas. Fueron 37 años de haber estado tan lejos por lo menos físicamente y haber sabido que ella estuvo ahí me impactó", dice Fernando, todavía azorado.
Las fotos del cadáver de María Cristina fueron la certeza total. "Los milicos tenían en ese expediente registradas fotos. Ahí fue cuando nosotros, en cuanto familia, que no sabemos de identificación por huellas, no tuvimos más dudas".
El sábado siguiente, Fernando fue por primera vez, a los 37 años, a visitar la tumba de su madre. Caminaron hasta una florería y compraron un ramo. Su hijo Bautista, de 2 años, quiso llevarlas hasta la cruz del osario. "Era el primer ramo de flores que yo le dejaba a mi mamá y que él le dejaba a su abuela", subraya.
Para Fernando, son "sensaciones muy encontradas. Cuando mi esposa me dijo, lo primero fue una sensación de... por fin. Es muy difícil describirlo con palabras, no es satisfacción. No puedo estar contento por la certeza de la muerte, pero por otro lado era una de las cosas que yo anhelaba, saber a ciencia cierta lo que había pasado".
También Adriana habla de contradicciones. Ella recuerda con nitidez a su hermana, que estudiaba Filosofía y Letras, trabajaba como administrativa en la Universidad Católica Argentina de Santa Fe y militaba en la Juventud Universitaria Peronista. "De pequeña le decíamos Mariquita. Los tíos y primos todavía la nombran así, María Cristina, su nombre completo, Cristina la llamaba su esposo y también la mayoría de sus amigos, Tina le decían sus compañeros, mama balbuceaba su bebé...", escribió Adriana en la red social Facebook y remató: "Hijita querida de mis padres, hermanita querida, mamá, suegra, cuñada, abuela, tía, de todas las formas, todos juntos te nombramos y descorremos el velo con el que te escondieron durante 37 años".
Además de agradecer al EAAF, Adriana habló de una nueva etapa de este largo duelo. "Es duro pero también es bueno que esto suceda. Nosotros leíamos que algunos de nuestros compañeros de lucha encontraban a su familiar y decíamos que ojalá encontráramos a los nuestros. Ahora tenemos uno, pero nos faltan Raquel Rosa y Horacio". Por esos retazos de historia que va cosiendo la tarea del EAAF, la justicia y el estado, hoy hay flores en La Chacarita para María Cristina.
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