Un episodio de inusitada violencia causó pánico entre los trabajadores que ayer a la madrugada se encontraban de guardia en la central operativa del Sistema Integrado de Emergencias Sanitarias (Sies). El ataque fue protagonizado por tres personas en situación de calle con un evidente cuadro de "intoxicación".
La Capital |
Un episodio de inusitada violencia causó pánico entre los trabajadores que ayer a la madrugada se encontraban de guardia en la central operativa del Sistema Integrado de Emergencias Sanitarias (Sies), ubicado en Moreno al 900, en la misma plaza del Cemar y la Maternidad Martin. El ataque, protagonizado por tres personas en situación de calle con un evidente cuadro de "intoxicación", continuó luego en otros dos ámbitos vecinos: la base número 5 del Sies y el Centro de Salud Martin, cuyas puertas de vidrio quedaron destrozadas a piedrazos.
El hecho convulsionó a médicos, paramédicos y empleados administrativos, quienes relataron La Capital los serios problemas que enfrentan a diario (ver aparte). Según contaron, la policía tardó una hora en llegar y la seguridad privada del Cemar no se enteró de nada.
El titular del Sies, Federico Cornier, dijo que consensuarán estrategias junto al personal para aumentar la seguridad en el área. "Estamos pensando en una videocámara y un ronda de vigilancia", adelantó, preocupado por "el susto que con razón se llevó la gente ante un hecho de semejante violencia", pese a que "nunca llegó a haber contacto físico" entre los agresores y el personal del Sies.
En realidad, lo que este diario captó luego, al recorrer las instalaciones atacadas, fue más hartazgo que susto, producto de las situaciones ríspidas y de riesgo que los empleados aseguran vivir con frecuencia y no sólo en la central de operaciones y su base contigua, sino en todas las bases de la ciudad.
Lo de ayer, sin embargo, cobró especial notoriedad por el lugar donde se produjo —en una plaza céntrica que alberga reparticiones oficiales— y porque no se limitó a un solo ataque.
Empleados del Sies (que pidieron reserva de identidad) contaron que todo comenzó cuando una chica y dos muchachos que suelen dormir en la plaza fueron a pedir comida a la central, como ya es costumbre, pero se encontraron con que esa vez no tenían nada para darles. La negativa los enfureció.
Con signos muy visibles de haber consumido tóxicos y alcohol, los jóvenes increparon a los trabajadores, unos ocho o nueve en ese momento, y continuaron golpeando locamente la puerta, que tiene un enrejado externo, en un intento por ingresar. De hecho, con una patada descalzaron esa seguridad y lograron entrar al edificio, "donde empezaron a romper todo".
La central es básicamente una estructura vidriada (no de blíndex), lo que deja muy expuestos a los trabajadores. En su interior, los espacios están separados por tabiques y puertas con picaportes que tienen un botón de seguro. Fue esa traba lo que finalmente impidió que los tres intrusos llegaran a la oficina donde se encerraron los trabajadores para protegerse de la agresión y desde donde llamaron a la policía.
Siempre según sus relatos, recién una hora y media después llegó un móvil del Comando Radioeléctrico. Para entonces los tres jóvenes ya habían desalojado la central y se habían corrido unos 30 o 40 metros hacia el interior de la plaza.
Y allí se produjo la segunda parte de la saga, cuando de nuevo, "dados vuelta y completamente sacados", arrojaron baldosas contra las puertas de la base Nº 5 del Sies, donde se encontraban una médica de guardia y un chofer de ambulancia.
Mientras les gritaban que les iban a robar y los iban a matar, destrozaron los vidrios de ese ingreso y el de la doble puerta del centro de salud lindero. Finalmente, tras una madrugada de furia, los tres fueron detenidos.
Adicciones y calle. Según contó ayer el delegado gremial de la repartición, Gustavo Centurión, sólo por esa plaza circulan habitualmente unas cinco o seis personas que viven con severos problemas de adicciones y en situación de calle, una combinación que les produce "tremendo deterioro" y que, a la vez, deja al personal sanitario en condiciones de vulnerabilidad.
Para graficar esa realidad, otro empleado del Sies rescató fotos del 20 de junio de 2013 donde también se ven las paredes de vidrio destrozadas. "Imaginate que en vez de piedras sean tiros...", arriesgó.
Cornier prometió reunirse con el personal para escuchar sus "planteos" y consensuar medidas que los protejan y "minimicen los riesgos". En borrador, ya figuraban una ronda de vigilancia y una cámara de seguridad. Parches para una realidad que se ve cada vez más compleja.
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