El nuestro no es el país que más veces ha caído en default, aunque 8 es un número fuerte. Pero si se mide el tiempo pasado en cesación de pagos y en renegociación con los acreedores, la cosa cambia.
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Argentina ha entrado a su octavo default desde su independencia en 1816. Si bien es cierto que éste es un número que impresiona, no es menos cierto que otros países han caído en default más veces que Argentina. Brasil y Chile, por ejemplo, lo han hecho 11 y 9 veces respectivamente.
Quienes no ven con mucha preocupación la manera en que el gobierno está manejando el tema juicio con los holdouts son rápidos en justificar el default argentino señalando que otros países han defaulteado su deuda externa más veces que Argentina. El señalar los problemas y errores de otros países como justificación de los propios entraña dos problemas. En primer lugar, los errores de terceros no justifican errores propios. Si mi vecino no paga crónicamente su hipoteca, yo no puedo justificar mi retraso señalando la conducta de ese tercero. En segundo lugar, no importa sólo la cantidad de veces que un país entra en default con su deuda externa. Porque también es una variable importante, la de cuánto tiempo permanece en default es. No es lo mismo salir rápidamente de un default que mantener acreedores de manera irregular (o directamente borrarlos de los reportes oficiales) hasta que un fallo judicial nos hace chocar con la realidad luego de una década.
El gráfico que acompaña esta nota muestra el porcentaje de tiempo (en años) que una serie de países ha estado en default: primero, desde su independencia [columna en rojo] y segundo, desde la Segunda Guerra Mundial [columna en azul]. Dado que cada país se ha independizado en distintos años, aquellos países con más años de historia tienen más posibilidades de haber entrado en default que países con menos años de historia. Por otro lado,el fin de la Segunda Guerra Mundial marca un punto de inflexión en la historia económica que también se ve reflejado en los defaults de distintos países (en este caso sólo se cuentan los nuevos defaults luego de finalizada la guerra, no los defaults heredados de la guerra.) Junto a Argentina se encuentran los datos de Brasil, Chile, Colombia, México, Uruguay, y Venezuela. Todos países emergentes en la misma región que Argentina y con los que se suelen hacer comparaciones económicas.
El gráfico permite extraer algunas conclusiones importantes. En primer lugar, desde su independencia, Argentina ha estado en default o con su deuda externa en reestructuración un 36% de su historia. Magro resultado compartido con Colombia, México, y Venezuela (pero no con Brasil, caso que se ha utilizado para justificar el nuevo default). Argentina es como un alumno con una de las peores calificaciones que intenta justificar su nuevo aplazo señalando las malas calificaciones de otros alumnos, ignorando convenientemente que no todos los alumnos tienen malas calificaciones. ¿Acaso Argentina no debería compararse con el mejor desempeño de la región? En segundo lugar, y éste es el dato más llamativo, desde la Segunda Guerra Mundial todos estos países han reducido el porcentaje de tiempo que se han encontrado con su deuda externa en default (sobresaliendo Colombia con un 0%). Hay sólo dos excepciones. Uruguay, que mantiene un porcentaje similar en ambos períodos y Argentina, que salta de un 36% a un 52%. Para ser claro: desde la Segunda Guerra Mundial Argentina ha estado el 52% del tiempo con su deuda externa en default o bajo reestructuración. Mientras el resto de los países de la región han mejorado el manejo de su deuda externa, Argentina lo ha empeorado, cabe decir, de manera considerable.
Argentina ha estado en default o con su deuda externa en reestructuración un 36% de su historia
El tiempo que un país está en default muestra, entre otras cosas, con qué celeridad y seriedad el país intenta arreglar sus faltas frente a sus acreedores. Un país puede haber entrado en default una única vez y nunca haber arreglado con sus acreedores. Este país va a tener serias dificultades para acceder al mercado financiero internacional. Otro país puede haber entrado en default una mayor cantidad de veces, pero un trato serio, profesional, y veloz con sus acreedores puede darle más acceso al mercado internacional que el país que sólo defaultea una vez y decide ignorar la existencia y derechos de sus acreedores. Comparar únicamente la cantidad de veces que un país entra en default implica asumir, erróneamente, que todos los defaults duran la misma cantidad de tiempo. Si comparamos, en cambio, el tiempo que Argentina ha estado en default o con reestructuración de su deuda externa los números son llamativos y la comparación con otros países pasa de ser conveniente a incómoda.
Caben dos aclaraciones finales. En primer lugar, el default del 2001 no fue exitosamente reestructurado, por el simple motivo de que el canje de deuda nunca terminó. No por nada Argentina ha tenido desde entonces el acceso al crédito internacional cerrado, teniendo que endeudarse con Venezuela a altas tasas de interés. Argentina lleva, entonces, 13 años de irregularidad en su deuda externa. Argentina ha podido pagar a los holdins hasta ahora por dos motivos. Ignorar el fallo de la justicia americana que ordenaba el pago a los holdouts, y el stay que el Juez Griesa impuso cuando los holdouts, ante el incumplimiento argentino, apelaron a la violación del pari passu. Si Argentina hubiese efectivamente salido del default, no hubiese necesitado un favorable stay por parte de Griesa para poder seguir pagando a los holdins. Si bien calificadoras de riesgo habían quitado la calificación de "default" de Argentina, el país no ha dejado de tener deuda externa en reestructuración. Borrar a los acreedores de los reportes oficiales es muy distinto a solucionar problemas.
El default del 2001 no fue exitosamente reestructurado, por el simple motivo de que el canje de deuda nunca terminó
En segundo lugar, un análisis más cuidadoso de los efectos del default sobre la economía Argentina, y por lo tanto sobre sus ciudadanos, no puede limitarse a contar la cantidad de defaults, sino que debe tenerse también en cuenta la intensidad del default (default grande o chico) y cuánto tiempo el país permanece en default. Argentina y Colombia tienen, en su historia, el mismo porcentaje de default desde sus respectivas independencias, pero mientras Colombia llevó ese porcentaje al 0% luego de la Segunda Guerra Mundial, Argentina lo elevó al 52%.
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