Los carteros identificaron las zonas más calientes de la ciudad donde sufrieron ataques y amenazas, y dejaron de concurrir. La gente tiene que acercarse hasta el correo.
La Capital |
Ni siquiera los carteros se salvan de los robos. En la mayoría de los casos ellos son personas conocidas en los barrios o los sectores donde trabajan; sin embargo desde hace tiempo se convirtieron en blanco de los asaltantes. Por eso, cortaron por lo sano y decidieron dejar de repartir la correspondencia en los sitios que consideran más calientes. La modalidad ya tiene distintas áreas donde no concurren. A cambio, los vecinos deben acercarse a buscar boletas o cualquier otro sobre a alguna sucursal de correo, quiosco o incluso a la casa de gente conocida que prestó su vivienda en solidaridad. Una característica que revierte la esencia misma de la actividad.
El cambio se generó a partir del consenso entre distintas patas del sector: la empresa Correo Argentino, el gremio y los trabajadores. "Este es un tema que por supuesto nos preocupa y lo venimos charlando con los delegados a partir situaciones puntuales", dijo el secretario gremial del Sindicato de Empleados de Correos y Telecomunicaciones (Secyt), Walter Palombi, a La Capital.
El dirigente remarcó que se trata de "defender las fuentes de trabajo" y manifestó entender a la gente que se expresó en contra ya que ahora debe encontrar la manera de acceder a correspondencia necesaria moviéndose de su casa, con el riesgo de sobrepasar la fecha de vencimiento de las facturas de los servicios (ver aparte), entre otras cuestiones.
Al hacer una restrospectiva, Palombi recordó que en determinados barrios siempre solía haber "algún vecino como referencia del lugar". Claro que los tiempos cambiaron y esas personas hoy son necesarias por motivos bien distintos. Quienes antes ayudaban para encontrar algún destinatario por falta de numeración o nomenclatura de una calle, hoy lo hacen para evitar que los carteros ingresen a las zonas inseguras.
Es que los episodios contra los empleados de la firma estatal de entrega de correspondencia se han venido registrando con cada vez mayor asiduidad. "Nos llevan la cartera del reparto creyendo que puede contener algún valor. Y, la mayoría de las veces, la terminan tirando porque encuentran sólo papeles", explicó Palombi antes de agregar que a los trabajadores también les han sacado sus relojes o billeteras y hasta los han heridos en forcejeos.
Amenazas. No obstante, las peores situaciones se dan a partir de las amenazas. "Cuando este tipo de amedrentamientos se repiten en más de dos oportunidades, lamentablemente los muchachos ya no quieren entrar a determiandos lugares", sostuvo el dirigente gremial y detalló sin medias tientas: "Te sacan de raje en algunas zonas muy calientes y no queda otra que escapar".
El responsable del Secyt puso de manifiesto que cada una de las áreas más complejas que tiene la ciudad se van monitoreando en función de que "los episodios violentos continúen o desciendan en cuanto a su frecuencia". Si ocurre esto último, "existe predisposición de regresar al reparto", subrayó. Y luego consideró que siempre se buscan todas alternativas para que, "de un modo u otro los vecinos accedan a las facturas u otro tipo de correo".
Cuando se le preguntó si se ha apelado a un acompañamiento policial para ingresar a ciertas zonas, el referente sindical contestó: "No queremos alimentar falsas expectativas, porque se sabe que esto puede suceder un tiempo determinado y luego se termina, con lo que vuelven los problemas". En este sentido, Palombi agregó: "La experiencia demuestra que es preferible actuar como lo estamos haciendo hasta ahora".
Palombi recordó que "alguna vez se implemento una especie de patrullaje que acompañaba a los trabajadores a determiandos lugares, pero fue hace mucho cuando (Roberto) Rosúa era ministro de Gobierno durante la administración provincial de Jorge Obeid".
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